A inicios del siglo pasado y a consecuencia de la Revolución Industrial, y las dos grandes revoluciones sociales, la mexicana y la rusa, el mundo se comenzó a encaminar al nuevo orden dominado por el capitalismo. Su columna vertebral son los bancos. Volveré al tema. Nosotros, los de entonces, que naturalmente ya no somos los mismos, jugábamos desde los años 40 a las canicas, que nos habían traído los españoles en el Siglo XVI.
Y me voy a referir a esos juegos de la era pre telefónica celular, que ricamente disfrutamos, para poder abordar el tema de mi cancionero de hoy.
Entre los juegos con canicas que en el altiplano les llaman cuicas sobresale el círculo, que en mi pueblo llamábamos el ahogado: dentro de un círculo trazado sobre la tierra, se colocan a partes iguales el monto de la apuesta ya sea en agüitas, ágatas o bolitas de cemento. Con una bola de tiro, cada jugador trata de sacar de un golpe a las prisioneras sin quedar el tiro ahogado dentro. Las que saque es su botín. Como es evidente, el tiro requiere de una gran concentración.
En ese momento de concentración de todos, aparecía el truhan del barrio, que no sabíamos que se le iba a bautizar bully, y al grito de “burriona quedó pelona” recogía a dos manos las canicas del círculo y salía corriendo. Chiras pelas; que entre otras cosas significa pifar, bailar, chupar faros, valer gorro o valer madres.
Ahora, vuelvo a los bancos.
Los cuentahabientes hemos sabido siempre que los bancos no son manejados por las misioneras de la caridad de la madre Teresa de Calcuta. También que los bancos no son institutos benéficos que procuren el bienestar de sus clientes.
Los bancos son empresas que se encargan de aumentar su capital usando el nuestro. Es muy sencillo: el dinero que les confiamos, los bancos lo prestan a otros más necesitados. A los dueños del dinero nos pagan un dividendo moderado; infinitamente menor al que cobran a los que están usando nuestra lana.
Por ese trabajo, además, el banco nos cobra una cuota por “manejo de cuenta”, bajo ciertas circunstancias. Pero hay algo más: si el cuentahabiente no hace movimientos durante cierto tiempo, puede perder su saldo completamente. Chiras pelas. La burriona quedó pelona.
Esto está dentro de la ley bancaria.
Algo igual es lo que quiere hacer el presidente López con las Afores, fondos particulares para el retiro de los mexicanos. Eso, según la iniciativa del truhan diputado Ignacio Mier, porro parlamentario, líder de los legisladores morenos y presidente de la Coordinación Política de la Cámara de Diputados. Iniciativa que hoy martes debe discutirse y aprobarse al vapor en el pleno, por mayoría simple, antes de que el actual Congreso deje de sesionar. Los dueños de Afores que no retiren su saldo al cumplir 70 años, su saldo estamos hablando de $40,000 millones de pesos pasará a un fideicomiso (¿no que no servían y eran focos de corrupción?) llamado pensiones del bienestar.
Si usted cumple 70 años y quiere seguir incrementando su saldo en Afore para recibir 10 o 15 años más tarde una pensión más alta, tengo noticias: tejones porque no hay conejos. Lo retiras o chiras pelas. La mentira oficial afirma que se trata de garantizar que los mexicanos se pensionen con el máximo salario que ganaban al jubilarse. Sí, nada más que con un tope de $16,790 pesos al mes. Ni un centavo más.
Tiene razón Lopitos: primero los pobres. Cada vez vamos a ser más. Los que votemos en su contra.
PARA LA MAÑANERA (porque no me dejan entrar sin tapabocas): A los regios nos da un enorme gusto que la presa La Boca va a tener un nuevo malecón para que vayamos el fin de la semana a divertirnos. Porque, dijo el gobernador, la presa se va a llenar y ya no le sacarán agua para que los regios bebamos: será playa turística. Claro, cuando llueva.
felixcortescama@gmail.com