Al iniciar el presente 2025, las adversas condiciones que se venían dibujando en el horizonte, además de que todos los analistas y futurólogos pronosticaban un año muy complejo, complicado y difícil para todos los mexicanos, al arribo del 20 de enero norteamericano, la situación de relativa calma y estabilidad que medianamente llevábamos sobre nuestro territorio, se ha vuelto más explosiva y dinámica que el comportamiento espontáneo de un niño chiflado de cinco años saltando dentro de un brincolín, ofreciendo con ello, ciertamente, una gran incertidumbre en todos los órdenes de la vida nacional.
Y es que las diferentes problemáticas no atendidas en su momento de forma adecuada, y que poco a poco se fueron generando en nuestro país pegaron de manera directa y también de rebote, desde hace tiempo, a nuestros vecinos del norte que, con el cambio de su gobierno, cambiaron también el trato de su armoniosa política diplomática por una más confrontativa y bélica que nos tiene y mantiene, ciertamente, inciertos frente a las vicisitudes cambiantes, no de los últimos días, sino más bien, de todos los días desde el 20 de enero pasado.
La realidad de la problemática planteada desde aquella fecha y desde antes se ha convertido en un peligroso cocktail elaborado con ingredientes de diferentes características y naturalezas: la migración ilegal, no solo de connacionales, sino también de extranjeros que han utilizado nuestro territorio junto con algunas organizaciones, no para detenerla en su camino más allá de la frontera norte, sino traficando con el fenómeno; el tráfico de drogas y la inseguridad que han generado los grupos criminales, que derivó, además, de la consideración norteamericana como grupos terroristas, que ahora lo son y que, ante ello, pende la amenaza de ataques directos invasivos o quizás, quirúrgicamente milimétricos sobre nuestro territorio, lo que, en cualquier caso, en teoría, violaría nuestra soberanía. Y la situación económica y comercial de la imposición arancelaria a los productos mexicanos de exportación, lo que detonaría en una gran crisis que, según dicen los que saben, provocaría una gran recesión en la economía mexicana.
En resumen, pues, la migración ilegal, el tráfico de drogas, junto con la inseguridad y la economía en el ámbito comercial, son parte de este venenoso cóctel que nos tiene y mantiene, ciertamente, en la incertidumbre de saber cómo protegernos y cómo proceder ante las cambiantes embestidas diarias de nuestros vecinos del norte que, a pesar de las diferentes políticas de acción conjuntas y preestablecidas en los tratados, leyes y acuerdos, han sabido imponerse con su premisa, que, como norma para el entendimiento mexicano, se traduce en la siguiente frase: “El pez grande se come al chico”.
Sin embargo, ante los explosivos reclamos por este venenoso cóctel, la presidenta, con “a”, hemos de reconocer, ha sabido capotear el temporal con harta cabeza fría, prudencia, inteligencia, agilidad y, a la vez, con pies de plomo para estirar la liga arancelaria hasta el próximo mes de abril, decisión que, por obvias razones, estira también el fantasma de la incertidumbre.
Y, aunque el expedito actuar del gobierno mexicano ha ofrecido notables resultados en el corto tiempo al impedir significativamente el paso de migrantes indocumentados, ha entregado a 29 capos, ahora “terroristas”, a las autoridades norteamericanas e incrementado el decomiso de drogas, el desmantelamiento de laboratorios y, con ello, disminuido el tráfico de estupefacientes a los Estados Unidos, su presidente considera insuficientes hasta ahora tales acciones de buena voluntad como para evitar que siga pendiendo sobre la cabeza de nuestro comercio internacional la guillotina arancelaria del 25 por ciento.
De caer ésta, lo haría sobre el 84.1% de nuestras exportaciones internacionales que van dirigidas al mercado norteamericano, lo que de entrada afectaría 16.4 millones de empleos en México, generados por los mercados de exportación. Aproximadamente el 25% de los empleos formales en México y con este tamaño de probable afectación, estimado lector, el futuro se observa ciertamente incierto.
Por hoy es todo, amable lector. Medite lo que le platico, disfrute la vida y al máximo a su familia. Esperando que el de hoy sea para usted un productivo día, me despido honrando la memoria de mi querido hermano Joel Sampayo Climaco con sus palabras: “Tengan la bondad de ser felices”. Nos leemos aquí el próximo lunes.