¿Por qué la clave de los elogios de legisladores texanos a Sheinbaum está en Nuevo León?

En un giro que pocos analistas políticos anticipamos, Dan Crenshaw, uno de los congresistas republicanos más influyentes y que yo más admiro, oriundo de Texas y veterano SEAL de la Marina de EUA (perdió un ojo en Afganistán), se desvivió ayer en elogios hacia la presidenta Claudia Sheinbaum, después de años de ser uno de los más acérrimos críticos norteamericanos contra la Cuarta Transformación. 

Crenshaw nunca se había limitado con sus críticas mordaces contra el expresidente Andrés Manuel López Obrador, por supuestamente solapar a los cárteles mexicanos de la droga. 

¿Pero entonces, a qué se debe que Crenshaw muestre ahora señales de apoyo sin reservas a la actual mandataria mexicana? 

¿Podría ser que en este viraje de opinión tenga algo que ver la eventual fabricación del flamante avión caza F-47 de la empresa Boeing, que anunció el presidente Donald Trump apenas el pasado 21 de marzo y que muy probablemente será armado en Texas, con autopartes maquiladas posiblemente en Nuevo León? 

En un mensaje reciente en la red social X, Crenshaw escribió: “Sheinbaum está mostrando resultados concretos contra los cárteles, algo que no habíamos visto en el pasado. Sus esfuerzos merecen reconocimiento”, aludiendo quizá a la captura de 7,720 delincuentes del crimen organizado en los dos últimos meses, al decomiso de 66 toneladas de drogas, incluyendo fentanilo, y al envío “ipso facto” a EUA de 29 presos mexicanos. 

Pero veamos el caso del avión F-47 (bautizado así, según mi opinión muy personal, en honor a Trump, que es el mandatario número 47 de la historia de su país). 

La empresa Boeing será la responsable de fabricar este avión bajo el programa Next Generation Air Dominance (NGAD), cuya principal característica consiste en que es de sexta generación, promete velocidades supersónicas y una capacidad tecnológica sin precedentes. 

Pero, más allá de sus capacidades técnicas, que nos sorprenden a quienes somos aficionados a la tecnología militar de primera gama, el F-47 podría tejer lazos económicos nunca tan estrechos entre Texas y Nuevo León. 

¿Y por qué se especula que se fabricaría en Texas? Aventuro algunas hipótesis. Texas se ha convertido en una especie de “fábrica” de armamento militar de EUA porque ahí residen muchas bases militares de primer nivel, como Fort Hood, una de las más grandes de EUA, y Lackland Air Force Base en San Antonio, clave para la Fuerza Aérea de nuestro país vecino. 

De ahí que exista una alta demanda en Texas de armamento, equipo y tecnología militar, lo que atrae a empresas del sector aeroespacial y de defensa como Lockheed Martin, con su planta en Fort Worth, donde se fabrica el caza F-35 Lightning II, y Bell Helicopter en Amarillo, que produce el V-22 Osprey.

Esto es gracias, a mi modo de ver, a los bajos impuestos texanos (que ha reducido aún más el gobernador Greg Abbott con acierto), y a regulaciones menos estrictas.   

Por eso mismo, Texas ha recibido grandes contratos del Departamento de Defensa de EUA y Nuevo León ha sido históricamente un componente de su cadena de suministros. 

Se especula que partes de este avión podrían maquilarse en nuestro estado, por empresas como Frisa Aerospace, conocida por sus piezas de titanio forjado, o Grupo Prodensa, que maneja sistemas de ensamblaje de precisión. 

Esta integración transfronteriza de la cadena de suministros sortearía el 25% de aranceles (que lo más seguro es que nos los aplique a los productos mexicanos la administración Trump el próximo 2 de abril), porque se trata de planes militares estratégicos, que no solo beneficiarían a la empresa de armamento militar Boeing, sino también a Texas. 

De ser cierto que este proyecto se concrete en el estado sureño, vecino nuestro, y se mantenga la cadena de suministros con Nuevo León, Crenshaw, representante de un distrito cercano a Houston, podría favorecer la gestión de recursos federales para estos contratos de la industria militar y vernos como aliados regionales para fortalecer la economía bilateral, al margen de la férrea política de aranceles trumpistas.

Por cierto, Crenshaw no es ajeno, como político, a las declaraciones del fiscal general de Texas, Ken Paxton, quien ha expresado recientemente a diversos medios de comunicación algo escalofriante: “Los cárteles no solo están operando en México; están comprando fiscales aquí en Texas. Tenemos evidencia de que el dinero de las drogas está corrompiendo nuestro sistema judicial.” 

Paxton no ha ofrecido detalles específicos sobre sus acusaciones públicas, pero esa imagen nada favorable al estado que representa puede impulsar a Crenshaw (con altas probabilidades de ser próximamente senador), a la necesidad de afianzar un socio efectivo en México y en Nuevo León.

Y si bien quienes hemos seguido la trayectoria política de Crenshaw sabemos que sus opiniones inesperadas no implican necesariamente una conversión ideológica, sí podríamos verlo como un cálculo pragmático suyo. Además de que la producción del F-47 en Nuevo León representaría un impulso económico para Texas. 

Y ahora el turno es tuyo: ¿será genuino el respaldo de Crenshaw o se trata de una maniobra de este héroe americano para cumplir su personalísima agenda política?

Por ahora, puedo aventurarte que el F-47 redefine las relaciones entre Texas y Nuevo León, y Crenshaw parece dispuesto a apostar por esta nueva correlación de fuerzas. Ojalá así sea.