Esta última semana ha habido diversos eventos relacionados con jóvenes, por lo que es importante puntualizar algunas ideas. Por un lado, a nivel local, trasciende una conducta inapropiada de varios adolescentes en un centro escolar, quienes maltratan o abusan.
Según las versiones que se han hecho públicas respecto de los hechos. Con pena, se debe decir a los titulares de los centros educativos que deben recibir asesoría por parte de personas capaces en el manejo de temas de seguridad escolar.
Aquí les dejo una opción: mickbotello@gmail.com. Hasta donde yo sé, todo el tema estuvo mal manejado por la institución. Luego, por los otros chicos y muchos adultos que, quizá con una buena intención respecto de atender un tema grave e importante, no debieron darle publicidad a los hechos, pues se trata de menores involucrados en conductas o infracciones que, si fueran mayores de edad, serían considerados delitos.
Las instituciones educativas, tratándose de menores que presenten una queja, reporte o dicho de que fueron víctimas de algo, deben activar de inmediato los protocolos y no prejuzgar ni ocultar hechos. La imagen de una institución se daña más cuando no se toman las acciones correctas. Al recibir la noticia, se debe notificar a los padres y también a la autoridad civil, para que sean ellos quienes investiguen y determinen lo que al final haya que hacer. De la misma manera, debe llamarse a los padres de los jóvenes que son señalados de participar y hacerles del conocimiento del reporte y de que se da aviso a las autoridades investigadoras.
En todo caso, se debe preservar la escena y no permitir que se altere. Deben ser los agentes y peritos especializados en recabar evidencias quienes hagan los levantamientos de todo aquel material, sustancias o cosas que permita esclarecer los hechos y relacionar con el evento, ya sea infracción o delito. En el manejo de información a los demás miembros de la comunidad escolar, se debe comunicar que hubo un reporte de un hecho y que el mismo se investiga por las autoridades que no son parte de la institución escolar. Además, por tratarse de menores, debe evitarse propagar nombres y la difusión de los hechos para no caer en algo tan grave como el mismo hecho que es la revictimización. Aunque parezca que la comunidad tiene mucha empatía y defienda a la presunta víctima, mencionar su nombre y sus características no le abona a su vida futura, pues la sociedad conocerá y recordara los datos negativos del evento en estudio, así como también de los supuestos agresores.
Aclaro que, cuando me refiero a supuestas víctimas y agresores, es porque no me constan los hechos, y sería muy irresponsable de mi parte dar por cierto sin que me conste. Todos, la institución educativa del caso, las autoridades investigadoras, los otros alumnos, sus padres de familia y el resto de la comunidad, debemos respetar con la debida prudencia y sigilo la delicadeza del caso, incluyendo a los medios de comunicación, sobre todo porque se trata de menores de edad, quienes tienen un tratamiento diferente.
Algo similar debe observarse en otras instituciones cuando se trate de adultos, obvio con sus variantes, pero la institución, ya sea educativa o laboral o de cualquier tipo, no puede asumir el carácter de autoridad investigadora y sancionadora de faltas o delitos. Para eso existen las autoridades y también profesionales que les pueden ayudar a tener protocolos de actuación, manejo de crisis y la comunicación correcta en estos casos. Hasta aquí ese reclamo o regaño.
Lamento mucho lo ocurrido en Salamanca, Guanajuato. No concibo qué puede motivar a un miembro de grupos delincuenciales a accionar armas de alto calibre contra jóvenes que no hacen daño a nadie y que, al contrario, están participando en grupos de pastoral juvenil. Eso es algo que, entre muchas otras cosas, nuestros muchachos necesitan: tener mayor espiritualidad y convivencia pacífica, buscando el bien común en la convivencia con otros pares de la edad. Me remonto a mis tiempos de chavo, cuando me reunía con amigos para realizar actividades de diferentes tipos dentro de los Escuderos de Colón, un grupo juvenil de los Caballeros, y otros amigos en sus grupos, ya fueran deportivos, coros o rondallas. Me estruja el corazón. Son cosas que no puedo entender, una razón o motivo. Si me apuran un poco, quizá alcancen la denominación de mártires de la Iglesia en tiempos actuales. Mi solidaridad con sus familias.
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