Elecciones azorrilladas, 1976. Quinta parte
Sección Editorial
- Por: Adalberto Madero
- 29 Enero 2025, 00:35
Para las elecciones municipales del 5 de diciembre de 1976, además del PRI y el PAN, el día 28 de septiembre los partidos Auténtico de la Revolución Mexicana (PARM) y Comunista Mexicano (PCM) registraron sus planillas. El primero contendría por cuatro alcaldías; en Monterrey, registró la misma planilla del PRI, encabezada por César Santos, y en los otros casos participaría con militantes parmistas. El PCM solamente disputaría el ayuntamiento regio, teniendo como candidato a Pedro Benítez, abogado egresado de la UANL, originario de Tamazunchale, San Luis Potosí, con más de 27 años de radicar en la capital nuevoleonesa. Su principal proyecto de gobierno era la creación de unidades populares que agruparan a posesionarios, trabajadores y estudiantes. Su principal ícono de campaña consistía en portar un paliacate como el que usaban campesinos, obreros y, en general, la gente humilde, buscando tener más identificación con los trabajadores.
El 4 de diciembre, los medios publicaron un telegrama que envió Raúl Garza Sloan, presidente del Comité Municipal del PAN, al gobernador Zorrilla Martínez, en el que denunciaba que la Comisión Municipal Electoral de Monterrey estaba cometiendo un atraco al negarse a aprobar los nombramientos de sus representantes electorales, a pesar de que estos contaban con su credencial de elector, faltando solamente un día para las elecciones. Por la noche, Pablo Emilio Madero y Humberto Junco coincidieron en afirmar que solamente el pueblo podía frustrar el fraude electoral que se avecinaba, sí concurría a votar de manera numerosa. Al respecto, propusieron: “Contra el gran fraude, gran votación.”
El día de la elección, el priista César Santos estaba seguro de salir vencedor en los comicios porque la gente iría a votar de manera copiosa. Su principal preocupación era “corresponder con esfuerzo a la confianza del pueblo y darle al regiomontano de las márgenes sociales un ámbito decoroso, donde las calles estén limpias y sean seguras, la vivienda corresponda a la dignidad humana y el ocio encuentre el recreo útil. En fin, hacer de Monterrey la ciudad alegre y confiada”. Entrevistado en las oficinas de su comité en Juan Ignacio Ramón, informó que, en los 45 días que duró su campaña, recorrió toda la ciudad. Las jornadas iniciaban a las ocho de la mañana y concluían por las noches. Agregó: “Penetrar en la raíz del pueblo, sus colonias, sus familias, en las fábricas con los trabajadores y con los empresarios, estudiantes e intelectuales”. Respecto a su programa de trabajo, dijo que ya lo tenía formulado y que oportunamente lo daría a conocer. Lo que más le preocupaba eran los servicios públicos, los cuales deberían mejorarse y ampliarse para llegar a un mayor número de regiomontanos.
Para la medianoche del 5 de diciembre la dirigencia tricolor aseguraba que 49 de sus 51 candidatos a las alcaldías de Nuevo León habían obtenido victorias definitivas. En Monterrey, César Santos iba a la cabeza en los primeros escrutinios, aunque aceptó que, en San Nicolás, el PAN había retenido el Ayuntamiento. A pesar de que los priistas señalaban que los ciudadanos habían acudido de manera copiosa a votar, los diarios locales afirmaron lo contrario. El acto eleccionario, al menos en Monterrey, pasó casi inadvertido para muchos regiomontanos, “que como siempre atendieron sus tareas habituales: compras, paseo con la familia, misa, o simplemente descansar; y sólo pocos fueron a las urnas electorales”. El número de empadronados se estimó en 426 mil, que debían emitir su voto en 497 casillas distribuidas por todos los rumbos de la ciudad.
Las casillas se abrieron a las ocho de la mañana y se cerraron a las seis de la tarde. Sin embargo, directivos del PAN aseveraron que algunas empezaron a operar dos horas más tarde, por causas que dijeron ignorar. Concluyeron que las casillas localizadas en el primer cuadro de la ciudad registraron poca asistencia, y otras resultaron prácticamente vacías, sobre todo en las colonias residenciales. El mayor número de votantes se registró en sectores populares.
El presidente de la Comisión Estatal Electoral, Francisco Valdés Treviño, esa misma noche dio a conocer los primeros resultados de los comicios, señalando que en Monterrey la votación fue de 51 mil 207 votos a favor de César Santos, contra 15 mil 355 de Pablo Emilio Madero y 4 mil 322 del PARM. Destacó que se recibieron quejas tanto del tricolor como del albiazul; ambos denunciaron la utilización de porros de la UANL y de los propios partidos. A pesar de dichos incidentes, aseguró las mil 100 casillas que funcionaron lo hicieron sin alteraciones. Expresó que, por primera vez en la historia política de México, habría regidores de Partido, lo cual era fruto “de la nueva Ley Electoral que promovió el Dr. Pedro Zorrilla Martínez,” señalo el también secretario de Gobierno.
En contraste, esa misma noche el comité panista declaró que Pablo Emilio Madero iba a la cabeza. Hasta las 23 horas, la votación era la siguiente: 55 mil 789 a su favor y 28 mil 251 para Santos, cuando ya se habían escrutado 430 casillas y faltaba por conocer el resultado de 67. Esta declaración fue severamente criticada por el PRI, quien, a través del diputado local Antonio Gutiérrez Welch, sostuvo que la participación del PAN había sido vergonzosa. Agregó que todas las declaraciones de los dirigentes panistas, arguyendo que el presidente de la República y el gobernador del estado habían metido las manos en el resultado de los comicios locales, no eran más que una cortina de humo “de los atracos vergonzantes que cometió el PAN con brigadas de choque, porros y grupos de agresión del área metropolitana, particularmente en Garza García y San Nicolás”.
Al día siguiente de la elección, se encarnizó la lucha por el poder entre el PRI y el PAN, comicios en los que abundaron irregularidades y excesos por parte del partido en el gobierno.
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