Ah, cómo extraño las frases de la mágica década de los 80: “Te tiras al drama”, “Ahí viene la chota”, “Traigo puro cascajo”, “Vamos a apañar la pared”, “Ese jale está caciqueado”… los de mi edad entenderán de qué hablo.
Pero hay una frase con la que arranqué este espacio “La enviada es pelona”. ¿Por qué se dice así? No tengo idea y no vengo a ilustrar al respecto, pero quiere decir que la envidia es un sentimiento bastante gacho.
Pues bien, esa envidia pelona es justamente lo que desde hace años se siente en distintos rumbos de nuestra bella República Mexicana a causa de que el futbol regiomontano ha crecido, e incluso, dominado el deporte más popular del mundo, por encima de la mayoría de los equipos ligueros.
Es cierto, el América sigue siendo el mejor, pero de ahí en fuera, no hay otro club en la gloriosa Liga MX que sostenga la regularidad que Tigres y Rayados han tenido. Cruz Azul, León, Pachuca, Atlas, Chivas, Santos, Toluca, y algún otro que se aventure usted ha mencionar, han sido animadores temporales en los últimos 15 años, y sólo los regios, junto a las Águilas, han sido protagonistas constantes.
Pero más allá de los logros, títulos y el estar casi siempre en Finales y punteando la Tabla General, los regios consiguieron trascender en base a extraordinarias contrataciones que les han dado esa grandeza con la que hace años se soñaba, y que hoy se niegan a soltar.
Suazo, Lobos, Gignac, Nahuel, Pabón, Guido, Valencia, Vargas, Canales, Ramos y Ocampos, por mencionar algunos, son tipos con los que se rompió el mercado, y que cualquier otro equipo de nuestro país hubiera querido tener… ¡pero no!
Ante lo descrito, Rayados y Tigres se han tenido que acostumbrar a ataques constantes por parte de quienes han visto que la capital del futbol cambió de sede, por parte de quienes buscan refugiarse en glorias de los 60 o 70, para sostener una lucha que evidentemente tienen perdida frente a los poderosos de Nuevo León.
Se cansaron de burlarse de las desgracias deportivas de los regios, pero hoy son inconformes espectadores de los éxitos, de las grandes contrataciones, del glamour, del buen futbol, de todo lo que da nuestra querida Sultana del Norte.
Y sí… ¡la envidia es pelona!
¡Aunque arda!