Las elecciones municipales celebradas en Monterrey el 2 de diciembre de 1979 tuvieron como principales contendientes a Pedro F. Quintanilla Coffín y Ricardo Torres Martínez, candidatos del PRI (Partido Revolucionario Institucional) y el PAN (Partido Acción Nacional), respectivamente. Una de las principales variantes del proceso electoral fue la designación del candidato panista: un ciudadano que se había desempeñado en el gobierno estatal y que, presumiblemente, era militante priista, lo que causó revuelo tanto al interior de los referidos partidos como en la ciudadanía. Veámoslo a continuación.
El PRI fue el primero en prepararse para la contienda electoral. El 3 de octubre publicó, en plana completa, su convocatoria para la celebración de las convenciones municipales ordinarias. Ese mismo día se informó que los tres sectores del PRI habían propuesto como precandidatos a las alcaldías de Monterrey, Guadalupe y San Nicolás, Pedro F. Quintanilla Coffin, Humberto Cervantes Vega y Ricardo Canavati Tafich, respectivamente.
En su primera entrevista, publicada el 5 de octubre, Quintanilla Coffin planteó que creía en la inteligencia más que en la violencia para que Monterrey fuera una ciudad provinciana y hospitalaria. Un día después de haber cumplido 65 años, afirmó que la ciudad necesitaba buenos servicios para que el regiomontano “vuelva a sentirse miembro de una comunidad y de una ciudad digna de vivir”. Su principal fórmula para lograr lo anterior era hacer de Monterrey una ciudad provincial: “aunque me tachen de romántico, hay que volver al barrio, hay que hacer sentir a los ciudadanos miembros de una misma comunidad en que se conjugan sus intereses”. Al ser ratificado por los tres sectores del PRI, el todavía procurador de Justicia señaló que no había pensado en una campaña, sino en ideas generales. “Son ideas tan sencillas y fáciles de creer como un programa que se dedique a pensar en cosas sencillas: acercar y satisfacer servicios del ciudadano; es fácil de entender y de captar”.
El 10 de octubre se llevó a cabo el registro de su precandidatura en el gimnasio del PRI, acto que estuvo presidido por el delegado general, el senador Morelos Jaime Canseco. En su intervención, dijo que era necesario hacer de Monterrey un bello hogar para los regiomontanos. Ese día, un columnista destacó que la designación del precandidato para Monterrey “fue unánimemente bien recibida, ya que el elegido goza de buena fama como hombre honesto, amable y bien intencionado. A esas cualidades suma una muy importante: ser amigo muy cercano del señor cuyas iniciales son AMD (Alfonso Martínez Domínguez)”. También agregó que, para esa fecha, el PAN todavía no tenía precandidato y argumentó la probabilidad de que este partido no participara en la elección regia o que postulara a un candidato sin mucha fuerza.
Quintanilla Coffin nació en Monterrey el 4 de octubre de 1914. Su familia estaba compuesta por cinco hijos y su esposa, María Josefina Gómez Noriega y Villalobos, quien había fallecido en abril de 1979. Se recibió de abogado el 25 de noviembre de 1940 en la Universidad Nacional de México, habiendo tenido estudios previos en la Escuela de Jurisprudencia de Nuevo León y preparatorios en el Colegio Civil. Fue catedrático de Derecho Constitucional en la Facultad de Derecho de la Universidad de Nuevo León y de Lógica en la Preparatoria Nocturna de esta institución. Había ocupado hasta entonces los siguientes puestos: jefe del Departamento Jurídico del Estado en 1949, secretario del Cuerpo Consultivo de Administración del Estado de 1949 a 1955, asesor de la Junta de Obras del Río Santa Catarina, miembro de la Junta de Agua Potable de Monterrey, diputado local de 1961 a 1963, secretario de Ayuntamiento de Monterrey de 1964 a 1966, diputado federal de 1967 a 1969, presidente del Comité Municipal del PRI en 1968, y secretario de Acción Ideológica en la CNOP en 1967. Al momento de su postulación, era Procurador de Justicia del Estado. Desde 1940 había sido abogado postulante y colaboró como articulista en el matutino Diario de Monterrey. Fue miembro del Colegio de Abogados de Nuevo León y de la Sociedad de Historia, Geografía y Estadística de Nuevo León.
El 13 de octubre, a las 11 horas, en el Teatro María Teresa Montoya, los tres sectores del PRI llevaron a cabo su convención municipal, en la que postularon a Pedro F. Quintanilla Coffin. En su primera comparecencia como candidato, afirmó que si llegaba a la presidencia municipal lucharía por todos y para todos los que nada tienen, solo su ansia de vivir. A ellos dedicaría su esfuerzo y empeño sin más límites que su capacidad, entrega y pasión pues para todos, “Monterrey es primero.” Prometió un gobierno capaz de encontrar nuevas soluciones a problemas viejos para que Monterrey fuera una ciudad limpia y amable, que fuera el hogar común de la familia regiomontana. El día 15 solicitó licencia de tres meses para separarse del cargo de procurador y dedicarse de lleno a su campaña. En dicho evento, afirmó que era necesario preguntarse: ¿qué problemas no tiene Monterrey? Entre los más angustiosos, citó: el de la introducción de agua y drenaje, los de limpieza y vigilancia.
Por su parte, la dirigencia del PAN, a través de su jefe de prensa, Jesús F. Carlos, criticó la lista de precandidatos priistas dada a conocer el 4 de octubre, destacando que el gobierno y el partido oficial seguían operando mediante el caciquismo, principal enemigo del sufragio democrático. En virtud de esta tendencia, que tanto había dañado los comicios de 1976, el panista subrayó que su partido únicamente contendería en los municipios del área metropolitana “ya que en los rurales prevalecía el caciquismo, por lo que resultaba inútil participar en donde el monopartidismo controlaba toda la maquinaria electoral”. Anunció que en la segunda quincena de octubre arrancarían las convenciones municipales, señalando que los candidatos que se barajeaban para la alcaldía regia eran “dos corrientes afines a las personas de Luis J. Prieto y Raúl Garza Sloan”. Esta última aseveración se apartaría totalmente de la realidad cuando, días después, se dio a conocer el nombre del ungido para ocupar la presidencia de Monterrey.