Es una imprudente osadía ventilar nombre de posibles aspirantes al gobierno de Nuevo León cuando el 2025 viene cargado de augurios siniestros: las amenazas de Trump, el crimen organizado, la crisis de valores públicos, y así.
Semejante dislate de barajar nombres cuando no tenemos Presupuesto 2025, cuando alcaldes como Jesús Nava, de Santa Catarina hacen de la traición un modus operandi, según ellos virtuoso, es una afrenta a la gente de Nuevo León.
¿Con qué credenciales son capaces de ostentarse como posibles candidatos o candidatas de Morena, o del PRI o del PAN (tal parece que no irán juntos en los próximos comicios locales), si a todas luces no han asumido el cargo o fingen laborar desde la comodidad de su casa?
¿Con qué desfachatez se contonean por los medios de comunicación y las redes sociales como si fuera una pasarela virtual en busca de aplausos y ovaciones, si no saben más que tomarse selfies a la entrada del Congreso?
¿Con qué cinismo prometen que corregirán rumbos y derroteros en la gestión pública, si su única misión autoasignada es filtrar trascendidos y especulaciones en medios o lanzar ataques anónimos?
¿Con qué criterio se lucen como flamantes remediadores de la falta de alumbrado público, o de tapado de baches que no se disuelven como arena a las pocas semanas de haberse reparado, si no saben decir nada más allá de lo escrito en las tarjetas que les pasan sus subalternos o que les ponen sus asesores en el teleprompter?
¿Con qué lealtad dicen empeñar su palabra a los electores, si no se han visto más que saltar de una elección a otra con diferentes siglas y colores, o diciendo que ahora son de derecha, mañana de izquierda y pasado quién sabe?
¿Con qué cara pretenden que les creamos sus mentiras, si solo se asoman por sus municipios y distritos para dar el informe anual de lo que fingen haber realizado?
No abusen de nuestra inteligencia. A otro perro con ese hueso.
A esos sinvergüenzas que sueñan con la gubernatura de Nuevo León, sépanlo de una buena vez: no los queremos ni los necesitamos. Ya les conocemos sus manoseadas mañas, sus viejos atracos y sus nuevas argucias.
Esos profesionales del asalto en despoblado, que no le dan agua ni al gallo de la pasión, ya no les creemos ni el bendito.
Aprovechen mejor estos días festivos para recogerse al amparo de sus casas, no vacacionando en una playa caribeña, para hacer un piadoso acto de contrición y entender que la política es algo más que engañar y esquilmar al prójimo.
Para la gente de Nuevo León, habitantes de esta sagrada tierra, les deseo paz y bienestar en esta Nochebuena y una Feliz Navidad. A los vivales, en cambio, les deseo que tarde o temprano los alcance el largo brazo de la ley, y se haga justicia en contra suya. Es lo que han terminado por merecerse. No está de más el panorama tétrico del 2025 ni los problemas que se nos vendrán como viento negro el próximo año.