Le tengo tres noticias que, por lo agitado de los mercados en los últimos días, han pasado casi desapercibidas. La buena nueva es que la economía de México todavía se mueve, aunque poco; la mala es que lo hace a un menor ritmo del esperado, en franca desaceleración, tanto que analistas corrigen a la baja sus expectativas, no obstante que Hacienda siga diciendo que este año el país crecerá un 3 por ciento, lo que simple y sencillamente no tiene sentido, al ser un pronóstico sin sustento en la realidad.
De ello da cuenta el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), tras reportar que en comparación con el primer trimestre nuestra economía sólo se expandió el 0.2 por ciento en abril-junio, cuando se esperaba un incremento del 0.4 por ciento.
Esto llevó a un crecimiento anual del 1.1% real, con cifras ajustadas por estacionalidad, como informó el martes ese organismo.
Con cifras originales, el producto interno bruto (PIB) en enero-junio se incrementó el 2.2 por ciento anual, y no es que seamos pesimistas, pero no luce posible el pronóstico de la autoridad de un avance del 3% este año, ya que en el tercero y cuarto trimestres la economía tendría que crecer un mínimo del 3.5 por ciento.
Técnicamente hablando, sí hubo crecimiento; pero no así en términos reales, con una inflación general promedio en ascenso al cierre de junio, del 4.8%, contra el 4.6% observado en el primer trimestre.
Otra clara señal de ralentización procede de la actividad manufacturera, uno de los pilares de nuestra economía al representar el 18% del PIB pero que sigue sin levantar cabeza.
El Indicador Mensual Oportuno de la Actividad Manufacturera (IMOAM), que elabora el Inegi, marca que el sector se contrajo el 1.6% en junio, y de concretarse tal pronóstico –que se hace a partir de cifras originales (no desestacionalizadas)–, esta industria presentaría dos meses seguidos a la baja.
Y es que en mayo el mismo instituto reportó que el Indicador Mensual de la Actividad Industrial (IMAI) manufacturera –que mide la actividad efectivamente observada cada mes– tuvo una caída del 1.4 por ciento.
El panorama no se ve mejor al otro lado de la moneda, ya que las exportaciones manufactureras apenas crecieron el 2.9% en el primer semestre, cuando en igual periodo del año pasado aumentaron el 6.1 por ciento.
La noticia “fea”: El gobierno mantendrá alto el déficit
Pero no sólo los analistas revisamos a la baja las expectativas de crecimiento de México. Por ejemplo, Banco Base advierte que la economía se está desacelerando al recortar el martes su pronóstico al 1.3%, desde su estimado previo del 1.6%, y elevando su previsión de inflación a 4.95 por ciento.
El equipo de investigación económica del poderoso megabanco JP Morgan Chase considera que este año el PIB de México crecerá el 1.5%, una tasa inferior al 1.8% estimado anteriormente.
Para el influyente banco Goldman Sachs, la economía mexicana conseguirá un avance de apenas el 1% anual, la mitad de su expectativa a mediados de julio.
En Top Money Report actualizamos y coincidimos con el pronóstico de Goldman, que nos lleva a reforzar nuestro diagnóstico de que México está ya en estanflación (estancamiento con inflación), con un crecimiento que tiende a cero y un déficit público que no pinta para su reducción.
Al cierre de este año, el desbalance presupuestario será del 6% del PIB, que se abonará directo a la deuda, y aun cuando el secretario de Hacienda, Rogelio Ramírez de la O, prometió reducir el déficit a la mitad en 2025, en Top Money Report le adelantamos que no va a serle cumplir.
De acuerdo con nuestro análisis, el gobierno mantendrá alto el déficit público a fin de concretar las obras de infraestructura previstas el año próximo y para cubrir los programas sociales, apostando a que tenemos –dicen ellos– un nivel de deuda entre los más bajos del mundo, del 48.6% del PIB.
“México es de los países con menor proporción de deuda respecto al PIB”, publicó en su cuenta de X la presidenta electa Claudia Sheinbaum (y compartió este gráfico).
Es cierto. El problema es que se trata de una comparación desmesurada, de plano errónea, entre países desarrollados y una economía con una divisa débil, que está bastante mal frente al dólar y que esta semana ya alcanzó los $20 pesos por billete verde.
La conclusión es clara: el mundo está en la antesala de una recesión estadounidense que podría ser global, y México, con la debilidad actual de sus datos económicos y finanzas públicas, será de los peor librados. Ajusten sus cinturones, y carteras de inversión, en consecuencia.