Partiendo desde el principio y disculpando el pleonasmo implícito en estas primeras palabras, estimado lector, he de disculparme ante la distinguida nobleza que me honra con la presencia de su lectura en este artículo, por el malsonante título que le he otorgado y que ha surgido de la más pura inspiración que me ha brotado gracias al sinuoso andar político de los últimos días.
Y aunque la chingada tiene (por no decir, un chingo) muchas acepciones, significados y modismos y hoy en día, por cuestiones meramente políticas, se ha convertido en un término y expresión preocupante y recurrente que a la vista de algunos tal parece, aunque el dicho es muy antiguo, será la palabra de moda en el transcurrir de nuestro futuro y durante el próximo período de gobierno en nuestro país.
Antes de continuar con tan interesantísimo tema, debo reconocer, estimado lector, que como un torero en la capillita y presto para partir plaza desde el patio de cuadrillas, mi devoción católica me ha llevado a solicitar al “altísimo” mayor claridad en las ideas, a fin de no “cajetearla” en esta faena editorialista, so pena de saber del riesgo que esto implica en un país “difícil” para expresar la libertad de expresión y disculpe usted “la rebusnancia”.
Así que, santiguándome y depositándome en sus manos protectoras, ¡Venga, al toro que es una mona!, y es que, estimado lector, en estos tiempos políticos de transición hablar del término “la chingada”, éste se refiere al sitio de retiro o título del rancho “palenqueño”, donde el hoy todavía Presidente ha dicho se ira a descansar a partir del término de su gestión, el primero de octubre próximo.
Sin embargo, algunos analistas apuntan a que a partir de esa fecha el Palacio Nacional y todo su poder con él se irán a “la chingada” (El rancho y no al sitio a donde la oposición no los pudo mandar), en donde el chiapaneco inmueble se convertirá en el centro de operaciones políticas que buscará la certidumbre de concretar la continuidad de la transformación iniciada hace casi seis años.
Y aunque una parte importante de la sociedad abriga en el futuro inmediato que “el bastón de mando y el poder”, como en cualquier nacimiento, se desvinculen con el corte del cordón umbilical para vivir una vida independiente a la de su antecesor a partir del primero de octubre, la realidad es que muchos mal pensados creen que las cámaras de Senadores y Diputados de mayoría morena serán manejados desde “la chingada”, (un poco por la distancia, otro poco por el título del rancho y otro tanto más, por lo que se menciona y percibe que se convertirá, como el nuevo “centro de operaciones políticas del país”).
Y en tanto que, en la visión futurista para algunos afortunados no será tan malo “vivir de la chingada”, (pues aparentemente vivirán y muy bien de las decisiones políticas que de ahí surjan), para otros, sin tener ese rancho, ya están y estarán viviendo en el futuro de sus vidas de la chingada, (en los términos absolutamente plenos que dicta la Real Academia de la Lengua).
Y la muestra está a la distancia muy corta donde podemos observar a jueces, magistrados y empleados del Poder Judicial que en estos momentos miran con incertidumbre el mérito de sus trayectorias, el honor y la honra de sus puestos de trabajo bajo la intención presidencial de que los jueces y magistrados sean elegidos por el pueblo bueno.
Así pues, estimado lector, “la chingada” dependerá del tiempo, de la actitud y el cristal con que se mire el término, sin olvidar que a nivel local, aunque tengamos las presas llenas y falte el agua en el grifo o que salga turbia, que sigan los apagones, que tengamos comunidades incomunicadas, vialidades destruidas, tráfico natural atorado y el otro, alterado por bloqueos de taxistas y reclamantes de luz, baches en las arterias, la inseguridad reinante y siga la función boxística del pleito entre poderes, a pesar de todo eso, nosotros aún no estamos de la chingada, ¿O sí?… pero de seguir las cosas como apuntan, estimado lector, vamos que volamos para allá.
Por hoy es todo, medite lo que le platico, estimado lector, esperando que este nuevo amanecer se traduzca en un reflexivo día, por favor cuídese y ame a los suyos; me despido honrando la memoria de mi querido hermano Joel Sampayo Climaco, con sus hermosas palabras: “Tengan la bondad de ser felices”. Nos leemos, Dios mediante, aquí el próximo lunes.