Érase el 30 de junio de 1970, cuando ya comenzábamos nuestras vacaciones del ciclo escolar 1969-1970. Estaba concluyendo mi educación primaria en la escuela ubicada en la colonia Esmeralda, Guadalupe, Nuevo León.
Dicha institución educativa se encontraba a escasos cien metros del famoso Río Santa Catarina, al oriente. Su nombre es “General Juan Álvarez”. Iniciaba, en esa vacación, una de las etapas más importantes de mi vida adolescente: billeterito de lotería.
Don Clemente Leal Garza, de los Leal de Cadereyta, era el propietario de la oficina expendedora de billetes de la Lotería Nacional número 56, ubicada en la calzada de Madero y Zaragoza. Un excelente ser humano que auspiciaba a más de una docena de adolescentes y adultos para enseñarles esta mágica actividad de ventas. Nuestra comisión era del 5% sobre las ventas en total; era un dineral para mí.
Uno de los puntos de venta de “esta chiquillada” era el de la Calzada Madero y Pino Suárez. Sí, en el camellón del Arco de la Independencia. Ahí conocimos al beisbolista apodado como “El Bambino de Chihuahua”, Héctor Espino. Recuerdo perfectamente bien que pasaba en su auto nuevo: un Dodge Dart 1970 color crema. Iba siempre con una sonrisa en la boca y, amablemente, nos decía después de comprarnos algunos billetes: “Cuídense mucho, niños, no dejen de ir a la escuela”. Era su frase de siempre. Asimismo, muchos de nuestros “clientes” fueron altos protagonistas del PRI, cuya sede estatal estaba en Pino Suárez y Arteaga.
Sin embargo, cada quien debía de construir su propia ruta o recorrido para poder vender la dotación diaria de billetes que, con el paso del tiempo, se iba incrementando. La ruta mía, en lo particular, era: partir de madero y Zaragoza, subir por la calzada hasta Pino Suárez, visitar al PRI de entonces, para luego ir a Baleros Industriales, cuyos empleados eran buenos clientes; incluso, también lo eran las personas que iban a comprar piezas y aditamentos mecánicos. No puedo dejar de mencionar a Don Ramón Carbajal como excelente comprador de lotería, relojero por excelencia. Su tallercito de reparación de relojes estaba por la acera sur de la calzada Madero entre Cuauhtémoc y Jiménez. Él se sacó varias veces el “premio mayor”; era adicto a la Lotería Nacional y le fascinaba comprar números que tuvieran el cero en medio; con el número 22032 se sacó la lotería en una ocasión.
Después de Carlos Salazar y Cuauhtémoc, el recorrido continuaba “para abajo”; es decir, hacia el oriente, pero por Isaac Garza para llegar a la Federación Nacional de Sindicatos Independientes (FNSI). En ese recinto acudía mucha gente trabajadora del área metropolitana. Me fascinaba ver los partidos de voleibol en su gimnasio, cuya entrada estaba por la calle de Galeana. Era uno de mis lugares preferidos porque ahí se vendía muy bien. Incluso, el secretario general de esta federación de ese tiempo, Don Isaac Treviño Frías, era muy buen cliente, además fue siempre muy amable y atento no solo con este “vendedor”, sino con toda la gente que atendía. La FNSI, se decía, era la alternativa laboral de los sindicatos de Monterrey; era “blanco”, en contrapeso de los sindicatos “rojos”: la CTM y CROC; al menos eso se comentaba en nuestra área metropolitana.
La FNSI nace el 29 de marzo de 1936 con 15 organizaciones sindicales. Sin embargo, no fue hasta 1964 en que se convirtió en la FNSI que hoy se conoce. Entre las organizaciones iniciales, es digno de mencionar, entre otras, al Sindicato del Hospital Muguerza, la Unión de Trabajadores de la Cervecera Cuauhtémoc y Famosa, Fábrica de Dulces La Imperial, Vidriera Monterrey, Automóviles y Camiones (Ford), así como al sindicato de trabajadores de Cementos Mexicanos; es decir, “la crema y nata de Monterrey”. La COPARMEX moviendo todos los hilos.
El lema de esta federación es “Unión y Justicia Social”. El diálogo y la concertación son sus bases para lograr condiciones de trabajo dignas; pensando también que la negociación fundamentada en la razón es el pilar para generar resultados positivos.
A pesar de los pesares y de las situaciones políticas laborales que vive nuestro amado país, esta federación está en disputa jurídica por la representación de su comité directivo estatal. Actualmente, el secretario general estatal es el señor Jesús González Cárdenas desde 2015, justo antes de las elecciones locales intermedias donde Jaime Rodríguez Calderón, “El Bronco”, se encumbra como gobernador, hasta la fecha. Sin embargo, este dirigente al parecer llega desplazando al Lic. Manuel Aguilar por, dizque, “malos manejos económicos”. Aquél crea una asamblea al vapor, alentado por altos funcionarios del gobierno estatal, para “dar un golpe de estado” al comité que encabezaba el licenciado Aguilar.
El asunto aún está en litigio, válgame Dios; incluso, el asunto se está promoviendo en la Suprema Corte de Justicia de la Nación para buscar el amparo federal y darle a cada quien lo que merece según la ley.
Lo único cierto del caso es que la política oficial marca rumbos políticos laborales donde la clase trabajadora, como siempre, son presas de las fauces “de los poderosos”, siendo éstos los patrones o el mismo gobierno. El botín electoral ha sido histórico en México; basta con recordar a Don Fidel Velázquez, cuyo liderazgo sindical era no cuestionable, y que, según rumores, hasta “palomeaba” al candidato oficial a la presidencia de la República del otrora partido hegemónico PRI; algo así como en estos días. La verdad, como es; se tenía que decir y se dijo. Hasta la próxima.