Ha iniciado ya el mandato del presidente de Estados Unidos, Donald Trump. Desde México y Estados Unidos se ha hablado mucho del mandatario y su agenda económica y política. Sobre todo, se ha hablado de lo que significará su gobierno para nuestro país.
Desde el Senado de la República hemos estado preparándonos para lo que viene, particularmente en aquello que tiene que ver con la revisión del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC).
No somos los únicos. Muchas personas en el país vecino también están preocupadas y ocupadas en tratar de mantener y fortalecer la relación entre estos dos países.
En ese tenor, hoy me encuentro en la capital de Estados Unidos, Washington D.C. Consciente de que los temas que nos unen —comercio, seguridad, innovación, migración— trascienden fronteras y nos obligan a reconocer que los retos que enfrentamos no pueden resolverse en aislamiento, llegué desde el sábado 18 de enero para seguir construyendo puentes y fortalecer vías de diálogo que garanticen el bienestar para ambas naciones.
Mi gira por este país, como presidente de la Comisión de Seguimiento a la Implementación y Revisión del T-MEC del Senado de la República, se enmarca en la invitación a la 8va edición del Foro de Innovación, organizado por la Fundación IDEA y el Instituto México del Centro Woodrow Wilson: una oportunidad para contribuir a esta conversación global desde la perspectiva de Nuevo León, un estado que se ha convertido en un referente de desarrollo económico en México y en el mundo.
Desde nuestro estado, cuya economía está profundamente ligada al comercio con Estados Unidos, comprendemos que cualquier obstáculo en esta relación puede afectar directamente a millones de familias. Las maquiladoras, los parques industriales y las pequeñas y medianas empresas en nuestra región son ejemplos de cómo la integración económica genera empleo y oportunidades, pero también nos recuerda la responsabilidad de adaptarnos a los nuevos desafíos, como la transición energética, el cambio climático y la tecnología.
Por ello, uno de mis objetivos en Washington es entablar relaciones con legisladores estadounidenses, líderes empresariales y representantes de organizaciones internacionales que compartan esta visión.
Hoy más que nunca, es necesario construir alianzas que permitan abordar temas críticos como las cadenas de suministro, la migración laboral y las disputas comerciales.
Sé que hay voluntad para hacerlo.
Por ejemplo, sé que para los 37 millones de hispanos de origen mexicano que viven en Estados Unidos, que a ambos países les vaya bien es fundamental. Así lo conversé con muchos de ellos en el Hispanic Inaugural Ball. Constaté que son una voz poderosa en la política y economía estadounidense, y serán siempre nuestros mejores aliados.
A lo largo de esta semana, desde Washington, mi mensaje será simple pero contundente: México no es solo un socio comercial, es un aliado estratégico. Nuevo León no es solo una entidad federativa, es una puerta de entrada a oportunidades de inversión, innovación y desarrollo.
Fortalecer los puentes entre México y Estados Unidos debe ser una de nuestras prioridades para quienes tenemos el honor de representar a millones de mexicanos y mexicanas. Se trata de construir las herramientas para un futuro en el que las diferencias sean motivo de diálogo, no de división; un futuro en el que la prosperidad de una nación impulse la de la otra.
El camino, y, sobre todo, la coyuntura, no es fácil, pero los momentos difíciles son también oportunidades.
Es tiempo de construir, dialogar y trabajar por un futuro en el que México y Estados Unidos caminen juntos por el bien de todos y todas quienes ahí vivimos.