Opinión

¿El orden de nacimiento realmente importa?

Sección Editorial

  • Por: Nora Lilia Zambrano
  • 23 Septiembre 2024, 08:34

La manera en la que una persona es, piensa, siente y se comporta, es el resultado de una interacción de factores. El orden de nacimiento es solo una pieza del rompecabezas.

El otro día en terapia, un adolescente me decía que no le gustaba ser “el de en medio”, en muchas ocasiones se sentía confundido en qué posición tomar, ya que siempre estaba a la sombra de su “perfecto hermano mayor” y en desventaja con su “hermano pequeño”.

“Lic. es que a mi hermano mayor mis papás le tienen toda la confianza, incluso cuando se equivoca siempre le dan la razón, y me molesta mucho que se crea con autoridad sobre mí (claro en otras palabras), y al otro enano todo le festejan, porque es el chiquito, y a mí nadie me pone atención, a veces creo que mis papás ni atención me ponen”

Curiosamente, es un tema con múltiples versiones dependiendo de la edad, la queja constante del lugar que ocupan por el orden de su nacimiento, y la verdad es que muchos memes y videos en la red no ayudan.

Muchos de nosotros hemos escuchado o incluso creído en ideas como que: ‘Los primogénitos son más responsables’, ‘los hijos del medio son negociadores natos’ o ‘los menores tienden a ser más rebeldes’. Estas nociones sobre cómo el orden de nacimiento moldea nuestra personalidad están profundamente arraigadas en la cultura popular.

Esto se debe a que autores como Alfred Adler, o disciplinas como las Constelaciones Familiares (que gozan de poca credibilidad), o incluso algunas disciplinas y enfoque con mayor credibilidad, han tratado con esta idea.

Es cierto que el orden de nacimiento puede influir en nuestras experiencias dentro de la familia y en nuestra comunidad. Sin embargo, es fundamental reconocer que estas vivencias son únicas para cada individuo y cada núcleo familiar.

La idea de que ‘todos los hermanos mayores son de cierta manera’ es una simplificación que no refleja la rica diversidad de la experiencia humana.

Como profesionales de la psicoterapia, sabemos que la manera en la que una persona es, piensa, siente y se comporta, es el resultado de una compleja interacción de factores. El orden de nacimiento es solo es una pieza de este intrincado rompecabezas, que incluye también la genética, el ambiente, las experiencias personales y muchos otros elementos.

Es crucial que abordemos cada caso de forma individual, evitando caer en generalizaciones basadas en el orden de nacimiento. Nuestro papel es el contexto único de cada persona (y hasta su historia), comprendiendo, cuando se considere necesario, cómo sus experiencias familiares, incluido su orden de nacimiento, han contribuido a formar quienes son hoy.

Culturalmente en muchas familias todavía se tiende a esto, incluso hay algunas, donde se responsabiliza a los hijos mayores sobre la seguridad de los menores, también a las hijas mujeres a servir a los hermanos varones.

El orden de nacimiento es una condición al azar, pero no determina nada en temas de personalidad, el contexto y el significado que este le dé al evento, es lo que marcará una diferencia.

Invitamos a reflexionar sobre cómo estas creencias pueden influir en nuestra práctica clínica. Mantengamos una mente abierta y curiosa, reconociendo la complejidad de cada individuo más allá de las etiquetas asociadas con su posición en la familia.

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