Decía el legendario Oscar Wilde: ‘Amarse a sí mismo es el inicio de un viaje que dura toda la vida’.
Nuestra imagen, la forma en la que nos mostramos y lo que transmitimos a los demás, está totalmente determinada por el concepto de merecer.
Y la verdad es que en la sociedad moderna, en la que vivimos de un lado para el otro, siempre ocupados y con prisas, este concepto solemos omitirlo con frecuencia, sin detenernos a evaluar su vital importancia.
La típica excusa del “no tengo tiempo” se nos ha convertido en una aliada bastante negativa. Lo digo, porque yo misma la utilicé durante muchos años, casi puedo decir que yo la subrayo con resaltador.
“No tengo tiempo para ir a la estética, no tengo tiempo para ir al gimnasio, no tengo tiempo para tomar un café con amigas, no tengo tiempo para mil otras cosas…”. He vivido corriendo durante muchos años… ¿Alguien más?
Esta frase implica una carga negativa muy fuerte. Al usarla con frecuencia, te estás diciendo constantemente a ti mismo que vives en un torbellino, en la que estás siempre lleno de ocupaciones y prioridades. Pero curiosamente esas prioridades y las cosas en las que se va tu tiempo nunca son para ti. Piénsalo.
De hecho, ahí radica el error de muchas personas, pero más en las mujeres. Si te sientes identificada o identificado con esto, quizás ahora sea el momento perfecto para que empieces a trabajar tu merecimiento.
Convéncete de que tú eres tu máxima prioridad y no debes dejarte para después, justificando que hay otras cosas más urgentes.
Es más, si lo que quieres es que las personas de tu entorno, (sean hijos o hijas, pareja, familia, clientes), sean más felices, trabaja primero tú en serlo. Porque “cuando tú cambias, todo tu entorno cambia”.
Si tú no te cuidas y si no te ocupas de estar al 100% de tu bienestar, eso empezarás a transmitirlo en todas tus relaciones: en tu familia, en tu pareja y también en el trabajo. No hay nada que genere menos confianza que alguien que aparenta inseguridad, falta de autoestima y falta de merecimiento. Y recuerda, que tu imagen habla, por no decir, grita, sobre ello.
Ahora bien, trabajar el merecimiento parte de pequeñas acciones. No se trata de que cambies por completo todos tus hábitos, y que le restes tres horas cada día a tu rutina laboral, sino de que aprendas a incorporar pequeños hábitos saludables que te hagan sentir bien cada día.
Recuerda que, si tus emociones y tu autoestima están bien, eso lo exteriorizarás en cada paso, en cada palabra y en cada acción. El día de hoy te quiero compartir 3 pequeños secretos para trabajar el merecimiento.
- Recuerda que tú eres tu mayor tesoro.
- Aprende a mimarte, date un espacio solo para ti.
- Vuelve a tu centro, lo que te hace feliz.
Empieza ahora mismo a trabajar en tu merecimiento, y verás los resultados tanto en el espejo como en tu interior.