Opinión

Elecciones sin PAN, 1960. Primera parte

Sección Editorial

  • Por: Adalberto Madero
  • 20 Agosto 2024, 22:31

En las elecciones municipales del 4 de diciembre de 1960, solamente compitió el Partido Revolucionario Institucional (PRI), la oposición desgastada y desanimada por la violación a los procesos electorales por parte del gobierno se abstuvo de contender dejando la puerta abierta al candidato tricolor, quien a pesar de tener todo a su favor su partido no dejo de utilizar sus tácticas para hacerse del poder, veámoslo a continuación.

A diferencia de los procesos preelectorales anteriores, cuando el Partido Acción Nacional (PAN) era el primero en animar la contienda política en esta ocasión sus comunicados eran para invitar a las reuniones de los viernes, despertándose la incertidumbre sobre su participación en los comicios locales de 1960.

La dirigencia mantuvo bajo perfil hasta que el PRI dio a conocer los nombres de sus  precandidatos. Así se expresaron en un desplegado publicado el 18 de octubre: “El centralismo político que ha impuesto en México el llamado Partido Oficial, no pudo simular en Nuevo León un remedo de pugna democrática entre sus propios miembros y antes de que se cumplieran los términos señalados en su convocatoria eliminó dictatorialmente al precandidato que había sido empujado al ruedo desde el Palacio de Gobierno, para escoger a otro favorito del centro”.

El 28 de octubre se llevó a cabo la asamblea ordinaria, en el local del partido (Escobedo y Treviño), presidida por el Lic. Luis Santos de la Garza, después de una larga exposición y análisis de la situación política de ese momento, se resolvió: “Como una enérgica protesta por falta absoluta de garantías para la obtención de voto libre y respetado y, por ende, de la auténtica representación popular en los puestos de autoridad municipal, Acción Nacional no presentará candidatos para la integración de Ayuntamientos”.

De esta manera se pavimentó el triunfo a la planilla del PRI, lo acontecido sería la crónica de un triunfo anunciado. 

Hasta mediados de septiembre, el PRI dejó entrever la posibilidad de que el Lic. Leopoldo González Sáenz, para entonces diputado federal por la entidad, fuera su abanderado a la alcaldía regia. 

El día 30 se registraron por Monterrey: el Ing. Noé González, Vicente Odón González, Lic. Américo Delgado de la Peña, Edelmiro S. Santos, Ing. Roberto Treviño González y Lic. Leopoldo González Sáenz. 

En cuanto al registro de este último, la prensa destacó que ese día había llegado acompañado de miles de personas que abarrotaron el local y las calles de Pino Suárez y Arteaga, portando documentación firmada por 13, 676 priistas que apoyaban su candidatura.  

El candidato tricolor había nacido el 6 de febrero de 1942 en Ciénega de Flores, Nuevo León. A los 11 años se trasladó a Monterrey, donde estudió la secundaria, la preparatoria y la licenciatura en Derecho en la Universidad de Nuevo León, graduándose en 1946. Se inició como abogado postulante, trabajando en su propia oficina por varios años. 

A mediados de los 50 comenzó su vida política, desempeñando los puestos de secretario de grupo de la Junta Central de Conciliación y Arbitraje del Estado, Jefe del Departamento Jurídico en la administración del Lic. Raúl Rangel Frías.

Llegó a ser Secretario General de la Federación de Organizaciones Populares del Estado de Nuevo León, en la convención de 1960 fue nombrado Secretario de Conflictos del Comité Ejecutivo. 

Fue Secretario del Ayuntamiento en el gobierno del Lic. Rafael González Montemayor, el cual cubrió brevemente, ya que fue designado Diputado federal del Primer distrito de Nuevo León, cargo que ostentaba hasta el momento de su precandidatura. 

El día 30 de octubre, al cerrarse el registro de candidatos y planillas ante la Comisión de Vigilancia Electoral, el Partido Popular Socialista (PPS) también registró al Lic. Leopoldo González Sáenz como su candidato a la presidencia municipal. Finalmente, el día 1 de noviembre se dio a conocer el triunfo arrollador de González Sáenz, poniéndose a sus órdenes los tres sectores del PRI y prometiéndole su respaldo incondicional. 

Su campaña se llevó a cabo durante el mes de noviembre, la cual se concentró en siete mítines y mismo número de visitas a las empresas regiomontanas más emblemáticas. 

En los grandes eventos públicos se procuró integrar al mayor número de sectores sociales, tanto del PRI como de los ciudadanos de las colonias más humildes de la ciudad, en su discurso siempre soslayó el compromiso de su partido con las causas de la gente pobre, a la cual denominó “cinturón proletario”. 

El contacto con las familias humildes le permitió ver de cerca las necesidades apremiantes de miles de personas que carecían de los medios básicos para sobrevivir para de esta manera ir tejiendo un programa de acciones para su gobierno, en virtud de que se carecía de dicho documento, el cual “se iría integrando con las propuestas que a él y su equipo de trabajo les hiciera la población en dichos mítines”, no se contó con un programa municipal.

En cuanto al sector empresarial, quedó claro su interés por reconciliarse para contar con su apoyo a la hora de implementar los programas de desarrollo social.

Hay que recordar que varios integrantes de este sector, en anteriores campañas municipales, habían manifestado su respaldo al PAN. 

El escenario estaba preparado para llevar a cabo una elección en la que se consolidaría el régimen de partido único, donde la prioridad era mantener la unidad hacia el interior del órgano político para tranquilizar a los grupos locales para que respaldaran las designaciones hechas desde el centro del país.

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