Elecciones sin PAN, 1960; Segunda parte
Sección Editorial
- Por: Adalberto Madero
- 03 Septiembre 2024, 22:46
A pesar de que el PRI no tuvo contendientes para la alcaldía de Monterrey en 1960, debió trabajar a fondo para mantener el control de sus agrupaciones obreras -sobre todo, los ferrocarrileros- que exigían mayor participación en las planillas, en este periodo los sectores populares en donde también participaban mujeres tuvieron mayor presencia y respaldo del poder central, máxime que Leopoldo González Sáenz (1924-2013) era el líder de la Confederación de Organizaciones Populares (CNOP), veámoslo a continuación.
Su campaña se caracterizó por la convocatoria masiva de militantes y simpatizantes. De acuerdo a la prensa local, cada mitin contó con la presencia de cinco mil personas, donde además de escuchar a los oradores se ofrecía un banquete amenizado con los grupos musicales de moda. Se procuraba que asistieran representantes de todas las colonias populares aledañas eran recibidos con una enorme manta con la leyenda: “El pueblo, nada más el pueblo, debe ser el destinatario de la obra justiciera de la Administración Pública”. Otro rasgo importante fue el cancelar el uso de propaganda impresa, el pegoteo de carteles en los postes, bardas y paredes, el candidato consideraba que esta publicidad solamente ensuciaba la ciudad y dañaba su imagen.
Además de los mítines realizados en las colonias Independencia, Cuauhtémoc, Buenos Aires, Progreso, también visitó las fábricas más importantes de la ciudad conviviendo con los trabajadores y empresarios, destaca su visita a Hojalata y Lámina, Fierro Esponja y Aceros Alfa, Cervecería Cuauhtémoc, Grafo Regio y Titán, en donde pudo observar el desarrollo de estas empresas regiomontanas.
Respecto a la participación de la mujer, destacó: “Preocupación y empeño especial nuestro y de nuestro partido, es demandar en esta lucha el voto de la ciudadanía femenil de nuestra ciudad. Consecuente nuestro partido de la conquista revolucionaria que cristalizó el viejo anhelo de la emancipación de la mujer mexicana convoca también en esta lucha a la mujer regiomontana nosotros sabemos, estamos seguros de que nuestra mujer participará jubilosa en esta contienda (…) estamos seguros que entregará su respaldo al partido que ve en la mujer un ejemplo de civismo, un factor de dignificación de nuestras justas electorales, un centinela permanente que sirve a la patria, un ser que como dijera el Sr. Presidente de la República no debe distinguirse del hombre sino para honrarla más.”
El sexto mitin llevado a cabo el 22 de noviembre en la colonia Progreso, donde se dieron cita ciudadanos de las colonias del noroeste, así como numerosos grupos de mineros, electricistas, ferrocarrileros, cetemistas, croquistas, telefonistas y el sector femenil. En este acto expuso uno de sus mejores discursos, rico en contenido, propuestas y con menos reiteraciones en cuanto a las bondades de la Revolución.
A manera de resumen, enfatizó: “En diálogo directo con la ciudadanía, hemos recorrido las colonias, los vecindarios y las barriadas de gran parte de la ciudad, de ellos hemos recogido la expresión de sus problemas y de sus necesidades, agua y drenaje, alumbrado y pavimento, escuelas y limpieza, saneamiento moral y material, todas las necesidades que demanda la existencia de una comunidad civilizada nos han sido demandadas en este recorrido, todas las necesidades populares merecerán la atención, el estudio y la consideración del próximo gobierno municipal.(…) En Monterrey como en muchos otros lugares de la República, la Revolución no ha podido todavía cristalizar sus metas, sus objetivos y sus aspiraciones.(…)”
El cierre de campaña se llevó a cabo la noche del 3 de diciembre frente al Arco de la Independencia donde manifestó haber recorrido todas las colonias y barrios de Monterrey: “sin adversario en esta lucha, no hemos querido permanecer indiferentes, hemos ido hasta la entraña misma del pueblo.”
El domingo 4 de diciembre, día de las elecciones municipales la ciudad amaneció con clima frío, lució vacía, pese a que se esperaba mucha gente en las calles para acudir a votar. Los diarios locales destacaron que las casillas lucieron desiertas, aparecen varias fotografías en donde las escuelas y centros de salud que fungieron como casillas se mostraban completamente desoladas con la única presencia de los ciudadanos encargados de llevar a cabo el proceso electoral. La Comisión Estatal de Vigilancia Electoral y el Comité Directivo del PRI, coincidieron en que las elecciones de Monterrey se desarrollaron en completo orden aceptando que estuvieron desairadas (sic). Para las ocho de la noche, se habían reportado 258 casillas electorales, con una votación de 105,738 sufragios, a favor del candidato priista.
El 8 de diciembre de 1960, se reunió la Comisión Municipal Electoral, la que después de revisar los 279 paquetes dieron a conocer el siguiente resultado: el PRI obtuvo 110,401 votos, el PPS 2,473 y tres votos independientes; se declaró triunfante “por pluralidad de votos” al Lic. Leopoldo González Sáenz, al haber obtenido 112,877 sufragios.
Todo parecía indicar que esta contienda electoral sería como miel sobre hojuelas, sin embargo, la piedra en el zapato la colocó el Dr. Abelardo Salas Guerra, destacado panista que había participado como candidato a la alcaldía regia en 1954. El 8 de diciembre envió a título personal al Congreso local y a la Junta Computadora un oficio donde solicitaba la suspensión de la asamblea electoral -que se llevó a cabo ese día- en virtud de que se habían cometido irregularidades durante el proceso electoral. Al parecer, dicho escrito no fue tomado en cuenta por el órgano electoral porque como se describió anteriormente, el conteo de votos se llevó a cabo sin ningún contratiempo. Los diputados locales si le dieron trámite y el día 19 de dicho mes se presentó el dictamen donde se señala que el ocurrente no proporcionó “ningún elemento de prueba para justificar los hechos a que alude, por lo que el Congreso del Estado no deberá ocuparse de la queja formulada por el Dr. Abelardo Salas Guerra.”
El 4 de enero de 1961, se publicó en el Periódico Oficial el decreto que declaraba triunfante a la planilla encabezada por González Sáenz para ocupar la alcaldía de Monterrey durante el trienio 1961-1963.
En conclusión, se consolidaba la aplanadora del PRI, convirtiéndolo en la única fuerza política cuyos hilos conductores pendían desde el centro del país, dejando a la ciudad a merced de los intereses de la dirigencia nacional y la presidencia de la República.
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