El ‘PRIAN’ insiste con el juicio político en contra del gobernador Samuel García. Lorena de la Garza, presidenta de la Mesa Directiva del Congreso local, dice que el legislativo tiene 17 denuncias (aunque la cantidad varía entre una entrevista y otra) contra el Ejecutivo y advierte que le impondrán, a como dé lugar, una sanción e incluso una remoción del cargo.
¿Es irracional que el ‘PRIAN’ cumpla sus amenazas? Sí, totalmente. De hecho, es un boomerang para esta amalgama contra natura de partidos históricamente antagónicos, como lo son el PRI y el PAN, y es un riesgo altísimo para Nuevo León.
¿Por qué? Te lo explico.
Más allá de que el coordinador de la bancada de Movimiento Ciudadano, Miguel Flores, cabildee muy bien para conseguir frenar esta irracionalidad prianista (que además tendría que pasar la prueba del ácido, votándose en comisiones, luego en el Pleno, y finalmente llevándolo al Poder Judicial; una completa locura), lo cierto es que este es un momento crucial como para agitar las aguas de la gobernabilidad en Nuevo León. Acabaríamos perdiendo todos.
En vez de prepararnos localmente para maximizar beneficios ahora que venga la inevitable revisión del TMEC (que, más que calamidad para Nuevo León, debe ser vista como una gran oportunidad), la vieja oligarquía política local quiere tumbar al gobernador.
En vez de ponerse de acuerdo para sacar adelante el Presupuesto 2025 y mantener las pláticas conciliadoras entre poderes, que iban muy bien encauzadas, el PRIAN quiere desestabilizar al estado.
En vez de salvar a los nuevoleoneses de la polemología, es decir, de la doctrina de la guerra (pólemos) como única forma de hacer política, los prianistas decadentes prefieren sembrar ingobernabilidad (les advierto que no lo conseguirán).
Así como en EUA ha llegado una casta de duros negociantes que priorizan el comercio por encima de las guerras bélicas, en Nuevo León cargamos el ADN de pueblo productor y comerciante. Los nuevoleoneses somos muy buenos para hacer transacciones. No olvidemos que la artesanía regiomontana por excelencia es el acero y el cemento.
De ahí que resulte irónico que a la mayoría de nuestros gobernadores (con excepción de Santiago Vidaurri) nunca les importó mucho el comercio, especialmente el de carácter bilateral.
El único gobernador que se le ocurrió crear un arancel contra la legislación centralista en el siglo XIX fue Vidaurri, y al cual le sacamos mucho provecho, aunque lo poquito que duró, en especial gracias a las exportaciones a Texas. Al final, fue perseguido por el presidente Benito Juárez, quien lo declaró su enemigo acérrimo y lo mandó fusilar.
Hemos tenido buenos gobernadores (y otros de plano pésimos, de la patada), pero a ninguno le importaron mucho las políticas comerciales. Creían que el comercio se daba solo.
Para mencionar a uno de los peores gobernadores, pongo de ejemplo a Fernando Canales, quien nunca supo negociar comercialmente, y luego lo sacó Vicente Fox del gobierno del estado para nombrarlo secretario de Economía. Canales pasó sin pena ni gloria en el gobierno local como en el federal. Y no me hagan hablar de más.
El único gobernador interesado en operar políticas comerciales que ha tenido Nuevo León se llama Samuel García. Nos guste o no. Los hechos son los hechos. De los $62,000 millones de dólares que hemos recibido durante el gobierno de Samuel García como Inversión Extranjera Directa (IED), $2,000 millones de dólares son de empresas estadounidenses. “Los números son fríos”, suele decir Samuel. Y tiene razón.
No olvidemos que el TMEC es creación de Donald Trump. Y el próximo presidente de EUA, a partir del 20 de enero de 2025, se atribuye el mérito de haberlo creado “sobre los escombros del TLCAN”. ¿Por qué, entonces, Trump habría de sabotear lo que él mismo diseñó?
Y es precisamente con el TMEC con el que Nuevo León ha incrementado exponencialmente su poderío comercial en este sexenio.
De manera que ya párenle a su circo los prianistas rijosos, porque generar incertidumbre política en el estado acabará por convertirse en un boomerang en contra de ellos.
Mejor siéntense a negociar entre poderes y abran conjuntamente oportunidades para producir y exportar productos a partir de lo que yo considero las tres hélices de la innovación nuevoleonesa: la hélice tecnológica, la comercial y la financiera (que es donde más trabas ponen los prianistas).