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Opinión

El no saber

Columna Invitada

Dicho concepto es un pilar en el enfoque terapéutico de Harlene Anderson, también conocido como terapia colaborativa.

Cuando un cliente o paciente llega a consulta, uno de los mitos que tenemos que echar al suelo, es que el terapeuta le va a dar una solución mágica a su situación. Nada más lejos de la realidad, ya que ese espacio terapéutico, en realidad, es del paciente, donde con guía y motivación descubrirá sus propias respuestas y su camino personal.

Para el terapeuta es importante darle ese espacio al cliente, y es que el terapeuta, por mucha preparación y aprendizajes que tenga, no es el paciente, podrá ponerse en sus zapatos, incluso como un invitado respetuoso entrar al mundo del paciente, pero nunca será él. Podrá vislumbrar algunos escenarios, pero las respuestas las tiene el paciente y solo él. Por lo cual, llegado el momento, el terapeuta deberá dar un paso atrás y dejar que el cliente ande solo.

El día de hoy te comparto la siguiente información que revisé hace unos días sobre el concepto de “no saber”, que en la terapia colaborativa y en otros modelos de tercera generación se aplican.

El concepto del “no saber” es un pilar fundamental en el enfoque terapéutico de Harlene Anderson (también conocido como terapia colaborativa), y representa un cambio radical respecto a la terapia tradicional. En esta última, el terapeuta se sitúa como un experto que diagnostica y proporciona soluciones al cliente, basado en su conocimiento y experiencia previa. 

Por el contrario, el “no saber” en la terapia colaborativa invita al terapeuta a desprenderse de esta posición de autoridad, y a reconocer que el cliente es el verdadero experto en su propia vida. 

El “no saber” no implica ignorancia o falta de preparación por parte del terapeuta. Más bien, se trata de una postura de humildad y apertura, donde el terapeuta reconoce que no posee todas las respuestas y que el cliente es quien posee el conocimiento más valioso sobre su propia experiencia.

El terapeuta, en este sentido, se convierte en un aprendiz curioso y respetuoso, dispuesto a ser guiado por la narrativa del cliente. Este enfoque requiere que el terapeuta suspenda sus juicios, expectativas y teorías preconcebidas para poder escuchar y comprender la perspectiva única del cliente.

No se trata de negar el conocimiento profesional, sino de utilizarlo de manera flexible y adaptable a cada situación individual.

El “no saber” fomenta un diálogo más auténtico y colaborativo, donde el cliente se siente escuchado y comprendido. Al no sentirse juzgado o etiquetado, el cliente puede explorar sus experiencias y emociones con mayor libertad y profundidad. Esto, a su vez, puede llevar a una mayor comprensión de sí mismo y a la creación de nuevas narrativas y posibilidades para su vida.

A manera de conclusión, podríamos decir que el “no saber” es una herramienta poderosa en la terapia colaborativa. No solo transforma la relación terapéutica en una asociación más igualitaria y respetuosa, sino que también abre un espacio para la exploración, el descubrimiento y la transformación personal. 

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