Opinión

De verdades definitivas y supremacías constitucionales

Sección Editorial

  • Por: Francisco Gómez
  • 31 Octubre 2024, 00:34

1. El lenguaje no es neutral. Las palabras que lo componen reflejan una cultura determinada que, a su vez, es expresión de sus posicionamientos frente a la realidad. La fraseología que genera esconde tesis y posturas no siempre reconocidas, pero presentes, sobre todo en sus diálogos con personas y agrupaciones opositoras. Menciono solo dos ejemplos de instituciones que, a través de sus construcciones lingüísticas, han manifestado cómo ven aquello que las rodea y frente a lo cual sienten temor: el Vaticano antes del papa Francisco y la así llamada 4T.

2. En 1998, Juan Pablo II publicó la Carta Apostólica Ad tuendam fidem (Para defender la fe). El mismo título indicaba la naturaleza del texto: levantar muros para las embestidas, internas y externas, que exigían cambios fundamentales en la doctrina de la Iglesia Católica. El papa polaco, asesorado por su brazo derecho intelectual, el entonces cardenal Ratzinger, indicó que había verdades definitivas a las que teníamos que ajustarnos. No se trataba de nuevos dogmas, que son inmutables por naturaleza, sino de postulados que ya no deberían cambiar en el futuro.

3. No se necesita ser muy agudo para preguntarse la diferencia entre ambos pronunciamientos, salvo que lo definitivo de tales verdades no sea tan definitivo (pues terminaría en un dogma) y que puedan modificarse en el futuro por un papa que no las considere… definitivas. Así, verdades hoy indiscutidas, como el celibato sacerdotal obligatorio, la prohibición del sacerdocio femenino y del matrimonio entre personas homosexuales, pueden ser, como de seguro lo serán, que dentro de algunas décadas otro papa las modifique. Ya Francisco amenazó con ello.

4. Lo mismo sucede con la 4T. En este berenjenal en que se ha convertido la reforma judicial, necesaria pero plagada de inconsistencias de todo tipo, al partido en el poder se le ha ocurrido buscar lo que han llamado la supremacía constitucional. La iniciativa, al igual que las verdades definitivas, busca que los juzgadores no puedan interpretar las contradicciones de la Constitución (que las tiene, y muchas), ni cuestionar los procedimientos de sus reformas. No valdrán ni amparos ni impugnaciones. Las actuales modificaciones serán… verdades definitivas.

5. La palabra supremacía no goza de prestigio en el tejido social. Evoca el apartheid de Sudáfrica y Namibia, que sostenía la superioridad de la raza blanca; la aria del nazismo; y la militar de USA después de las bombas atómicas. Representa la dominación de una causa sobre otra y la subordinación de los proyectos considerados menores a uno superior. Aplicada a la reforma judicial, la expresión quiere indicar que el Poder Legislativo es preeminente sobre el Judicial (del Ejecutivo ni hablamos, pues en la práctica es el poder super supremo). No hay paridad entre las tres instancias.

6. Pero así como habrá otro papa que puede cambiar las verdades definitivas, habrá también (espero que no dentro de 70 años, dado que Morena se parece cada vez más al viejo y poderoso PRI) otros legisladores, quizá de otra tendencia política, que modifiquen estas modificaciones. El problema es que, mientras llegan ambos cambios, mientras se declara que las actuales verdades definitivas no son tan definitivas, y que la supremacía no es tan suprema, se hace mucho daño a quienes se ven afectados por tales decisiones.

7. Cierre icónico. El próximo sábado celebraremos el Día de los difuntos. Más allá de los altares, las calaveras y los desfiles que nos recuerdan a la muerte, creo que es preciso hablar de ella, de la nuestra, sobre todo con nuestros seres más cercanos. Platicar sobre nuestra defunción nos hará experimentar mejor la vida. No en balde alguien dijo que la tanatología no es la disciplina que estudia a la muerte y el proceso del duelo que la acompaña, sino a la vida. No tengamos miedo a comentarla. Ello nos ayudará a perderle también el temor a ella.

José Francisco Gómez Hinojosa
Vicario General de la Arquidiócesis de Monterrey

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