¿Hace cuánto que no escuchas a tu hij@ decir: - ¡wow!?
¿Hace cuánto que tú no te sorprendes con algo y dices: - ¡wow!?
Quédate a leer hasta el final para contarte cómo le gané la apuesta de $100 pesos a mi hija, gracias a tres momentos wow y mira que no es fácil robarle momentos de asombro a un adolescente.
La infancia está llena de infinitos wows, todo es emoción, todo es asombro y entre más exploren y se les permita ser niños, más conexión con el mundo tendrán.
Los niños aprenden a hablar observando, escuchando, compartiendo sonidos, balbuceos, miradas y risas. El juego es el trabajo del niño, aprenden jugando. Por eso como sociedad deberíamos tomarnos muy en serio lo que hacemos y promovemos con nuestros niños. Su cerebro hace la mayor cantidad de conexiones antes de los 6 años.
A los 12 años comienza la adolescencia y con ella muchos cambios, tanto físicos como neuronales. El cerebro del adolescente entra en una reestructuración y se realizan podas de aquellas habilidades que ya no usa en ese momento, a esto el neuropsicólogo Daniel Siegel les llama: “Úsalo o piérdelo”.
Lo mismo pasa con los momentos de emoción y asombro, si no se promueven o viven, se van perdiendo. De niño es fácil tenerlos, pero en la adolescencia estos momentos se esfuman, por muchas razones. Las subidas y bajadas de dopamina son mucho más extremas en el cerebro adolescente.
La dopamina es un neurotransmisor que nos hace sentir placer. Nuestros jóvenes están hoy más que nunca sumergidos en los electrónicos y en las redes sociales. Estoy leyendo en nuestro club de lectura “Club Familia Viva” el libro: Generación Ansiosa de Jonathan Haidt. Su teoría es muy sencilla: Las redes sociales están causando enfermedades mentales en los jóvenes.
Y lo comprueba con muchos estudios científicos al respecto. Me llama la atención cómo este autor, a los smartphones les llama inhibidores de experiencias. Y quienes somos papás de adolescentes o quienes usamos un teléfono inteligente, podemos estar de acuerdo.
Hoy te escribo esta columna desde la CDMX, te cuento que estoy con mi familia de vacaciones. Nuestro destino original era Cancún, nuestro vuelo despegó el día que el huracán Beryl hizo su aparición, así que nuestro avión hizo conexión en CDMX y de ahí ya no pudimos volar. Así que nos bajamos a disfrutar unos días en esta hermosa, caótica y única ciudad. Por supuesto que mis hijas traían sus maletas llenas de ilusiones de llegar directo a meter los pies en la arena.
Una de ellas dijo: ¿Y qué vamos a hacer en esta ciudad, qué aburrido? Y antes de bajarnos del avión le dije: “Te apuesto algo divertido, si en estos días conociendo esta ciudad te escucho decir tres veces !wow!, me pagas $100 pesos, y si no lo dices, yo te los pago.
Resulta que antes de bajarnos del avión el primer wow llegó solito, al ver la enorme ciudad desde la ventanilla, punto para mí. El segundo wow llegó cuando corríamos por la noche para llegar al Teatro Hidalgo a ver el musical El mago, the Wiz. Pasamos frente al hermoso Palacio de Bellas Artes, iluminado de noche. Mi hija se detuvo y se quedó impactada con la hermosura del recinto, tomó dos fotos, dijo: ¡Wow! y siguió corriendo.
Al siguiente día hicimos un recorrido por Tlatelolco, las pirámides de Teotihuacán y rematamos en el cerro del Tepeyac para ver a la Virgen de Guadalupe. Recorrimos todo el lugar y hasta el final pasamos por la banda eléctrica que te lleva para ver desde abajo la tilma de Juan Diego con la imagen de la Virgen de Guadalupe.
Mi hija iba a un lado mío y mientras todos tratábamos de tomar la mejor fotografía, la escuché decir: ¡Wow! Y cómo no si es ver un milagro en vivo y a todo color. Esta basílica es el segundo lugar católico al que llegan más peregrinos en el mundo después del Vaticano. Somos muy devotos de la Virgen y aunque no era la primera vez que la visitábamos, el asombro de verla siempre es como si fuera la primera vez.
Me gané $100 pesos en menos de dos días, mi hija tiene 13 hermosos años y mi otra hija 11. Y nos hemos dedicado a conciencia a pasar tiempo en familia, a jugar y disfrutar mucho juntos. Los momentos de asombro a estas edades de nuestros hijos no llegan solos, hay que ir a buscarlos con experiencias, tiempo, presencia, juegos de mesa o lo que se te ocurra.
La verdad no le cobré los $100 pesos, le dije que mejor se los regalaba como un símbolo de que no pierda nunca su capacidad de asombro. Nos gastamos esos pesos en un café matcha que tanto antojo traía la niña de los tres wows. Terminamos en un café hermoso que se llama Ladureé ubicado en Polanco, comiendo macarrones que traen desde París; sólo nos alcanzó 1 y medio jajaja pero mi esposo nos invitó un café y un panecito más.
Viajamos con los sabores hasta Francia y terminamos esa noche jugando un juego de mesa (taco, cat, goat, cheese, pizza). Las risas y los gritos de emoción jugando de nuestras hijas fue nuestro wow de adultos de esa noche.
Te deseo muchos momentos wow en tu vida y muchos más para tus hijos. Que no perdamos la capacidad de sorprendernos por las cosas simples de la vida.
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Gracias por tu tiempo de lectura.