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Opinión

De vinos

Crónicas de un comelón

El concepto del restaurante/bar de vinos no es nuevo, pero tenemos unos en la ciudad que vale la pena visitar

 

Hace ya varios años, en la primera década del siglo, abrieron en nuestra ciudad tres restaurantes/bares que tomaron como enfoque el tema del vino. Cada uno con un espíritu muy diferente.

Por un lado, uno tenía una muy interesante propuesta comercial que permitía a los comensales consumir los vinos de su misma tienda por una cuota de descorche bastante razonable.

Otro, era el 'primo' de un grupo de restaurantes argentinos que por aquellos tiempos eran muy populares, y el tercero, nacido a partir de la iniciativa de un distribuidor de vinos, buscaba diferenciarse a través de tener etiquetas únicas y platillos para compartir.

Lamentablemente, aquellos quizás no eran los mejores años para ese tipo de conceptos. Al poco tiempo, ninguno quedaba.

No es que antes no hubiera lugares en la ciudad en los cuales se pudiera disfrutar de buenos vinos y su maridaje.

El mejor restaurante de la ciudad contaba desde años atrás con una cava de vinos multipremiada, y el extinto, Guacamaya, también contaba con etiquetas exclusivas que ellos mismos importaban; sin embargo, creo que las experiencias de esos restaurantes no eran percibidas alrededor del vino.

En aquellos años que les cuento, ya radicaba en nuestra ciudad un sommelier francés, formado en grandes restaurantes de Europa, que se desempeñaba en una cadena comercial bastante conocida.

De su mano, dicha cadena lanzó un concepto bastante interesante de bar de vinos, con un autoservicio muy tecnológico, y bocados sencillos que lamentablemente tampoco perduró. Unos años después, dejaría su cargo en la cadena para abrir un pequeño restaurante de cocina principalmente francesa y, claro, una experiencia muy centrada en el vino.

El restaurante ofrecía un menú de degustación con maridaje que era una gran experiencia y a un precio bastante razonable.

Como el local le quedó chico, se mudó a un lugar más amplio y el crecimiento no sólo fue en espacio.

Toda la experiencia mejoró y el pequeño lugar se convirtió en uno de los mejores restaurantes de la ciudad. A juzgar por los reconocimientos que han obtenido, del país.

Más tarde, se convertirían en un grupo de restaurantes al incorporar más conceptos, entre ellos un bar de vinos. The Wine Bar by Grand Cru, acaba de ser reconocido por los sommeliers del país como el mejor wine bar. Ratificando el gran momento por el que pasa el grupo, aunque a Michelin no les haya parecido (erróneamente, en mi opinión).

Tenemos la fortuna de tener en nuestra ciudad grandes talentos de la hospitalidad y deberíamos darnos la oportunidad de conocerlos.

Puede que sea costoso, pero, como decía el comercial de hace varios años, lo valen. Busquen una ocasión de esas que se celebran, reserven y vean que se la van a pasar de lujo. ¡Salud!

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