1. Imaginar el futuro equivale a vivirlo desde el presente, ajustando cuentas con el pasado. Pensar lo que va a pasar es un ejercicio propio del mundo económico y político -teoría de los escenarios- y amorosos padres de familia dedican buena parte de su tiempo, y de sus ingresos, a dejar asegurados a sus descendientes. Ahorrar, prever, habla de personas conscientes que miran hacia el horizonte y buscan construirlo de acuerdo con los propios valores: un matrimonio sensato sigue los dictados de la paternidad responsable a la hora de formar una familia.
2. La literatura reciente se ha regodeado con este placer de imaginar no solo lo que va a pasar, sino de recuperarlo como si ya hubiera sucedido. Si Irene Vallejo se hizo famosa con El infinito en un Junco (2019), ya había anticipado su éxito en Alguien habló de nosotros (2017) y, en mi opinión, consolidó su saga con El futuro recordado (2020). Hay un hilo conductor en la Zaragozana: narrar el mañana como si fuera pasado, desde la óptica de los avatares presentes. El porvenir no es una meta a alcanzar, sino un punto de partida para referir. Cuando llegamos, apenas iniciamos.
3. Pero ese mirar hacia adelante no siempre es tan bello ni tan reconfortante. En no pocas ocasiones, nos distrae de nuestros compromisos presentes, y escribimos tanto en la agenda de los años venideros que nos olvidamos de atender los pendientes cotidianos. Es como el deportista que, por anticipar la siguiente jugada, no logra acertar la que tiene a mano, o el estudiante que, por planear el doctorado, ni siquiera termina la licenciatura. Las aspiraciones futuras a veces nos impiden las concreciones actuales: de tanto observar el cielo, nos olvidamos de pisar el suelo.
4. Tal fenómeno no escapa a la grilla eclesiástica. Este y los próximos dos años cumplen sus 75 —fecha de jubilación— los arzobispos de Guadalajara, México y Monterrey, respectivamente. Ya sus “hermanos” obispos, que rondan los 60’s, afinan estrategias cabilderas para quedarse con una de las tres joyas mexicanas de la corona religiosa. ¿Y sus actuales diócesis? Descuidadas. Ni hablar de la sucesión papal: antier, Francisco de Roma cumplió 88 y muchos lo dan por retirado en los próximos meses… o muerto. Vea la película Cónclave. Un anticipo de lo que se avecina.
5. Pero quien se vuela la barda futurista es la clase política, en especial las huestes de Morena. Las próximas elecciones presidenciales serán en 2030, pero desde ya se ven los fogonazos “amigos”, las patadas no por debajo de la mesa, sino desde las tribunas legislativas, los esfuerzos por quedarse con el Poder Judicial para defenderse y ofender con las leyes en la mano. El reciente affaire entre los coordinadores de las Cámaras, ambos de origen priista —¿le suena extraño?—, solo demuestra que ya inició la carrera para la grande, que se sienten seguros de ganar una vez más.
6. Entre nosotros no se curten malas baquetas. El poder ejecutivo y el legislativo estatales siguen sin ponerse de acuerdo, una vez más, por tercer año seguido, en el necesario presupuesto. De uno y otro lado vuelan los golpes mediáticos, van y vienen declaraciones a veces amistosas, las más de las ocasiones rijosas, con un solo objetivo: allanar o bloquear el camino hacia la elección de la gubernatura… ¡dentro de tres años! Mientras tanto, el presente ciudadano aparece cada vez más sombrío, provocado por personajes que, a fuerza de anticipar el mañana, descuidan el hoy.
7. Cierre icónico. A veces, la fama se gana con la infamia. Luigi Mangione, presunto asesino de Brian Thompson, el CEO de la compañía de seguros UnitedHealthcare, ha adquirido una notable notoriedad, al grado de convertirse en héroe y hasta sex symbol para miles de personas.El “vengador de Manhattan” —así llamado por sus fans— recoge la ira y el hartazgo por la pésima gestión de las compañías dedicadas al servicio de salud. Nunca será plausible administrar la justicia por la propia mano, y peor si esa acción es violenta. Un infame no debería ser famoso.