En el reparto de secretarías de la nueva administración, el PAN volvió a perder. Y ni como defenderse, pues aportó tan pocos votos (81,526, equivalentes al 6% del total) en la elección de Manolo Jiménez, que cualquier reclamación sería usada en su contra. Acción Nacional no obtuvo ni reintegros, puros premios de consolación. En vísperas del cambio de gobierno, el Congreso autorizó, a propuesta de Miguel Riquelme, 63 fíats notariales para pagar favores a funcionarios, políticos e incluso a sus júniores. En la nómina aparece Guillermo Anaya, quien hace seis años estuvo a punto de ser gobernador; Francisco de León, hermano del exlíder estatal del PAN, Jesús de León, y Lizbeth Ogazón, diputada de Morena. También figura el zar anticorrupción del moreirato, Homero Flores Mier, y Armado Prado, ahijado del exsecretario de Gobierno, Armando Luna. Todo en familia.
El convenio de coalición de la Alianza Ciudadana por la Seguridad, suscrito por Elisa Maldonado, Rodrigo Fuentes y Jesús Zambrano, líderes estatales del PAN, PRI y presidente de la dirección nacional ejecutiva del PRD, establece que, en caso de resultar electo Manolo Jiménez, “se conformará un gobierno de coalición”. Los partidos aliados “previo acuerdo concreto, aportarán las propuestas de personas que cumplan con el perfil idóneo, que se integrarán en cargos de diversos niveles jerárquicos de la administración pública estatal, conforme a los objetivos de la plataforma electoral y visión de Gobierno para los próximos años” (cláusula décima quinta).
¿El PAN no presentó “perfiles idóneos” para puestos de jerarquía por encima de las secretarías de Cultura y de la Mujer o simplemente fue ignorado? La dirigente panista Elisa Maldonado no ha dicho pío al respecto. El puesto la abruma. Al PAN le puede suceder lo mismo en la elección de alcaldes: ser relegado a los cuatro municipios que ganó en 2020 (Monclova, Arteaga, General Cepeda y Candela). Saltillo, Torreón y las fórmulas de diputados y senadores serán para el PRI. Jiménez obtuvo proporcionalmente más votos en la metrópoli lagunera (190,000) que en la capital del estado (199,000).
Acción Nacional ha pagado caro su abyección y no hay nada a la vista que medianamente compense la vergüenza. El partido que durante décadas representó la única oposición real en el estado y que en las luchas contra el autoritarismo y la falta de democracia escribió páginas dignas y viriles, finca hoy sus esperanzas en una utopía: que Xóchitl Gálvez sea presidenta como Milei en Argentina. El panismo se da ánimo: “Xóchitl va abajo en las encuestas, es cierto, pero las campañas aún no empiezan”, “Los medios transmiten otra idea y magnifican los errores, pero nuestra candidata le dará la vuelta a la tortilla”.
En 2017, las fuerzas entre el PRI y Acción Nacional estaban equilibradas con el 38.9% y el 36.4% de los votos. Hoy, Morena (21.3%) y el PT (13.3%) ocupan el segundo y el tercer lugar como los partidos más votados. Entre el PAN y Unión Democrática de Coahuila (UDC) sólo median tres puntos (6%/3%). La displicencia, el conformismo y los pactos con el gobierno acabaron con una organización fundada en el humanismo cristiano, cuyos líderes, cansados de esperar, le dieron la espalda a la ciudadanía.
Sobre el pragmatismo que invocan para justificarse, Mario Luis Fuentes, Premio Nacional Rostros de la Discriminación “Gilberto Rincón Gallardo”, escribe: “La corrupción, la impunidad, la desigualdad, la pobreza y los rezagos sociales, la violencia, las agresiones contra la prensa y la sociedad civil (...) son resultado en buena medida del asentamiento de un pragmatismo cínico en prácticamente todas las esferas del poder...” (Imagen Radio, 29.05.17).