Desde los primeros estudios en la educación básica fuimos teniendo conocimiento en la materia de civismo o de ciencias sociales que había varios tipos de gobiernos y que en nuestro país teníamos una democracia en la que existen tres poderes que se balancean entre ellos.
El Poder Ejecutivo, a cargo del presidente; el Legislativo, que tiene a 500 diputados y 128 senadores; así como un Poder Judicial Federal, a quienes se les ha confiado la custodia de nuestra Constitución y su defensa haciendo de sus resoluciones la forma de restablecer derechos vulnerados por los diferentes entes de gobierno en su tres niveles así como dependencias que están vinculadas.
Desde hace varias semanas hemos venido viendo la amenaza del Plan C propuesto por nuestro presidente (Andrés Manuel López Obrador), en su iniciativa trata (va avanzando) de abolir el Poder Judicial de como lo conocemos hasta hoy.
Para dar motivación a este mandato, que escribieron como iniciativa de reforma constitucional, se activó el desprecio del pueblo por aquellos funcionarios judiciales, ministros, magistrados, jueces y otros funcionarios de carrera judicial.
El repudio lo hacen acompañar del discurso de los privilegios de los miembros del Poder Judicial, de la supuesta corrupción que no se denuncia ni se prueba, además de la queja de la tardanza en las resoluciones y otras cosas similares.
El método empleado está en el manual, así se ganó la elección presidencial del 2018, hablar y despreciar a los corruptos, nuestro luchador social en tiempos de candidato prometió acabar con este flagelo social y al paso de casi 6 años hemos visto que no sólo no se ha atendido, sino que se ha permitido con absoluta impunidad, incluso con muy serios señalamientos para sus familiares cercanos, también con el desfalco más grande a la administración pública federal el sonado caso de Segalmex.
Bueno, pues para que nos quede claro ese discurso del combate a la corrupción ha sido puro rollo mareador y la verdad veo con tristeza que estamos rompiendo todos los récords de corrupción y cifras negativas en muchos rubros, que es donde miden el desempeño del presidente en turno, que si mayores ingresos, más empleos, como salimos en salud en la pandemia cuando seres queridos perdimos por la falta de atención oportuna o por no darle la seriedad al caso y haberlo casi tomado a juego.
Súmele lo del juego de “tener mejor servicio de salud de todo el mudo”, es burla premeditada para que se distraigan y se entretengan hablando de eso, pues con todo y lo gastado de ir contra la corrupción.
Ese discurso jala y contagio a 359 legisladores federales, que durante la noche aprobaron en lo general esta reforma constitucional sobre el Poder Judicial, para convertirlo en una charlotada, donde podrán participar todos aquellos que hayan estudiado la carrera de abogado con cierta calificación y requisitos leves, pero que sean presentados por el partido en el poder sin mayores exámenes.
Lo que se va buscando es lealtad a quien los permite acceder al cargo y no la capacidad y experiencia para afrontar a cualquier autoridad para obligarle a que restituya los derechos vulnerados del ciudadano quejoso de un juicio de amparo por violación a sus derechos fundamentales.
Estamos a unos pasos de que se logre para las pretensiones del presidente que se desmantele el Poder Judicial con el que hemos sorteado diferentes temas, pero que no le ha permitido hacer atropellos a la ley.
En este gobierno, que puede ser todo menos transparente ni de chiste, es un gobierno abierto, tantos años luchamos para que existieran organismos que nos permitieran tener presente esa lucha y aquí sólo sirvió para discurso, posicionarse y dejar las cosas igual o peor.
Sí, hay que ajustar y hacer cambios al sistema de procuración y administración de justicia, pero de la forma planteada no estamos construyendo una verdadera solución, tendremos más problemas e instituciones débiles y poco confiable.
Se tiene la esperanza de que esta aberración no avance en el Senado, salvo que haya un senador que se convierta en el traidor a la patria y vote a favor de esto. En el caso de que exista, faltaran los 17 estados para consumar su hazaña desmanteladora.
Luego veremos el estudio jurídico a fondo y si se cumplió con la normatividad de los procesos legislativos, de entrada me parece que muchos de los 500 ni siquiera leyeron la iniciativa, que le falto análisis y estudio.
Hay amigos y amigas, legisladores que están entregados a no fallarle al presidente, pero en realidad le están fallando a sus hijos, ya que más adelante se tengan que defender sin el cargo o influencia de sus ascendientes, sufrirán tener a personas poco calificadas legalizando las injusticias que por simpatías populares y contra toda razón jurídica más adelante validarán.
Los elegidos por tómbola, confiamos en la divinidad y que sean iluminados los responsables de estos actos, que hoy muy felices festejan, pero que cargaremos el tiempo que nos quede de vida.