Algunos especialistas ya califican como el “9/11” de Israel al ataque de Hamás contra dicho país el 7 de octubre, sobre todo al ponderar la cantidad de muertes –más de 1,400 personas– en un país de 10 millones de habitantes, y por ello identifican también al suceso como el más violento desde el Holocausto. Por otra parte, en la región de Gaza, donde habitan 2.3 millones de palestinos, se estima que han muerto debido al enfrentamiento alrededor de 2,750 habitantes, más 9,700 heridos.
Adicionalmente, 1 millón de palestinos ya se han desplazado al sur de la región para buscar refugio y evitar el conflicto. El enfrentamiento ha sido tan relevante a nivel global que hasta el momento ha tomado prioridad de atención sobre el conflicto entre Rusia y Ucrania. Estados Unidos ha sido el país que más ha estado apoyando a Ucrania, pero hay que recordar que Israel continúa siendo su aliado más importante en el Medio Oriente. Por el momento, ni Israel ni EUA han involucrado o culpado a Irán de tener algún tipo de autoría o participación en el ataque de Hamás a Israel.
Con respecto a su seguridad energética y previendo un posible ataque, Israel procedió a cerrar temporalmente la extracción de gas desde su yacimiento marítimo, desde el cual abastecía para su consumo y para exportación a Egipto, por lo tanto, tendrá que resolver su provisión por otra vía temporalmente.
Mi análisis y prospectiva: Mientras las naciones continuaban en la búsqueda de poder negociar una potencial solución al conflicto entre Rusia y Ucrania, el reciente enfrentamiento entre Israel y Hamás ha incrementado la complejidad y condicionamiento de las negociaciones multilaterales, no sólo para ambos conflictos, sino también para otros temas que influirán hasta en la cumbre climática de la ONU (i.e. COP28), que se llevará a cabo del 30 de noviembre al 12 de diciembre.
Actualmente se considera como inminente el ingreso militar de Israel en el territorio de Gaza. Se procurará asegurar que ningún otro país se involucre para no escalar el conflicto militar. Sin embargo, es de esperar que la crisis humanitaria y violencia empeorarán.
EUA se mantendrá cercano a Israel y atento, refrendando su apoyo y evitando que el conflicto se expanda geográficamente.
Por otra parte, aunque mantiene una estable relación con Israel, China mantendrá su neutralidad, pero también estará cercano a todos los actores de la región, pues vale la pena recordar que en marzo de este año logró establecer las relaciones diplomáticas entre Irán y Arabia Saudita.
Para Rusia, el reciente conflicto entre Israel y Hamás significa un desvío de atención de EUA y aliados, hacia el nuevo enfrentamiento, que pudiera llegar a derivar en menor contrapeso y quizá hasta en menor apoyo a Ucrania. Además, ante un posible escalamiento que afecte a los energéticos, Rusia buscará la manera de capitalizarlo a través de mayores ingresos potenciales, junto con otros países productores de petróleo y gas.
Aunque de momento, los precios de los energéticos no se han incrementado significativamente como sucedió con el conflicto entre Rusia y Ucrania, los gobiernos e industrias deberán monitorear y proyectar escenarios en el caso de efectos colaterales sobre la provisión y transporte de energéticos.
En resumen, son al menos dos los retos que conviene a la mayoría de países delimitar, reducir, y evitar en lo posible: la nueva crisis humanitaria de civiles palestinos, y el escalamiento e involucramiento de otros países que derive en otra crisis energética, por ejemplo, Irán queriendo obstruir el estrecho de Ormuz, donde pasa alrededor de una quinta parte de las exportaciones de petróleo mundial.
Lamentablemente, todavía no hay claridad para una resolución pacífica de ninguno de los conflictos, y se esperan múltiples debates en los organismos internacionales.