¿Será que nosotros inventamos historias, o que ellas nos inventan a nosotros?
Creo que las dos invenciones son ciertas. Elaboramos mitos, contamos leyendas, tenemos sueños y creamos realidades. En definitiva, necesitamos historias para vivir nuestras vidas.
Las historias nos llenan de memorias, y nos recuerdan qué es lo que más nos importa. Le dan forma a nuestra personalidad y visión de la realidad en la que creemos que es verdadera o que nos resulta útil, cómoda o con un sentido.
Las historias reflejan nuestras emociones humanas y nos conectan, además con nuestros apegos y arraigos. Nos muestran que nuestro mundo está siempre delante de nosotros, con nosotros, y detrás de nosotros.
Al igual que las propias historias, éste es un mundo que nosotros hacemos, pero que también nos hace a nosotros. Necesitamos historias para vivir nuestras vidas, porque como humanos, parecemos necesitar significados para poder vivir con coherencia. La pérdida de significado tiende a volvernos locos, llevándonos a la desintegración y a la destrucción.
Las buenas historias, las más valiosas, también nos dicen que nunca podemos saber todo lo que queremos saber. Uno no puede entrar dos veces en el mismo mundo, ni siquiera en el mismo ser, aunque frecuentemente nos comportamos como si pudiéramos, pero hacer de esto un hábito nos conduce a la represión, a ilusiones de control y a algunas obsesiones.
Así es la condición humana, tal y como se refleja en las historias. Muchas veces nos aferramos al pasado deseando que las historias felices se repitan de la misma forma y con la necesidad de que lo placentero no desaparezca jamás.
Lo que sabemos, y quizás todo lo que podemos saber, es nuestra experiencia que consideramos real, sin embargo, es nuestra subjetividad la manera en que interpretamos nuestras experiencias. Las mejores historias comienzan con nuestros anhelos más profundos, pero nos dejan con dudas y misterio.
Estas historias insisten en que vivimos en un mundo difícil, plagado de obstáculos que se oponen a nuestros deseos y nuestras voluntades. Nos dejan claro que vivimos en el tiempo, que hay decepciones, errores y fracasos a lo largo del camino, y que decaemos y morimos.
Sin embargo, estas historias todavía apuntan en la dirección hacia una vida plena, a pesar de los inconvenientes. Las historias que pueden resultar peligrosas, empiezan con nuestros profundos anhelos y acaban mintiéndonos, con el fin de calmarnos.
Estas nos incitan a creer que el amor es eterno; que alguien más nos dará la felicidad y paz interior que estamos buscando, y así es como escribimos la historia de “el mito del nosotros”, alrededor de la promesa de que podemos llegar al fondo de las motivaciones humanas, que podremos vencer el mal, o que nos salvaremos del dolor y de toda limitación. Y, quizá, después de morir, volver al paraíso.