Hablemos del modelo terapéutico innovador, creado por Virginia Satir, basado en cinco pilares fundamentales.
Virginia Satir, conocida como la “madre de la terapia familiar”, revolucionó la forma en que entendemos y abordamos los problemas familiares. Su enfoque se centró en la importancia de la comunicación, la autoestima y el crecimiento personal dentro del sistema familiar.
Satir fue una visionaria que comprendió la interconexión entre los miembros de la familia y cómo los problemas individuales pueden afectar a todo el sistema. Su enfoque experiencial y centrado en las emociones, sentó las bases para la terapia familiar moderna.
Desde temprana edad, Satir mostró una curiosidad innata por las dinámicas familiares. Su trayectoria profesional, desde maestra de escuela hasta terapeuta, la llevó a desarrollar un modelo terapéutico innovador, basado en cinco pilares fundamentales:
- Aumento de la autoestima
- Mejora de la comunicación
- Fomento de la congruencia
- Desarrollo de la responsabilidad
- Conexión con el “yo” interior
Como parte de su modelo terapéutico, Virginia Satir propuso cinco libertades básicas de todo ser humano que eran importantes para el crecimiento personal.
La libertad de ver y oír lo que está aquí, en lugar de lo que debería ser, fue o será. Esta libertad implica estar presente en el momento, observando y escuchando sin los filtros de las expectativas pasadas o futuras. Se trata de experimentar la realidad tal como se presenta, sin juicios ni interpretaciones preconcebidas.
La libertad de decir lo que uno siente y piensa, en lugar de lo que debería. Esta libertad implica expresar nuestras emociones y pensamientos de manera auténtica y honesta, sin temor a ser juzgados o rechazados. Nos permite comunicarnos desde nuestro interior, fomentando conexiones más profundas y significativas.
La libertad de sentir lo que uno siente, en lugar de lo que debería. Esta libertad nos invita a reconocer y aceptar todas nuestras emociones, tanto las positivas como las consideradas negativas. Nos permite experimentar la gama completa de la experiencia humana sin reprimir ni negar nuestros sentimientos.
La libertad de pedir lo que uno quiere, en lugar de esperar siempre el permiso. Esta libertad nos empodera para reconocer y expresar nuestras necesidades y deseos de manera clara y respetuosa. Nos anima a tomar la iniciativa y buscar lo que necesitamos para nuestro bienestar.
La libertad de arriesgarnos en nombre propio, en lugar de elegir estar solo seguro y no mover el barco. Esta libertad nos impulsa a salir de nuestra zona de confort y explorar nuevas posibilidades. Nos invita a abrazar lo desconocido y a tomar riesgos para crecer y desarrollarnos, tanto personal como profesionalmente.