El Papa Francisco: el Espíritu Santo mantiene alerta a la comunidad creyente y la instruye continuamente, llamándola a la conversión
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El Papa Francisco: el Espíritu Santo mantiene alerta a la comunidad creyente y la instruye continuamente, llamándola a la conversión
Del 5 al 11 de julio del 2024 (VIS)
A LA JORNADA MUNDIAL DE ORACIÓN POR EL CUIDADO DELA CREACIÓN… Continuación. 3. Toda la creación está implicada en este proceso de un nuevo nacimiento y, gimiendo, espera la liberación.
Se trata de un crecimiento escondido que madura, como “un grano de mostaza que se convierte en un gran árbol” o “levadura en la masa” (cf. Mt 13,31-33).
Los comienzos son insignificantes, pero los resultados esperados pueden ser de una belleza infinita.
En cuanto espera de un nacimiento — la revelación de los hijos de Dios— la esperanza es la posibilidad de mantenerse firmes en medio de las adversidades, de no desanimarse en el tiempo de las tribulaciones o frente a la barbarie humana.
La esperanza cristiana no defrauda, pero tampoco da falsas ilusiones; si el gemido de la creación, de los cristianos y del Espíritu es anticipación y espera de la salvación que ya se está realizando, ahora estamos inmersos en muchos sufrimientos que San Pablo describe como “tribulaciones, angustias, persecución, hambre, desnudez, peligros, espada” (cf. Rm 8,35).
Entonces la esperanza es una lectura alternativa de la historia y de las vicisitudes humanas; no ilusoria, sino realista, del realismo de la fe que ve lo invisible.
Esta esperanza es la espera paciente, como el no -ver de Abraham.
Me agrada recordar a ese gran creyente visionario que fue Joaquín de Fiore — el abadcalabrés “de espíritu profético dotado”, según Dante Alighieri [2]— que, en un tiempo de luchas sanguinarias, de conflictos entre el papado y el imperio, de cruzadas, de herejías y de mundanidad de la Iglesia, supo indicar el ideal de un nuevo espíritu de convivencia entre los hombres, basado en la fraternidad universal y la paz cristiana, fruto de Evangelio vivido.
Ese espíritu de amistad social y de fraternidad universal lo propuse en Fratelli tutti.
Y esa armonía entre los seres humanos debe extenderse también a la creación, en un“antropocentrismo situado”(cf. Laudate Deum, 67), en la responsabilidad por una ecología humana e integral, camino de salvación de nuestra casa común y de nosotros que habitamos en ella.
4. ¿Por qué tanta maldad en el mundo? ¿Por qué tanta injusticia, tantas guerras fratricidas que causan la muerte de niños, destruyen ciudades, contaminan el entorno vital del hombre, la madre tierra, violentada y devastada? Refiriéndose implícitamente al pecado de Adán, San Pablo afirma:«Sabemos que la creación entera, hasta el presente, gime y sufre dolores de parto» (Rm 8,22).
La lucha moral de los cristianos está relacionada con el “gemido”de la creación, porque esta última «quedó sujeta a la vanidad» (v. 20).
Todo el cosmos y toda criatura gimen y anhelan “ansiosamente” que se supere la condición actual y se restablezca la originaria… Entonces, en la redención de Cristo es posible contemplar con esperanza el vínculo de solidaridad entre el ser humano y todas las demás criaturas.
5. En la expectación esperanzada y perseverante de la venida gloriosa de Jesús, el Espíritu Santo mantiene alerta a la comunidad creyente y la instruye continuamente llamándola a la conversión de estilos de vida, para que se oponga a la degradación humana del medio ambiente y manifieste esa crítica social que es, ante todo, testimonio de la posibilidad de cambio.
Esta conversión consiste en pasar de la arrogancia de quien quiere dominar a los demás y a la naturaleza―reducida a objeto manipulable―, a la humildad de quien cuida de los demás y de la creación.
«Un ser humano que pretende ocupar el lugar de Dios se convierte en el peor peligro para sí mismo» (Laudate Deum, 73), porque el pecado de Adán destruyó las relaciones fundamentales por las que vive el hombre: la que tiene con Dios, consigo mismo y con los demás seres humanos, y la que tiene con el cosmos.
Todas estas relaciones deben ser, sinérgicamente, restauradas, salvadas, “reorientadas”. No puede faltar ninguna. Si falta una, falla todo.