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Opinión

¿Por qué con Trump y Elon Musk nos iría mejor que con Kamala a la gente de Nuevo León?

Sin Censura

Es sabida la amistad estrecha que cultivaron algunos expresidentes norteamericanos con empresarios de Nuevo León. Por ejemplo, George W. Bush con Roberto González Barrera o Bill Clinton con Carlos Bremer. Sin embargo, con Donald Trump no existe un caso de afecto ni remotamente parecido. 

De manera que algunos capitanes de empresas nuevoleonesas están muy preocupados por una eventual victoria de Trump, quien ya advirtió el pasado 6 de octubre en Juneau, Wisconsin, que aumentará hasta 200% los aranceles a vehículos importados de México; que tronará el T-MEC y amenazó a John Deere para que se regrese cuanto antes con todo y sus tractores, cosechadoras y minicargadoras a suelo americano. 

Al margen de que John Deere ha prestado oídos sordos a Trump y traerá su fabricación de cargadoras compactas de Dubuque, Iowa, a Nuevo León a más tardar para 2026, lo cierto es que casi nadie de nosotros, ni aquí ni en México, tiene derecho de picaporte con Donald Trump (más que Carlos Slim, porque en el programa “The Apprentice”, reconoció con envidia el neoyorquino que la fortuna del mexicano es mayor a la suya; sin embargo, también acusa a Slim de emprender sotto voce un complot mediático en contra de su candidatura presidencial a través de The New York Times, del cual Slim tiene 17% de acciones con un retorno de 80% sobre su capital inicial). 

De manera que a los nuevoleoneses sólo nos queda un solo capote para torear ese pesado toro de lidia que se llama Donald Trump. Me refiero a Elon Musk. 

Y ya sé lo que estarás pensando: ¿cómo nos ayudaría el dueño de Tesla y de Space X si ya reconoció en una teleconferencia del pasado 23 de julio que pondrá pausa a la construcción de su tan anunciada gigafactory en Santa Catarina? 

Pues precisamente por eso. Se trata de una pausa. Incluso la poderosa lobbista Juleanna Glover, quien cabildeó los negocios de Musk con la administración Trump, antes de pasarse con su agencia Ridgely Walsh (que fundó en 2018) a la escudería de Joe Biden, dijo recientemente que su excliente Elon Musk gozaría de más influencia con Trump, como no la tuvo ni siquiera el amado yerno Jared Kushner. De ese tamaño te la pongo. 

Musk no solo tendría vara ancha para gastar recursos con la nueva “Government Efficiency Commission” (Comisión de Eficiencia Gubernamental), con la cual podrá auditar a todo el gobierno trumpista y sugerir a dónde canalizar el gasto público en infraestructura, que asciende en promedio anual a $144, 000 millones (0.66% del PIB), sino que prácticamente privatizará la NASA, cuyo principal proveedor es Space X, junto con Blue Origin, la empresa de transporte aeroespacial de Jeff Bezos, a la que desbancará más temprano que tarde. Ya lo hizo cruelmente con Boeing, la empresa aeroespacial rival, que sacó de las licitaciones de la NASA en 2020.  

Además, te paso un dato en el que casi nadie repara. Contra lo que piensa la gente ignorante, Elon Musk no comulga con Donald Trump. Lo señaló el propio candidato republicano en la entrevista de tres horas que le dio a Joe Rogan en su podcast del pasado 20 de octubre. Un empresario nuevoleonés me contó que, cuando vino Musk a sobrevolar la Huasteca el 2 de marzo de 2023 en el helicóptero Bell 407, junto con Samuel García y Mariana Rodríguez, y sus colaboradores Rohan Patel y Eugenio Grandio (ya despedido de Tesla), el sudafricano deslizó sutilmente su impresión de que Trump es un “sujeto raro” (la misma palabra que utilizó Tim Walz, el aspirante a vicepresidente demócrata, en el sentido de que Trump y J.D. Vance “are creepy and yes, weird”, es decir, “son espeluznantes y sí, raros”).  

Cuando Trump ganó la presidencia en 2016, Musk fue casi llevado a la fuerza por su amigo Peter Thiel (fundador de PayPal) a la Trump Tower. Ahí se encontró con el magnate “weird” devenido en mandatario, y a “techies” como Tim Cook, de Apple; Jeff Bezos, de Amazon; y Larry Page, de Google. Ninguno confiaba ni un pelo en Trump, aunque, ya en la campaña en curso de 2024 todos le están brindando su apoyo tácito, y con más enjundia Musk, abierto, grandilocuente y ferviente patrocinador trumpista, muy diferente a aquel inversor progresista que en 2016 visitó la frontera de Piedras Negras, Coahuila, para ayudar con tiendas de campaña y víveres a los migrantes hambrientos de Centroamérica, y que renunció a todos los consejos presidenciales a los que fue invitado y repetía a propios y extraños: “si piensan en Trump como una especie de timador, su comportamiento empieza a tener sentido. Trump está totalmente chiflado, pero hay que darle el beneficio de la duda”. 

Ahora, ese beneficio de Musk se ha concretado en la bonita suma de $120 millones de dólares en donativos a la campaña del republicano chiflado y en la operación de una maquinaria electoral que el dueño de Tesla bautizó como America PAC, y que consiste en ofrecer $47 dólares por cada firma de votantes en estados swing (o sea, estados claves como Pensilvania, Michigan, Wisconsin, Nevada y Arizona). 

En total, Musk ha gastado en ese juguete electoral favorable a Trump $83.7 millones de dólares. 

¿Te imaginas si en Nuevo León se operara para un candidato de Morena o MC un aparato electorero como el America PAC de Elon Musk, si aquí los ridículos del PRIAN sancionaron a Samuel García por una simple imagen de Instagram apoyando a MC? 

Desde las playas de Matamoros, con un cielo despejado, puede presenciar en mayo 2020, cómo, con su cohete Falcon 9, equipado con la cápsula Crew Dragon, Elon Musk fue el primer emprendedor privado en llevar a dos burócratas del gobierno americano (en realidad, eso son los astronautas de la NASA) a la Estación Espacial Internacional. Desde San Pedro, donde vivo, en 2025 podré presencia cómo Elon Musk, con su Government Efficiency Commission, será el primer burócrata norteamericano en extender el proteccionismo económico gringo a tierras norteñas, comenzando por Nuevo León, que como polo de inversión conoce perfectamente. Ese es uno de los propósitos que se ha trazado Musk para cumplir su (¿noble?) misión de ser el primer sudafricano que gane la presidencia de EUA con un modelo de gobernar totalmente diferente a la peripatética democracia norteamericana en decadencia. 

Y tú: ¿crees que nos irá mejor con Donald Trump en la presidencia de EUA que con Kamala Harris? Déjame tu respuesta en eloygarza1969@gmail.com o en mi celular personal: 81 16 53 20 44

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