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Opinión

Temporada de tormentas

El Purgatorio de @elcabritomayor

Como lo comentábamos la semana anterior estimado lector, septiembre es la época histórica donde se registran los sismos en nuestro país, pero por si fuera poco este lapso es también en la que se manifiesta la temporada de tormentas que trastocan, en unos más, en otros menos, nuestro diario andar y si a esto le sumamos que cada tres años se presentan las tormentas políticas a los que ya por desgracia nos tienen acostumbrados nuestros políticos, esta época puede ser devastadora.

Y debo de aclarar, no es el pesimismo el que me orilla a ponerle este término al contexto político que vivimos en la actualidad, sino más bien, la cruda, crudísima realidad por la que atravesamos no sólo los neoleoneses a nivel local, sino todos los mexicanos a nivel nacional.

Lo que suponía, la democracia que debía de ofrecer los mejores resultados de su ejercicio en beneficio de la sociedad, se ha convertido luego del pasado juego electoral, en el instrumento ideal que ha sido torcido por los políticos para operar a beneficio de sus respectivas conveniencias, el poder que les ha sido otorgado ingenuamente en las urnas.

El pronóstico del tiempo (político) para las próximas horas, días, meses y años, siendo objetivos, no luce nada halagüeño para la sociedad por la problemática política de los conflictos partidistas que se ha trasladado a la operación diaria en todos los sectores de la sociedad.

Que si las reformas del poder judicial afectarán en la confianza de los inversionistas tanto locales como extranjeros para poner sus recursos a trabajar en México en beneficio de la sociedad, que si el gobierno federal tiene otros datos muy distintos a la cruda realidad en torno a la inseguridad que vivimos en las calles, que si la sobre representación nos dejará indefensos ante los procesos jurídicos y legales adversos, que si la transparencia y la rendición de cuentas ha sido tan clara como la oscuridad para un ciego y así, un montón de asegunes puestos en la escena, como el caso del reparto de las pensiones, en el tren, en el aeropuerto, en la refinería, en la comisión federal de electricidad y un sinnúmero más de organismos dependientes del gobierno que supone, pronto termina.

La aplanadora conformación parlamentaria de las cámaras, tanto de diputados federales como de senadores dadas en los pasados días, supone en esta temporada de lluvias, no un aguacero, ni una tormenta, si no un ciclón arrollador que dejará en el psique colectivo la siguiente interrogante: Entonces, ¿Para qué las elecciones? ¿Para qué tanto recurso y discurso tirado a la calle en campañas políticas?

 Si de todos modos, los políticos más allá de compromisos ofrecidos al electorado, ideologías políticas, o lealtad a los principios y valores plurales, tuercen la democracia para aliarse con quien mejor particularmente les conviene para operar, no desde el equilibrio, sino desde el poder absoluto que pronto, muy pronto, aunque inmoral, será legítimo y legal.

Así también, a nivel local, las tormentas políticas en un “equilibrio desequilibrado” de fuerzas,  ha arrojado no una ciudadanía rescatada, sino más bien agraviada, lastimada y victimizada por las consecuencias políticas de sus primeros rounds de tanteo escenificados en la “nueva arena coliseo” en la que se ha convertido el en otros tiempos, honorable congreso del estado.

La falta de un presupuesto ha propiciado la falta de capacidad de endeudamiento para la adecuada operación del Estado para palear el problema educativo,  la contaminación, la movilidad, el transporte, la seguridad y un largo etcétera en esta tormentosa temporada de tormentas, valga la “rebusnancia” que inicia de la mano con el mes de septiembre.

Así que estimado lector, sepa Dios si con una gabardina, paraguas, salvavidas, botes, lanchas, trajes de buzo o de plano, quedándonos en nuestros particulares hogares, si es que estas tormentas no las destruyen, sean la solución para sobrevivir a nuestros problemas pues visto está que, los políticos en lugar de resolverlas con cordura y civilidad, se dedicarán a arrasar con sus tormentosas conveniencias con todo lo que se interponga a sus particulares intereses.

Y si no lo cree Usted estimado lector, pues qué le digo… “pal baile vamos”.  Por hoy es todo, medite lo que le platico Estimado lector, esperando que este nuevo amanecer se traduzca en un reflexivo día, por favor cuídese y ame a los suyos; me despido honrando la memoria de mi querido hermano Joel Sampayo Climaco, con sus hermosas palabras: “Tengan la bondad de ser felices”, nos leemos Dios mediante aquí el próximo lunes.

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