Opinión

De la calle al Congreso

Sección Editorial

  • Por: Waldo Fernández González
  • 23 Agosto 2023, 01:27

Columna Invitada

Desde mi llegada al Congreso de Nuevo León, en 2021, con un par de tenis guinda y un sombrero para el sol, salí a recorrer Nuevo León.

Regresé a las calles y a las colonias a las que ningún político regresa, salvo que sean elecciones, sin importar que llegué al Poder Legislativo por medio de la vía plurinominal y de que esas personas no habían tachado mi nombre en la boleta.

Lo hice sin prejuicios y sin agenda, con la única intención más que escuchar y resolver para llevar los problemas que realmente le preocupan y ocupan a los ciudadanos de a pie a la tribuna.

Con seguridad puedo decir que después de dos años y 1,000 kilómetros recorridos yo sí sé a lo que se enfrenta el obrero, la trabajadora del hogar, el taxista o la policía, por ejemplo.

Esto se ve reflejado en los más de 270 instrumentos legislativos y 450 oficios que impulsé, desde la necesidad de rehabilitar parques, tapar baches, hasta crear estancias de día para los adultos mayores o refugios para mujeres víctimas de violencia.

Desde el 20 de agosto enfoqué mis recorridos en calle a difundir mi trabajo durante este último año y lo seguiré haciendo hasta el 1 de septiembre, según los tiempos legales que me lo permiten.

Me encontré, como era de esperarse, con ciudadanos enojados y cansados de escuchar a un político. Me enfrenté a críticas pero también a desconocimiento de siquiera quién era el diputado de su Congreso.

Quizás no nos sorprenda, pero existe en Nuevo León un total rechazo y menosprecio a lo que hacen los diputados y a su nula presencia en las calles.

Cabe mencionar que, en épocas de informes, no he visto a ningún otro diputado en los distritos que yo he recorrido
¿Dónde están?

El hartazgo y menosprecio ciudadano, entonces, se explica por lo previamente mencionado.

No existe en nuestro estado el compromiso, pese a que sí es una obligación, de rendirle cuentas al ciudadano afuera del espacio institucional que el servidor público ocupa, ya sea el Palacio de Gobierno, el Congreso o las oficinas del estado.
Nadie quiere jugar de local.

Nadie quiere salir al sol, en medio de una crisis del agua, sin camiones, con parques abandonados y basureros clandestinos por doquier.

No quieren salir a las calles y jugar de local porque hacerlo los obligaría a dialogar con el que a diario sufren las distintas crisis que vive Nuevo León y la incapacidad y la indolencia del estado para resolverlas.

Rendir cuentas, entendida como la obligación de los servidores públicos a informar, dialogar y dar respuestas concretas y sinceras no se sólo desde una tribuna o un foro de gobierno, se hace principalmente en la calle.

Sólo ahí y sólo así se conoce el verdadero Nuevo León y sólo ahí y sólo así se mide el termómetro social.

¡Si les contara las mentadas de madre a las que uno se enfrenta!

Hoy, el conflicto político que se vive entre partidos, diputados, el gobernador y los alcaldes los tiene envueltos en pugnas por dinero y poder. Lejos está su convicción de resolver los problemas más urgentes y menos aún, de escuchar a los nuevoleoneses.

Hasta el 1 de septiembre estaré entregando mano a mano mi Segundo Informe de Labores y después, como siempre, continuaré recorriendo el estado, tocando puertas para dialogar, pero sobre todo escuchar.

Estoy convencido que la buena política se inicia en la calle, ahí, en la cancha de los ciudadanos. 

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