Los presidentes de EUA, Joe Biden, y de China, Xi Jinping, tuvieron una reunión bilateral de aproximadamente cuatro horas la semana pasada, en el Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC), que reunió a 21 países en la ciudad de San Francisco, California. Uno de los logros más destacados de su reunión, fue el restablecimiento de la comunicación directa entre fuerzas militares, sobre todo al considerar los numerosos episodios en el pasado donde los aviones y buques militares de ambas naciones coinciden de manera cercana en territorios o espacios de controversia, por ejemplo, cerca de Taiwán, o de bases de la OTAN.
Llamó la atención que justo después de la reunión, el presidente Joe Biden nuevamente se refirió al presidente Xi Jinping como “dictador” –la anterior fue el año pasado–, ante una pregunta de la prensa, lo cual una vocera de China inmediatamente reprobó. Al parecer no hubo avances significativos sobre reducir la prohibición de exportación de ciertos semiconductores a China, tampoco convenios relevantes sobre la inteligencia artificial, ni mucho menos acuerdos de coordinación para buscar una pronta solución de los conflictos Israel-Hamás y Rusia-Ucrania.
Mi análisis y prospectiva: Al tomar en cuenta la diversidad de temas complejos donde ambas potencias compiten de manera hostil y difieren significativamente, se debe considerar un logro la reunión bilateral. Quizá el logro principal fue acordar tácitamente, evitar que continúe el deterioro de la relación, que no conviene a ninguno de los dos países. Los presidentes Joe Biden y Xi Jinping no se habían reunido desde hace un año que coincidieron en la reunión del G20. Se puede considerar un largo tiempo, sobre todo al tomar en cuenta los múltiples sucesos que sirvieron para acumular animadversiones entre los mandatarios. Como ejemplo, vale la pena recordar los globos aerostáticos chinos sobre territorio estadounidense, o las declaraciones de Biden refiriéndose a Xi Jinping como un “dictador” y las visitas de políticos estadounidenses a Taiwán.
Entre los objetivos ulteriores del foro y de dicha reunión está el evitar confrontaciones militares que afecten el intercambio comercial entre dichos países, lo cual es de suma importancia para ambos mandatarios, al ser las dos economías más grandes del mundo. No obstante, es previsible que China no estará dispuesto a comprometerse en más temas de largo plazo, al considerar que el próximo año habrá elecciones en EUA, lo cual pudiera modificar acuerdos, pero, además, muy seguramente la relación y competencia con China será uno de los principales temas de debate y discusión entre candidatos presidenciales y de todos los niveles.
Por otra parte, en enero del próximo año habrá también elecciones en Taiwán, y no se puede descartar que en los periodos electorales existe cierto tipo de vulnerabilidad y adaptación en un país ante nuevas autoridades, lo cual representa una frontera de tiempo para una posible acción de China. Esto representa una preocupación para EUA, aún más cuando en la reciente reunión el presidente Xi Jinping pidió al Joe Biden que “dejen de armar a Taiwán”, aclarándole además que la “reunificación” de Taiwán a China es “imparable”. Lo anterior se puede interpretar como una advertencia para limitar sus acciones (i.e. cesar la exportación de armas a Taiwán), y como un aviso inminente (i.e. incorporación de Taiwán).
Definitivamente existen todavía muchos temas para discutir y acordar entre ambas naciones, antes de pretender arreglar los conflictos armados. No obstante, es previsible que este diciembre se vean avances en el consenso, al menos en el tema ambiental, en la cumbre climática COP28 de la ONU, donde es de esperar un mayor nivel de coordinación, acuerdo, liderazgo mutuo y eventualmente resultados. Aunque las adversidades entre ambas naciones no cesarán, el reto es encontrar el equilibrio y pasar de una relación “competidores-enemigos”, a una de “aliados-competidores”.