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Opinión

Héctor Morales y la convicción responsable

Sin Censura

Hay acumulación de experiencia bien decantada en sabiduría en la persona de Héctor Morales. Ayer rindió protesta como diputado local y su incorporación al Congreso del Estado reviste de altura política a esta 77 legislatura que había empezado con el pie izquierdo.

Vale la pena atender la biografía de Héctor Morales, sobre todo en el acercamiento que ha tenido con los políticos más reconocidos de la historia local y con algunos de otras latitudes.

Alcaldes y  gobernadores excepcionalmente notables, con los que Héctor Morales colaboró desde muy joven, le impregnaron ese sentido del servicio público como consagración a una noble causa y, al mismo tiempo, lo dotaron de una eficacia institucional en la presentación de resultados que se añoran últimamente en un priismo nacional tan envilecido, ruin y alicaído.

Héctor ha sido legislador, secretario del ayuntamiento de Apodaca, secretario del Trabajo en el gobierno estatal, y otros cargos que ha ejercido con decencia y verticalidad. Sabe diseñar consensos y no asume la política como duelo de poder para someter y humillar rivales.

Hace muchos años le escuché decir a don Luis M. Farías el mejor elogio hacia Héctor Morales. Me decía don Luis que hay dos tipos de políticos: quienes se apegan a la moral de la convicción y quienes se atienen a la moral de la responsabilidad pública.

En realidad, le aclaré a don Luis (por demás un político culto y refinado), que esa división era de Max Weber y don Luis me respondió que, en efecto, era Weber quien diferenciaba a los servidores públicos que operan a partir de principios éticos inquebrantables de quienes operan a partir de la responsabilidad pública para resolver problemas sociales con ecuanimidad.

Pero los políticos como Héctor Morales sintetizan las dos formas de esa clasificación moral y son políticos “de convicción responsable”. “Y este joven, Héctor Morales, es un político de convicción responsable”.

Sigo coincidiendo con don Luis M. Farías con la salvedad de que Héctor Morales ya no es un joven. Pero, fuera de ese pequeño inconveniente (a mí me gustaría también por muchas razones ser joven), las otras dos condiciones de Héctor Morales  permanecen intactas. Ojalá sepan aprovecharlas en esta recién nacida legislatura del Congreso local.

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