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Opinión

Elecciones chapulineadas, 1979. Segunda parte

Pensando en La gente

El 28 de octubre de 1979 se dio a conocer el nombre del precandidato a la alcaldía de Monterrey del PAN, un popular profesor que se había desempeñado como funcionario en la administración priista: Ricardo Torres Martínez. La noticia generó polémica, convirtiéndose en el punto crítico más renuente durante la precampaña de ambos partidos. Veámoslo a continuación. 
 
El profesor Torres Martínez fue precandidato del PRI a la alcaldía de Monterrey en 1976, cuando resultó electo César Santos Santos. Nació en Monterrey el 23 de mayo de 1933, realizó sus estudios básicos y superiores en esta ciudad, fue fundador del Consejo Técnico de Educación de Nuevo León, autor de varias técnicas y ensayos sobre metodología educativa, representó a Nuevo León ante la UNESCO en París y España, escribió en algunos diarios locales y fue comentarista de radio y televisión. Reconocido conferencista en los centros y clubes sociales de la localidad, era famoso por su afición a la tauromaquia y al deporte. 
 
Un día antes de su designación, un columnista local señaló que Torres Martínez siempre había vivido en la colonia Obrera. Todo su patrimonio era una casa hipotecada y un ranchito que heredó. Respecto a su actual desempeño profesional, señaló que era encargado de relaciones públicas en  la Cigarrera La Moderna y que, desde septiembre de 1979, colaboraba en la Dirección de Preparatorias de la Universidad Regiomontana. La candidatura se la propusieron el 18 de octubre, cuando se encontraba en Campeche desempeñando una comisión de educación. “Los panistas hablaron telefónicamente con él 17 veces y luego una comisión se trasladó hasta allá para notificarle personalmente su designación, la cual estudió junto con su familia a su regreso a Monterrey para, posteriormente, afirmar su interés de ser postulado por el PAN”.
 
Al darse a conocer su nominación como precandidato del PAN, subrayó no ser militante de ningún partido. Había aceptado gustoso la invitación del partido albiazul: “Atiendo a un llamado del pueblo regiomontano, y ello significa buscar el triunfo de la ciudadanía en la próxima contienda electoral”. Declaró conocer los problemas que afrontaba la comunidad: “El pueblo carece de los servicios de agua potable, de drenaje sanitario, y falta de medios y eficientes transportes colectivos, así como la marginación social de millares de familias”. Añadió que había infinidad de familias que, por carecer de infraestructura social, no podían aspirar a una vida digna y decorosa. Destacó que seguiría viviendo en la colonia Obrera, donde iniciaría su campaña política y presentaría su declaración de bienes.
 
Ese mismo día, el comité albiazul llevó a cabo la convención municipal, donde participaron más de 300 militantes. De acuerdo con los medios, la nominación de Torres Martínez levantó polémica en un sector del panismo local, que no veía con buenos ojos que un colaborador del PRI contendiera con los colores del PAN. 

La dirigencia panista trató de minimizar los diferendos. Luis J. Prieto, quien fue designado candidato a alcalde suplente, mencionó los criterios que se tomaron en cuenta para la nominación: “El candidato debería surgir del pueblo, con capacidad para administrar honradamente, con alto grado de cultura y educación, con espíritu de servicio, honestidad en su persona y respeto a la dignidad del hombre. Este es el perfil del candidato, y tan seguro estoy que Ricardo Torres Martínez cumple con estos requisitos, que decliné mi postulación como candidato a alcalde propietario, para cedérsela a él”. El diputado local del PAN, Gonzalo Guajardo Hernández, afirmó que únicamente la diputada suplente Minerva Díaz Arguello “había manifestado su rechazo. No llegaron a 10 las personas que se retiraron del recinto del patio en señal de protesta por la elección del profesor”. Agregó que el grupo disidente apoyaba la nominación de José Ángel Conchello, a pesar de que éste tenía menos de un año de haber retornado a la ciudad, incumpliendo con el requisito legal de residencia. Por su parte, la legisladora panista reconoció que votó en contra de Torres Martínez, asegurando estar apoyada “por muchos jóvenes, cuya cantidad no puedo determinar. Confío en estar equivocada al oponerme al candidato panista a la alcaldía, por el bien del PAN”.
 
Ese día de la Convención, el flamante candidato albiazul negó haber participado en las filas del PRI, contrariando la declaración de Eloy Abego, presidente estatal de dicho partido, quien había asegurado que Torres Martínez estaba afiliado “y que en caso de aceptar la postulación del PAN, sería expulsado”. Al respecto, el profesor recordó la pasada elección municipal, cuando pretendió participar como precandidato: “Cuando unas 200 mil personas me apoyaban como candidato a la alcaldía de Monterrey, el PRI les cerró las puertas y les dijo que no militaba en ese partido”. Con esta aseveración daba por sentado no tener filiación priista. Aseguró que triunfaría en los comicios del 2 de diciembre y que encabezaría una administración honrada y limpia. 
 
Al preguntársele a los altos mandos del PRI su impresión sobre el candidato panista, el senador Morelos Jaime Canseco, delegado general en Nuevo León, señaló que era un “panista vergonzante”, y que eso evidenciaba “que ningún figurón panista le quiso entrar a Pedro F. Quintanilla”. Gustavo Carvajal Moreno, presidente nacional de dicho partido, destacó que éste “estaba más fuerte y unido que nunca, porque las ratas han saltado del barco y nos quedamos los priistas. Aquí en Nuevo León, en donde la oposición se decía fuerte, no ha podido encontrar un candidato propio y ha tenido que recurrir a una compra de 30 monedas que les va a fallar”, sentenció.
 
Bajo un ráfaga de declaraciones cargadas de denostaciones contra el abanderado panista, daba inicio el proceso electoral de 1979, comicios que, según los analistas, serían una prueba de fuego para el gobierno federal, en su intento por imponer la reforma política.

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