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Opinión

Auxilio: Mis adolescentes acaparan la música de mi carro

Familia Viva

Hola otra vez, parece que estas editoriales se están convirtiendo en una catarsis de una mamá de dos hermosas adolescentes. En este espacio podemos reír, llorar, gritar y reflexionar juntos. Aquí va la historia de esta semana:

Para quienes me conocen, saben que… (pausa, mientras escribo, en este momento pasan mis dos hijas peleando, una embarrando talco en el piso y otra con un plumón negro permanente sin tapa en la mano, a veces siento que nos regresamos 10 años y ellas en lugar de tener 11 y 12, tienen 2 y 3 años…respiro en cuatro segundos, sostengo siete y saco el aire en ocho segundos). 

¿En qué estábamos? Que quienes me conocen saben que me gusta cantar y si hay algo que me relaja es cantar a todo pulmón cuando voy manejando, me pongo mis lentes oscuros, le subo al volumen y pongo mis canciones de Broadway, ahí yo soy la actríz de musicales que quise ser de niña. Por cierto, hay estudios que comprueban que cantar aumenta las hormonas de la felicidad, como la serotonina y la oxitocina.

Esta vez íbamos en camino a ver una obra de teatro de la escuela de mis hijas y me ofrecí para llevarlas con sus amigas, de pronto estoy con seis chicas de 11 y 12 años en mi camioneta, me piden mi celular para poner “su música” y claro, yo, la “tía buena onda”, accedí. 

Se ponen a cantar con ventanas abiertas a todo volumen y yo sentía el impulso de unirme y cantar con ellas, me sentí como cuando yo lo hacía con mis amigas de adolescente. Ese sentimiento de libertad ir de rol por las calles, que te dé el viento en la cara, mientras cantas y sabes que las personas de afuera te ven pero no te importa porque vas cantando con tus amigas y te sientes poderosa y así… bueno esta vez no era mi turno, era el de mis hijas y sus amigas. 

Me dije a mí misma: “Mi misma… tú sólo maneja, no cantes (aunque quieras y te sepas la canción) tú maneja y sonríe con amabilidad, jajaja”. Y así lo hice, ellas la pasaron bomba, yo me porté a la altura de una mami de adolescentes que lo que más valoran tus hijos es tu discreción, silencio y distancia; jajaja, lo escribo y me río pero tú sabes que así es, no te quieren ver como parte del clan de tus amigas, sino como la mamá y punto. 

Y si aún no llegas a esta edad con tus hijos, no quiero que te traumes, porque si hay muchos otros momentos que vuelven a ser bebés, generalmente cuando no están sus amig@s, y quieren hasta que los cargues o los arrulles. 

Y ¿a dónde vamos con todo este rollo? Mis artículos son de dos cuartillas y ya llevamos casi una, el tema es que estamos en constante cambio… sí, todos, no solamente tus hijos. Ellos cambian y nosotros también. Muchas veces, la adolescencia de ellos se junta con nuestra premenopausia que aparece a partir de los 40 años o con la andropausia de los hombres y no voy a entrar en detalles porque me prometí hablar de este tema en un artículo completo, pero si te entra la curiosidad, entra a Google y checa los síntomas de estos procesos naturales y obtendrás muchas respuestas de síntomas que quizá estás experimentando. 

Pero lo que sí quiero abordar aquí es que entre más humildes seamos en que no sólo nuestros hijos están cambiando sino nosotros también, podremos conectar y llevarnos mejor en estos procesos que no son fáciles para nadie. Esta vez que sentí secuestrada la música de mi carro, era más bien mi ego, diciendo: ¿ya ni cantar te dejan en tu carro?. Pero el insight (hallazgo) que tuve fue el poder observar cómo te vas volviendo menos necesario en sus vidas; eso, aunque duela, es un signo de que estamos haciendo un buen trabajo como papás.

Última historia para terminar…hace unas semanas fui a comprar ropa para mis hijas, yo me senté en el piso del pasillo y ellas entraron solas al probador. En el probador que estaba a un lado de ellas, escuché a una mamá dirigiendo a su hija, porque eso era lo que estaba haciendo. Se escuchaban frases como “A ver, muévete para allá, ponte bien eso, voltea para acá, párate bien, te voy a tomar una foto”; ¡nooo, así noooo!

Yo me imaginé que ahí había una niña de cuatro años que no quería probarse la ropa y la mamá ya estaba desesperada. Salen del probador la mamá y su hija adolescente de unos 13 años aproximadamente. Yo me quedé muy sorprendida. No hay un manual pero sí hay muchos recursos en la actualidad para ser papás. No sabemos que la pubertad inicia a los 8 años, la adolescencia a los 12 años y se termina hasta que el cerebro se termina de desarrollar y eso puede pasar entre los 21 y hasta los 27, pero depende de cada persona. Este proceso sucede más rápido en mujeres que en hombres; no lo digo yo, lo dice la ciencia.

Esta mamá quizá pensaba que la forma de tratar a su hija de 13 años debería ser la misma que usaba cuando tenía 4 años. A la larga eso va a provocar que su hija de 13 años se rebele o se vuelva retraída e insegura de sí misma. 

Como padres, lo mejor sería tener esa sabiduría para ir ajustando nuestra forma de relacionarnos con nosotros mismos y con nuestros hijos, en cada cambio que vamos experimentando. Tener la humildad de decirles cuando no sabemos qué hacer en una situación y que estamos también aprendiendo. Hace poco vi un video de la Unicef donde hablan del cerebro del adolescente como una “nueva ventana de oportunidad” para desarrollar y aprender habilidades importantes para la vida como: socializar, aprender deportes, idiomas, instrumentos.

Daniel Siegel es un psicólogo estadounidense, autor del libro Tormenta cerebral. El poder y el propósito del cerebro adolescente.

“Durante los años de la adolescencia, nuestra mente cambia en la forma de recordar, pensar, razonar, centrar la atención, tomar decisiones y relacionarse con los otros. Desde los 12 años hasta los 24, aproximadamente, se da una explosión de crecimiento y maduración como no ha habido otra en nuestra vida. Comprender la naturaleza de estos cambios puede ayudarnos a crear una trayectoria vital más positiva y productiva”.

Siegel nos confirma que esta etapa es una forma de especialización del cerebro para desarrollar habilidades importantes para la vida adulta de nuestros adolescentes.

No te pierdas la oportunidad de seguir investigando sobre el poderoso cerebro adolescente para que podamos acompañar mejor a nuestros hijos. Al finalizar este artículo platicamos en familia sobre las fortalezas y debilidades del cerebro en esta etapa y de los efectos de la tecnología en el desarrollo de este maravilloso órgano. En otro artículo te prometo hablar de los efectos de la tecnología en nuestro cerebro.

Nos vemos en una semana.

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