1. El machismo no es nuevo ni se circunscribe a un solo país. Su permanencia cronológica y su extensión geográfica lo ubican como uno de los lastres mundiales que no solo sobreviven a guerras y pandemias, sino que siguen influyendo en códigos de comportamiento, en decisiones gubernamentales y en formaciones culturales.
Aunque las mujeres han ganado posiciones en muchos ámbitos, la sombra machista sigue cubriendo gran parte del mundo. Hay dos instituciones que se han distinguido por cultivar este desprecio hacia la mujer: los ejércitos y la Iglesia Católica.
2. Si hay alguna entidad exaltadora de las características machistas, esa es el ejército. Desde sus orígenes, y debido a su natural objetivo —pelear ya para defender el propio país, ya para atacar a otro—, sus miembros debían distinguirse por la fuerza física y la capacidad para matar al enemigo.
Grandes privaciones emocionales, el alejamiento por largas temporadas de la familia y la convivencia con compañeros igualmente machos lograban que se ignoraran o condenaran valores como la sensibilidad, la delicadeza y la ternura, propios todos —se afirmaba— de las damas.
3. Con la Iglesia Católica pasa algo semejante. Argumentando que Jesús fue varón, y que se rodeó de 12 apóstoles también varones, la institución ha negado, por ejemplo, el acceso de las mujeres al sacerdocio ministerial. Siempre me ha llamado la atención que, mientras son ellas quienes realizan los trabajos más duros en las encomiendas eclesiales, desde la evangelización infantil hasta la organización de fiestas patronales, son excluidas casi por protocolo en la conformación de los principales organismos decisorios. Aptas para la lotería, pero no para el gobierno.
4. Por lo anterior, hay que saludar dos notas aparecidas en la prensa de estos días, escondidas, es cierto, en páginas secundarias, pero que revelan una inercia positiva en cuanto al posicionamiento femenino en ambas organizaciones. La primera: Mariana de la Cruz Sánchez, ya Generala Brigadier de Justicia Militar desde 2023 y con un amplio servicio castrense, acaba de asumir la dirección de la Defensoría de Oficio Militar de la Secretaría de la Defensa Nacional (Defensa). Es la primera ocasión en que una dama asume la conducción de esta dependencia.
5. La segunda: El Papa Francisco acaba de nombrar a la hermana Simona Brambilla, religiosa italiana de las Misioneras de la Consolata, como la primera mujer prefecta de un dicasterio vaticano. En efecto, tendrá a su cargo el Dicasterio para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica. No debería extrañarnos que sea una religiosa, una monjita, la que comande esa estructura. Lo que sí pondrá en aprietos a más de uno es que, en el segundo nivel de la estructura, como proprefecto, aparece un varón que además es Cardenal: Ángel Fernández Artime.
6. Se alegará que todavía no ocupan las féminas los más altos puestos directivos ni en la milicia ni en la Iglesia Católica. Y es cierto. Pero el camino que se ha ido abriendo en otros territorios —tenemos Presidenta de la república, muchas directoras de bancos, no pocas rectoras de universidades, etc.— nos indica que el futuro transita en esa dirección, y que los pasos dados por el ejército mexicano y la Curia Vaticana no deben ser minimizados. Ojalá y del otro lado, del de los machos irredentos, caminemos también en esa dirección respetuosa e inclusiva.
7. Cierre icónico. Para algunos, es una balandronada más, una expresión demencial de quien está reñido con los otrora valores de la buena política: la sensatez, el diálogo respetuoso, la congruencia personal de vida, el respeto a la ley, etc. Hay quien llama a la preocupación por otro de los desplantes a los que no debemos acostumbrarnos del próximo presidente norteamericano. El proponer un cambio de nombre al Golfo de México puede ser considerado como una gracejada o como un proyecto expansivo para aprovechar las riquezas de ese espacio. Ya veremos.
José Francisco Gómez Hinojosa
Vicario General de la Arquidiócesis de Monterrey