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Opinión

Elecciones de Monterrey, Quinta parte

Pensando en La gente

La elección municipal del 2 de diciembre de 1945 fue la primera contienda en la que un grupo de ciudadanos y agrupaciones políticas –denominado Comité de Defensa Municipal (CDM)– desafiaron en las urnas al régimen de ese tiempo, que debió recurrir flagrantemente a su vieja práctica de manipular el proceso y los resultados electorales. 

En esta entrega abordaré los aspectos más destacados de la campaña, la elección y la poscampaña de estos comicios, veámoslos a continuación.

Debido a su experiencia editorial, la campaña de Manuel L. Barragán tuvo una gran difusión en los periódicos locales, sin desdeñar sus diversas participaciones en los mítines, en los que logró convocar a miles de ciudadanos. 

Por cuestiones de espacio solamente referiremos dos: el 22 de noviembre a las 20 horas, se efectuó el primer gran mitin en la Plaza Zaragoza del centro de Monterrey; allí se congregaron organismos sindicales no adheridos al Partido de la Revolución Mexicana (PRM) y público en general. 

El candidato fue aclamado por cerca de 5,000 personas, a quienes manifestó estar dispuesto a luchar “sí el pueblo libre de Monterrey estaba con él”. Manifestó estar convencido que el municipio debía ser gobernado por hombres probos y de sanas intenciones, de una honestidad intachable y que siempre había estado expuesto a hablar por el bien común: “en ese bando me encuentro, por eso no siento vergüenza y estoy dispuesto a seguir luchando hasta el final”. 

El 25 del mismo mes, se llevó a cabo el último –su cierre de campaña–, el cual fue anunciado como una “Manifestación Pro-Municipio Libre”, iniciaría como una marcha partiendo de la Alameda Mariano Escobedo, pasando por las calles de Pino Suárez, Washington, Juárez, Morelos, para bajar por la calle Zaragoza hasta el Palacio de Gobierno, donde se efectuaría el gran mitin. 

Esta movilización fue explosiva por la convocatoria reunida; al día siguiente la prensa local le dedicó sus primeras planas, destacando entre otras notas: la reunión de 30,000 personas y haber sido una de las jornadas populares más inolvidables de Monterrey.

Por su parte, Félix González Salinas, a cuya candidatura se habían adherido los partidos Juventud Revolucionaria de Nuevo León, Defensores del Proletariado de Nuevo León, Socialista Fronterizo, Gran Legión de Defensores de la Patria y el Gran Partido Revolucionario Ferrocarrilero de Nuevo León, además de difundir sus propuestas y organizar eventos masivos, orquestó con sus seguidores debilitar al movimiento barraganista. 

Para tal efecto, utilizaron la intimidación, la violencia física y desvirtuar mediáticamente al candidato del CDM. 

Por ejemplo, un día después de la gran concentración multitudinaria de Barragán, el PRM publicó un desplegado con el título “El desfile de los polkos”, señalando que:  “Nunca antes de ahora habíamos visto que los señoritos bien que dedican los mejores años de su vida a organizar bailes de fachas salieran a la calle; ni nunca en manifestación alguna… se habían visto automóviles de lujo, de las más caras marcas esperando a los manifestantes cerca de la Plaza de la República, para llevarlos a sus casas. Una prueba de ello fue que, el acostumbrado paseo de Doce en la Alameda se vio desierto, porque los poderosos coches que allí van a exhibirse domingo a domingo andaban ocupados en la manifestación barraganista”.

La elección municipal se efectuó el domingo 2 de diciembre de 1945, en las 162 casillas estipuladas. El lunes 3 de diciembre, las principales páginas de los diarios de la ciudad daban cuenta de una serie de protestas, en donde una gran cantidad de ciudadanos que acudieron a las casillas no pudieron votar por lo mal elaborado que estaban los padrones electorales. 

Una noticia de ese día aclara esta situación: “Muy a pesar del núcleo regiomontano que franciscanamente espera la limpieza y decoro en las elecciones municipales de ayer, el Partido de la Revolución Mexicana volvió a constituirse una vez más… en el más vil escarnio a la democracia. Por lo menos de 20,000 a 25,000 votantes, grupos dispersos de cinco, 50 o 60 que, suplantando nombres, votó por ellos. 

Cuando las personas presentábamos a las casillas para emitir su sufragio, se encontraban con la novedad de que su cédula había sido marcada ya”.

El 8 de diciembre, los partidos unidos del CDM solicitaron ante el Congreso del Estado la nulidad de los comicios de Monterrey, en donde señalaron con aval de notarios públicos que un gran número de personas simpatizantes de Barragán habían acudido a la casilla que les correspondía y que no se les permitió emitir su voto debido a que sus nombres no aparecían en el padrón electoral. Situación que vivió en carne propia el referido candidato, en rueda de prensa señaló que no pudo votar ese día “porque tampoco figuraba su nombre en los padrones respectivos a pesar de tener una residencia de más de 10 años en el barrio donde vive y no obstante encontrarse en pleno goce de sus derechos ciudadanos”.

A pesar de que el CDM pretendía que se anulara la elección de Monterrey, la Junta Computadora se reunió el 9 de diciembre, para llevar a cabo el escrutinio, declarando que Félix González Salinas había obtenido 24,654 votos y Manuel L. Barragán solamente 3,890. 

El 10 de diciembre, en una sesión “al vapor”, el Congreso desechó la demanda de los barraganistas al considerar que las pruebas presentadas carecían de sustento legal. Para darle legitimidad a esta cuestionada elección, el 12 de diciembre de 1945, el Periódico Oficial del Estado declaró válidas las elecciones, nombrando ganador a González Salinas, para ocupar la alcaldía en el período 1946-1948.

La noticia tuvo repercusión nacional y desde varias ciudades de la República se comentaba este hecho bochornoso para la metrópoli. Por ejemplo, el 14 de diciembre se publicó en varios rotativos una editorial titulada “El Penúltimo Fraude”, donde se informó con lujo de detalles el caso de Monterrey, estableciendo desde un principio el fraude que había cometido el PRM y el sistema político.

En 1968, Manuel L. Barragán escribió su libro autobiográfico Fue por México, donde deja la siguiente reflexión para la posteridad: “Con ocasión de aquella lucha inolvidable, el pueblo de Monterrey llevó a cabo en noviembre de 1945 la manifestación más espontánea, más entusiasta y más numerosa de cuanto registra la historia regiomontana. Como era de temerse, dada la falta de madurez política imperante por aquel entonces, no se me reconoció el triunfo ostensible y legítimo alcanzado”.

En conclusión, el 2 de diciembre de 1945, el régimen aplastó un proceso democrático que había emergido desde la ciudadanía y que desde su inicio contó con un creciente respaldo popular.

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