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Opinión

¿Puede volverse realidad el sueño de Mauricio para conectar mejor Monterrey con San Pedro?

Sin Censura

En una vieja entrevista, Mauricio Fernández me comentaba su proyecto de interconexión vial Macroplaza-Valle Oriente. Me pareció una muy buena obra pública, con su viaducto de ocho carriles; un proyecto mucho más viable que aquella cosa rara e infumable del Metrocable que quería Colosio. Mauricio, necio y persistente como él solo, volvió a plantear al gobierno del Estado esto que no sería otro túnel (muy invasivo), sino un viaducto sobre la Loma Larga (muy poco invasivo y que no representa mayor afectación a propiedades aledañas). 

Lo bueno para él es que al frente de la Secretaría de Movilidad está el doctor Hernán Villarreal, junto a un grupo de técnicos y especialistas para concretar lo planeado, tras el acuerdo con el gobernador Samuel García.  

Una gran ventaja de esta obra registrada en la cartera de proyectos estatales, con sus estudios de factibilidad ya listos, es que puede ejecutarse relativamente a la brevedad, sin improvisaciones ni sobresaltos. 

En otros sexenios, había en Monterrey una serie de intereses creados que impidieron avanzar con el proyecto de marras y por eso se guardaba una y otra vez en el cajón de las bonitas intenciones. Sin embargo, para conseguir los $3,000 millones de pesos aproximados que requiere la obra susodicha, hace falta que ya le bajen al pleito entre partidos que tensan al Congreso del Estado. 

Lo mejor que puede hacer la bancada priista y la panista es aceptar la comida del gobernador y sacar adelante el proyecto de interconexión Macroplaza-Valle Oriente, entre otros temas de la agenda pendiente por destrabar. Ejemplos de obras viales que pintaban bien y acabaron mal hay en todas las megalópolis del mundo, porque los legisladores locales regatearon los fondos o porque los enredaron adrede con sus conflictos grilleros. No queremos que eso siga pasando en Nuevo León. 

Te doy un solo caso de los muchos que yo recuerdo: el “Big Dig” de Boston comenzó en 1991 y, como nunca se pusieron de acuerdo demócratas y republicanos, la obra tardó 17 años en terminarse (se contemplaba concluirla en 3 años), con el consabido coraje de los bostonianos, porque el chistecito acabó costando más del triple de lo que se había previsto. Está comprobado por expertos internacionales en planeación urbana que el 63% de las obras públicas del mundo sufren sobrecostos por culpa de conflictos políticos. 

Estemos seguros que en ese 63% de obras fallidas o con sobrecosto no entrará la interconexión Macroplaza-Valle Oriente ni ninguno de los grandes proyectos de movilidad que se contemplan para Nuevo León en este sexenio, porque nuestros diputados locales por fin acabarán con los dimes y diretes gratuitos. ¿Verdad, Lorena de la Garza?

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