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Opinión

El satanizado revendedor

Punto de inflexión

Hace algunos días circularon en redes sociales imágenes de decenas de personas corriendo desesperadamente tan pronto abrieron las puertas de Costco con el propósito de adquirir la mayor cantidad de ramos de flores para revenderlos en la víspera del día de San Valentín.

Algo parecido sucedió en esa misma cadena de tiendas mayoristas con las roscas de Reyes al inicio del año. Incluso, fueron sonados los casos de revendedores que hicieron mal sus cálculos y se quedaron con cantidades ingentes de roscas sin vender, rematándolas en fecha posterior.

Muchos fueron los comentarios celebrando esta infeliz circunstancia, señalando una especie de castigo divino por querer abusar y pretender obtener una ganancia ilegítima.

Aun con las prohibiciones legales existentes, habrá siempre reventa si la cantidad de un bien es limitada y si su precio es establecido por debajo del de equilibrio, está preestablecido y es público; es decir, no es negociable.

El economista Walter Block reivindica al satanizado revendedor en su libro Defendiendo lo Indefendible. Y es que éste, nos explica Block, realiza la función de asignación eficiente mediante el racionamiento y discriminación de precios que debería de hacer la cadena de tiendas o el promotor del evento, dependiendo el caso.

El revendedor madruga o a veces no duerme. Hace largas filas, en ocasiones toda una noche, para poder adquirir la mercancía o los boletos que saldrán a la venta al día siguiente. Quienes valoran más su tiempo o sueño, gustosos pagarán al revendedor por brindarles este servicio.

Ante la falta de astucia y sensibilidad económica del inversionista, el revendedor aprovecha la coyuntura para quedarse con el diferencial entre lo que la gente está dispuesta a pagar y lo que cuesta el bien.

La Escuela Clásica de la Economía establece que siempre que alguna barrera condicione el libre funcionamiento de un mercado e impida llegar a su equilibrio, se dará origen a situaciones como las de las roscas o las flores de Costco.

Muchas de las cadenas comerciales y de supermercado hacen una labor similar: revenden un producto a un precio superior que el consumidor paga sin remilgos por la conveniencia de encontrar todo en un mismo sitio.

No satanicemos a los revendedores. Son personas que simplemente encuentran una falla del mercado o un nicho de oportunidad legítimo y lo aprovechan.

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