El reciente encuentro del Foro Económico Mundial en Davos ha dejado claro que el mundo enfrenta retos cruciales que requieren un análisis profundo de la realidad global, y acciones contundentes para revertir las tendencias nocivas. Alrededor de 3,000 asistentes, entre ellos autoridades gubernamentales, líderes del sector privado, académicos y activistas sociales, participaron en los debates y conferencias. El título del foro, Reconstruir la confianza, confirmó la pérdida de fe en los gobiernos, instituciones y sistemas financieros que afecta a millones en todo el mundo, una realidad enfatizada por el secretario general de las Naciones Unidas.
Su discurso alertó sobre las complejidades financieras que enfrentan los países en desarrollo ante los embates de múltiples desastres naturales, a la par de sus elevadas deudas. De igual forma, describió los riesgos que involucran a todas las naciones y que obligan a mirar más allá de las palabras, haciendo llamados a la acción y al multilateralismo. Entre las principales amenazas globales, destacó cómo la inestabilidad y división geopolítica afectan a las economías, e impiden implementar soluciones a los retos globales.
Un ejemplo de ello es el incremento de armamento nuclear de algunos países, en lugar de buscar acuerdos internacionales para el desarme. La Inteligencia Artificial se presentó también como un riesgo protagónico, y lamentablemente aún se ve distante un acuerdo global para su debida regulación.
En mi análisis y prospectiva, resurge la urgencia de recalibrar el orden global. Nos encontramos en medio de un proceso de maduración hacia un orden multipolar, con múltiples polos de poder que buscan liderar. Sin embargo, la definición de este nuevo orden se facilita y acelera al reconocer la importancia de un mundo multilateral. La estabilidad global, sin duda se logra más rápidamente cuando todas las naciones son tomadas en cuenta para abordar los desafíos globales.
La intensa competencia entre Estados Unidos y China continúa como un reto latente que deriva en diversas batallas, la comercial, económica, tecnológica y de dominio regional, entre muchas otras. Esta contienda de liderazgo, dificulta el camino hacia un multilateralismo efectivo. Además, los crecientes conflictos armados intensifican las divisiones entre las potencias, generando un impasse que involucra y perjudica a todos los países.
En este contexto, México puede emerger como un actor crucial. Con una de las economías emergentes más prometedoras, la estabilidad o inestabilidad política y económica de México resuena en toda América Latina. La pregunta que debemos plantearnos es clara: ¿Cómo puede México convertirse en el líder de la región, contribuyendo a la construcción de un orden global y reconstruyendo la confianza?
La respuesta está en la capacidad de México para ser un socio económico para todos, sin adoptar rivalidades geopolíticas. Este desafío requiere de un entendimiento y análisis profundo de las relaciones multilaterales y de los liderazgos. Requerirá de una estrategia de política exterior que fomente la cooperación sobre la confrontación. México puede ser el catalizador de la estabilidad regional y colaborador de la estabilidad global, al aprovechar su posición estratégica y su potencial económico.
Necesitamos apuntar hacia un México protagonista en la reconstrucción de la confianza global. Liderar en construir los puentes que fomenten la estabilidad geopolítica y económica en la región y más allá.