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Opinión

Dedazo y partidos paleros, 1954 Parte 2

Pensando en La gente

El PAN arrancó su campaña de manera intensa, con mítines en puntos diversos de la ciudad, visitando colonias populares para quitarse la imagen de que se preocupaba por la clase media y alta. El 4 de noviembre realizó un mitin en la colonia Independencia donde constató el empuje y simpatía de 500 personas.

El día 11 de este mes, efectuó una movilización enfrente del Palacio de Gobierno para confrontar al gobernador Vivanco sobre la tensión política que había provocado la aprobación de los partidos paleros. Ese mismo día se registró un mitin en la Alameda Gral. Mariano Escobedo en donde el candidato habló sobre tres asuntos en particular: los partidos paleros del PRI, los responsables en el proceso electoral, los problemas de la ciudad y su solución. 

En el PRI, las cargadas en torno al Dr. José Luis Lozano estuvieron al orden del día. La CROC se adhirió afirmando que respaldaba sin reservas y de forma entusiasta la planilla tricolor. El Partido Liberal de Nuevo León aseguró que el candidato era “un hombre capaz, un liberal de abolengo, un hijo de Monterrey, que palpa y ve las necesidades de la ciudadanía, es un hombre culto, es hijo de un prominente miembro del Partido, porque sus antecedentes sociales son la mejor garantía.”

Recorrió varias colonias populares donde pudo constatar la falta de pavimento, agua, drenaje y alumbrado. Incluso en la colonia Argentina, verificó que los vecinos bebían agua de una noria insalubre. En la Morones Prieto se quejaron de qué en tiempos de lluvia al no contar con pavimento las calles se convertían en lodazales, en la colonia Fabriles acusaron la falta de drenaje por tal causa los sanitarios consistían de pozos que provocaban olores fétidos. El Dr. Lozano se comprometió a resolver estos problemas una vez que asumiera la presidencia municipal. 

El domingo 5 de diciembre, la Comisión Estatal de Vigilancia Electoral se declaró en sesión permanente para estar alerta de los incidentes. Para cuidar el orden público se desplegaron fuerzas federales en varios puntos de la ciudad, además de decretarse ley seca durante los días sábado y domingo.

El padrón electoral se calculó en 143,000 electores, desplegándose 136 casillas, las cuales estarían abiertas de las 9 a las 17 horas. En cuanto a las boletas electorales, se determinó que los paquetes se mantuvieran en las casas de los presidentes de casillas, “con el fin de hacer más rápida la instalación de casillas en las colonias de la ciudad”.  

Durante las últimas horas del domingo 5, se comenzaron a dar cifras de la votación, de manera extraoficial se dijo que el Dr. José Luis Lozano había triunfado sin mayores sobresaltos con una diferencia de 5 a 1. Sin embargo, a partir del día 6, las denuncias de fraude comenzaron a difundirse en los medios.

Una de las más graves acusaciones tuvo como protagonista al candidato panista quien había acudido como a las 11:30 am a la casilla No. 52, ubicada en la colonia Independencia, para cerciorarse de una denuncia ciudadana advirtiendo el reparto de boletas a favor del candidato del PRI.

Esto desencadenó una fuerte discusión entre el Dr. Salas y el presidente de la casilla, en pleno altercado apareció el gobernador José Vivanco quien logró calmar los ánimos de ambos bandos y dar su palabra al candidato panista que estas irregularidades serían analizadas por la Comisión de Vigilancia Municipal.

Días después, el Dr. Salas Guerra confesaría que este incidente pudo haber sido de consecuencias desafortunadas, testificaría públicamente: “En la colonia Independencia estuve a punto de perder la vida o de que me hubieran golpeado una bola de energúmenos excitados por el alcohol y la mariguana.

La providencial aparición del señor Gobernador…me dio tiempo de que amainara el temporal.” Para la prensa local quien realmente había triunfado era la “Máquina Trituradora del PRI”, que funcionó “como una potente trituradora, haciendo saltar en pedazos las promesas hechas por Gobernación, por el Presidente de la República y por todos los encargados del proceso electoral. Ante el empuje de esta bien organizada máquina de fraude, todos los anteriores cometidos en diversos periodos electorales quedaron opacados.”

El 8 de diciembre, el Comité Regional del PAN pidió al Congreso del Estado la anulación de las elecciones de Monterrey, entre las pruebas acusatorias que presentó destacan: la modificación del padrón electoral, presencia de aviadores en diversas casillas y la alianza electoral con tres partidos sin personalidad jurídica, entre otras.   Sin reparar en la denuncia de los panistas, el 9 de diciembre la Junta Computadora realizó el conteo de sufragios y declaró ganadora a la planilla encabezada por el Dr. José Luis Lozano, con un total de 33,552 votos, por 6,965 que le fueron reconocidos el Dr. Abelardo Salas.  

El PAN iniciaría la defensa del voto, el viernes 10 de diciembre el Dr. Salas Guerra partió rumbo a la Ciudad de México para tratar de entrevistarse con el presidente Adolfo Ruiz Cortines e intentar encontrar una solución al problema postelectoral en la capital regiomontana. 

El 14 de diciembre, se llevó a cabo la sesión del Congreso local para resolver la solicitud del PAN de anular la elección de Monterrey. De acuerdo al dictamen de la comisión encargada de formularlo, las pruebas presentadas por los panistas eran inconsistentes e infundadas, consideró válida la elección, “en virtud de que las casillas funcionaron con normalidad, no hubo soborno, cohecho o presión de alguna autoridad para obtener votación en favor de algún candidato, no se ejerció violencia sobre los electores en las casillas electorales”.

El documento fue aprobado por la mayoría de los legisladores y el día 15 se publicó el decreto que declaraba válidas las elecciones municipales de 1954, reconociendo el triunfo del Dr. José Luis Lozano para ocupar la alcaldía de Monterrey en el periodo 1955-1957.  En conclusión, el partido del gobierno volvió a avasallar la elección municipal, demostrando que no estaba dispuesto a compartir el poder ni acatar la ley electoral.

Esta cerrazón del régimen provocó que se pospusieran los programas sociales que demandaba la ciudadanía, incrementándose la pobreza, la falta de servicios básicos y la inseguridad. 

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