Donald Trump no miente cuando ayer afirmó una vez más en sus cuentas de X y de su Truth Social (lanzado como inversión propia en 2021) que miles de centroamericanos “pasan por México, llevando crimen y drogas a niveles nunca antes vistos”.
De nada sirve precisar que, más que migrantes, son los traficantes de personas quienes están involucrados en el crimen y la droga. Pero Trump no entiende de matices ni de sutilezas.
Trump tiene razón cuando afirma que “en este momento, una caravana imparable, compuesta por miles de personas, busca pasar por la frontera actualmente abierta”.
De hecho, esta caravana pasará por Monterrey, y nuestros albergues no cuentan con los medios suficientes para darles alojamiento y sustento. Son, salvo honrosas excepciones, un desastre de inhumanidad.
Lo peor es cuando Trump nos amenaza con que “el próximo 20 de enero, una de mis primeras órdenes ejecutivas será firmar todos los documentos necesarios para cobrar a México y Canadá un arancel del 25% sobre todos sus productos que ingresan a los Estados Unidos y sus ridículas fronteras abiertas”.
¿Y qué culpa tenemos los nuevoleoneses? Ninguna. Tampoco estamos dispuestos a pagar justos por pecadores. Mucho nos han costado capitalizar (de forma casi literal) el nearshoring, y mucho hemos invertido para ser potencia regional en la relocalización empresarial, como para echar todo por la borda.
¿Vale la pena alardear, como hacen algunos economistas fundamentalistas de la 4T, con asociarnos con las BRICS Plus, encabezados por China y Rusia? No. Sería lo último que deberíamos hacer como estado y como país.
¿Vale la pena seguir abiertos al comercio con China, donde nuestras importaciones no se comparan ni de lejos con lo poquito que le exportamos al país de Xi Jinping? Así como estamos, no. En las actuales condiciones, no. Pese a que respetamos enormemente la cultura y la estrategia comercial china (en unos años se comerá a Europa entera), sumarse a los chinos como último recurso económico sería una vacilada propia de influencers como este muchacho de nombre Diego Ruzzarin, quien se dice comunista (sic).
¿Qué debemos hacer entonces como nuevoleoneses? Volvernos expertos en política interna norteamericana. Recuerda el viejo dicho: toda política global es siempre local. Y yo añado: regional.
Esta semana abriré mi cuenta en Substack y Patreon, plataformas que no censuran mis opiniones.
Tomo esta decisión porque ya me cansé de que me tumben mi cuenta de Facebook, donde llegué a sumar más de 400,000 seguidores, y por lo mismo me censuraron a mí, como a todos aquellos que pensamos en resistencia, fuera de la caja convencional. Yo soy tecno-libertario, y a los dueños de Facebook les espanta más eso que si me considerase pornógrafo.
Hago un reconocimiento público a El Horizonte, gran medio de comunicación donde llevo publicando muchos años y jamás me han censurado ni una sola línea, por más controversias que vierta. Se dice fácil, pero es una hazaña casi exclusiva de este medio, como lo es cualquier gesto de libertad de pensamiento y de prensa en estos tiempos difíciles.
¿Qué vamos a hacer entonces para espantar la amenaza latente que nos lanza a México y a Nuevo León ese genio perverso de la negociación que se apellida Trump? Lo mismo que le recomendó el Papa Francisco a Ángela Merkel cuando esta señora aún estaba en el poder en Alemania: “doblar, doblar, sin romper”. Algo parecido recomienda Jon Jones, el más poderoso luchador de artes marciales mixtas: “dóblate, tírate al suelo para estudiar a tu enemigo, para tomarte un minuto de reposo, en tanto tu oponente busca arrancarte la cabeza”.
Las artes marciales mixtas son arte violento y sumamente cruel (como la misma vida), pero arte al fin, porque se practica y se gana más con la mente que con los puños.
Lo dice el propio Trump en su libro El arte de la negociación (1987): “primero dobla a tu enemigo; si se resiste y aguanta, comienza ahora sí a negociar con él”.
Nuevo León nunca se quebraría ante Donald Trump porque en nuestro ADN llevamos el arte de negociar. Somos productores y emprendedores por herencia genética. Pero México no es solo Nuevo León. Y allá, en el centro de México, hay mucho pusilánime al frente de instancias públicas, expertos en el triste arte de transar, pero no en el honroso arte de negociar. Y, como transas y corruptos que son, también serían capaces de romper con los vecinos del Norte, lo cual sería un suicidio comercial para todos nosotros como país. Doblar sin romper. Ahí está la clave.
Añade Trump en su post de ayer: “Este arancel permanecerá en vigor hasta que las drogas, en particular el fentanilo, y todos los inmigrantes ilegales detengan esta invasión de nuestro país.”
¿Y por qué menciona Trump también a Canadá en su amenaza? Para simular que su obsesión no va directamente en contra de México, aunque lo sea.
No le recordemos a Trump que parte de la proliferación ilegal del fentanilo lo tiene la industria farmacéutica de EUA.
No le recordemos a Trump que parte del crimen organizado en México es culpa del boyante complejo militar-industrial de EUA, que se inventa guerras y conflictos para vender armas. Y no se lo digamos a Trump porque él lo sabe perfectamente. No hay persona sobre la tierra más informada que el Presidente de EUA, mientras no sufra un nivel 3 de demencia como la que padece Joe Biden.
Termina Trump su post: “Tanto México como Canadá tienen el derecho y el poder absoluto de resolver fácilmente este problema que lleva latente desde hace mucho tiempo. Exigimos que utilicen este poder, y hasta que lo hagan, ¡es hora de que paguen un precio muy alto!”.
Nosotros, en Nuevo León, no vamos a pagar ningún precio ni muy alto ni muy bajo, sino lo que el comercio justo impone. Esperemos que la misma forma de pensar la tenga el gobierno mexicano.