Necesitamos dirigir la mirada al interior, recordar y reconocer todas las herramientas que tenemos a nuestro favor.
El otro día me encontraba muy descorazonada, las cosas en el trabajo no marchaban del todo bien, con la familia pudiéramos decir que bien a secas, tenía muchos pendientes que realizar y la verdad muy poco ánimo de ponerme a hacerlos.
Por tal motivo y en un intento por sentirme un poco mejor, decidí salir a caminar, y llegué a un parque cerca de mi casa.
Mientras reflexionaba sobre lo que estaba ocurriendo en mi vida y más que nada tratando de poner en contexto toda la cantidad de decisiones por tomar y tareas por resolver, tuve un encuentro muy particular.
Se acercó a mí una vieja amiga, la verdad tenía mucho mucho tiempo de no hablar con ella, y si les soy sincera creo que batallé para recordar su nombre.
Ella al contrario me reconoció enseguida y como si nos hubiéramos visto ayer me saludó con efusividad y empezó a relatarme cómo andaba su vida, que cabe decir, todo fluía muy bien, de hecho en unas horas más salía de viaje con toda su familia.
Al preguntar por cómo iba yo, no sé por qué de manera muy breve le expliqué mis pendientes y toda la lista de cosas por terminar; entre ellas la realización de un libro, donde tenía una muy buena oferta de compra, ella me comentó que había tenido el gusto de leer otra de mis obras anteriores y que le gustó. Tienes bloqueo de escritor, me dijo, un poco sin ganas le dije que tenía razón.
Comenzamos a despedirnos y antes de partir metió la mano a su bolsa y sacó una pluma bastante convencional y me dijo las siguientes palabras: ‘Te presto esta pluma mágica’. Y se marchó. Entre sorpresa e incredulidad guardé la dichosa pluma y seguí lamentándome.
A los días seguía con mi “bloqueo de escritor” ya saben empezaba una idea y no me gustaba y así muchas y muchas veces, sin hacerles el cuento largo, con renuencia y a la vez con un poco de curiosidad saqué la “pluma mágica”.
No lo van a creer pero en cuanto la puse sobre el papel ahí estaba una idea plasmada y no mala por cierto. Debo reconocer que me asusté y la dejé de lado. Al día siguiente caminaba alrededor del escritorio observando pluma y papel, tomé valor y … que sale otra idea que sorprendentemente hacia relación con la anterior, un poco nerviosa continué y al final de ese día había completado un capítulo.
Y así seguí usando la pluma mágica por un tiempo hasta que el libro se terminó. Pero ese “pepe grillo interno” me criticaba constantemente.. ¿y será bueno?, ¿y le gustará al editor?… pues con mucho valor lo entregué, al poco rato el editor me dice que ¡le encanta y que se publicará!
Nuevamente el pepe grillo criticón, me dice: No se va a vender… y sorpresa se vende y le gusta a mucha gente, tanto que el editor me dice: Te voy a entregar un adelanto para tu próximo libro.
Comencé muy contenta y que se le acaba la tinta a la pluma… en ese momento todos mis temores volvieron, por más que la movía, le soplaba, la calentaba ya no había más tinta, ¿y ahora?
Traté de localizar a esa amiga que tuvo a bien darme la pluma pero la verdad no tenía manera de contactarla, es más, estuve a punto de regresar el anticipo porque estaba segura que no lo iba a poder hacer.
Como al principio de esta historia, nuevamente regresé a la banca del parque, casualidad o destino me encontré de nuevo a la amiga de la pluma, entre alegría y reclamos le dije que donde conseguía otra pluma mágica, a lo que ella con extrañeza me dice… ¿Cuál pluma?
Se la describo y con gran simpatía me dice no hay plumas mágicas, lo hice para que tuvieras una distracción y salieras de tu bloqueo. Pero la magia está en ti.
Esta y muchas historias nos hacen reflexionar…, son metáforas que en terapia utilizamos para apoyar a nuestros pacientes a dirigir su mirada al interior, a recordar y reconocer todas las herramientas que tienen y por decirlo de otro modo, reconocer la magia que está en ellos.