No hay persona más elusiva en el mundo que Elon Musk. El magnate se da el lujo de no dar citas, plantar o dejar esperando más de 4 horas en sus oficinas de Tesla a mandatarios como Javier Milei, pese a que el argentino llegó a ofrecerle toda la extracción del litio de su país al dueño de SpaceX.
Sin embargo, Samuel García, gobernador de Nuevo León, tiene la peculiar habilidad de empatizar con los llamados titanes tecnológicos, magnates (moguls) de Silicon Valley y “unicorn founders”. No es nada fácil.
Muchos podrán colgarse la medalla de aquella audacia de levantar en Nuevo León la mayor giga-factory de Tesla. Pero fue Samuel García quien habló directamente con Elon Musk, un tipo muy complicado de tratar, como sucede generalmente con todos los genios de su calibre. Samuel y su esposa Mariana Rodríguez fueron los anfitriones de Musk en San Pedro, Nuevo León, durante un par de días y fueron correspondidos por el sudafricano naturalizado gringo.
Si las cosas cambiaron después y la instalación de Tesla en Nuevo León se pospuso, no fue por culpa de Samuel, obviamente, como supusieron en plan de burla algunos nuevoleoneses encantados de escupir para arriba.
Quienes sabemos de geopolítica anticipamos que el inesperado acercamiento de Elon Musk con Donald Trump, hace apenas un año, siendo el magnate un político aislacionista que repudia a las empresas norteamericanas que se instalan fuera de su país, Tesla cambiaría eventualmente sus planes de expansión por mera inteligencia estratégica.
Si Musk le estaba apostando a Trump más de $260 millones de dólares y entregó por completo a la campaña trumpista su plataforma Twitter (hoy X), que compró por $44,000 millones de dólares, eliminando para empezar todos los verificadores de hechos (medida controvertida que ya tomó también Meta de Mark Zuckerberg), no iba a arriesgarse a provocar un disgusto a su candidato republicano, ya de por sí de carácter arrebatado y visceral.
Fui el primero en publicar por esos días que, dadas esas nuevas circunstancias, Tesla no cumpliría sus planes iniciales de instalar su giga-factory en tierras nuevoleonesas, aunque perdiera mucho dinero en esa jugada abruptamente interrumpida. Por más lana que tengas, a nadie le gusta perder.
Por eso, al margen de que a mediano plazo, quien terminará mandando en EUA, y acaso en Europa, Groenlandia y América Latina, no será Trump (un octogenario), sino Musk (un cincuentón en plena forma física y mental), lo cierto es que las habilidades innatas de Samuel García siguen intactas para relacionarse con Musk y su corte de tecnólogos ultra-influyentes, dispuestos no a invadir países sino a hacer negocios con posibles socios comerciales mediante la tecnología blockchain, la inteligencia artificial y la abolición de todo tipo de regulaciones, comenzando por los aranceles y pasando por la expansión de las corporaciones tecnológicas. Fíjate bien en esto último que estoy diciendo y fíjate en el hombre que verdaderamente es el motor ideológico de este nuevo paradigma transhumanista: Peter Thiel.
Dicho de otro modo, si la presidenta Claudia Sheinbaum presentó ayer las 12 metas del Plan México, entre las que se encuentra colocar a México en el top ten de las economías a nivel mundial, no tomemos a la ligera las habilidades de cabildeo transnacional y la capacidad de influencia natural que tiene Samuel García en el cerradísimo círculo de los tecno-oligarcas de Silicon Valley, quienes serán quienes realmente manden (ya lo verás) en la administración Trump.
Con el añadido de que Samuel García ha sido muy claro con la presidenta Claudia Sheinbaum de que “ningún ente o sujeto extranjero nos va a venir a decir qué vamos a hacer”, además de que estuvo presente en el informe de los 100 días de gobierno de Sheinbaum en el Zócalo de CDMX.
¡Hagamos a Nuevo León grande de nuevo!
Y mañana, una bomba periodística en esta columna de Eloy Garza Sin Censura: ¿cuánto es el derroche de recursos del complejo militar-industrial de EUA, incluyendo sus 17 agencias de espionaje que están operando en México?