Luego de implorar por años la benevolencia del dios Tláloc para regar con agua estas áridas tierras norteñas, la sorprendente y abundante presencia de Alberto sobre la región hoy nos hace pedir a la misma deidad náhuatl clemencia por “el agual” que nos ha enviado y de la manera más atenta le pedimos que ya le cierre a la llave del grifo divino ante el riesgo y peligro que corre una parte importante de la comunidad frente al inminente colapso de la infraestructura urbana para funcionar como se hace aquí en Nuevo León, de manera productiva.
Bendito Dios, Tláloc y el universo que nuestras presas hoy, gorgorean de alegría por la abundancia derramada por Alberto en sus vasos, desde la más pequeña que es La Boca, hasta El Cuchillo que es la más grande, han recibido los beneficios de la copiosa lluvia en sus cuencas; sin embargo, el gran volumen derramado en ellas hasta ahora y por consecuencia de los escurrimientos en sus entornos territoriales, la situación inevitablemente hace pensar en el término de “afectación”, o como quien dice, “daños colaterales”.
Y es que, con un 100.14% de la capacidad de almacenamiento de La Boca, un 46.39% en la de Cerro Prieto y un 76.35% de llenado en la de El Cuchillo, independientemente del 16% que reporta la presa Libertad que aún no abastece la ciudad, la situación podría volverse crítica tomando en consideración que aún faltan varios días de lluvia pronosticada para esta semana, que aunque de menor intensidad que las de Alberto, tendrían que sumarse a los escurrimientos que aún siguen bajando de los cerros colindantes con los mencionados embalses.
Y la caridad hídrica tan solicitada por años al dios Tláloc para hacer frente a la sequía, se hizo presente de sopetón y en forma de lluvia, pero lo preocupante ahora es que Alberto, siendo apenas el primer fenómeno de la temporada de ciclones tropicales que según los pronósticos meteorológicos, será, uno tras otro, muy activa y abundante, ha puesto en situación alarmante el nivel de nuestras presas.
En cuanto a este fenómeno natural que poco a poco ha pasado de beneficioso por un lado, a perjudicial por otro, es importante mencionar en torno a los embalses y la contención del agua, el extraordinario y eficiente juego que ha tomado la presa Rompepicos, que ha dosificado la descomunal fuerza del agua que baja de La Huasteca y que de no existir estaríamos hablando de una gran tragedia para toda la comunidad.
Y si no me cree, estimado lector, imagínese los importantes daños que hasta ahora se han ocasionado sobre Constitución, Morones Prieto y Miguel de la Madrid, si esta represa no la hubiera construido la administración de Fernando Canales Clariond, lo único que conservarían estas importantes avenidas, serían solamente su nombre, pues una parte importante de sus carriles desaparecerían como ocurrió hace algunos ayeres con la destrucción que ocurrió por la corriente del agua que nos dejó el huracán Gilberto.
Además de beneficios propios que nos trajo el agua de Alberto, las afectaciones o “daños colaterales” en diferentes municipios de la mancha urbana como cortes de energía, deslaves, inundaciones, pérdida de alimentos, muebles, daños en los inmuebles, baches, inconsistencias en el servicio de transporte y en las vialidades y enfermedades, por mencionar algunos, son las consecuencias que ha tenido que padecer y soportar de manera estoica la comunidad metropolitana como remanente por la presencia de este ciclón tropical en la entidad.
Digno es de mencionar la madurez de la comunidad y la gran actuación informativa de los medios de comunicación para transmitir los mensajes de los diferentes organismos de Protección Civil y solidarios voluntarios, que valiente y coordinadamente se mantuvieron al pie del cañón para que el saldo del “agual” aunque no fue blanco, no fuera mayor y todo quedara como hasta ahora, en daños materiales.
Ojalá que dios Tláloc dosifique las lluvias de esta naciente temporada de ciclones para que nuestra infraestructura hidráulica urbana y vial soporte los embates de la furia del agua que bien sabemos por experiencia, se puede convertir en un voraz monstruo que a su paso se traga las calles y todo lo que hay en ellas. En tanto, estimado lector, esté atento a los noticieros y a los pronósticos del tiempo.
Por hoy es todo, medite lo que le platico, estimado lector, esperando que el de hoy sea un reflexivo día, por favor cuídese y ame a los suyos; me despido honrando la memoria de mi querido hermano Joel Sampayo Climaco, con sus hermosas palabras: “Tengan la bondad de ser felices”. Nos leemos, Dios mediante, aquí el próximo lunes.