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Opinión

‘Caminito de la escuela, apurándose a llegar’. Y de lo que te das cuenta

Entre profes y Política

Francisco Gabilondo Soler interpreta y da significado angelical a esta bella letra imaginaria escrita por Juan de Dios Filiberto y Gabino Coria Peñaloza en 1926. Gabilondo, magistralmente, resalta que la escuela es medio fundamental para aprender a leer, escribir y desarrollar la personalidad del niño, además de fortalecer los valores adquiridos en casa.

En resumen, ir a la escuela significa aprender y aplicar el conocimiento científico y fortificar los valores patrios y de la sociedad en general. Esta bellísima canción enfoca el imaginario sencillo, limpio, estético y equilibrado paisaje de Buenos Aires, Argentina, a principios del siglo XX. En dicho “caminito” te inspiraba a ir con amor y alegría los campos verdes y las calles empedradas de esa región del sur del continente americano.

¿Cuál era la necesidad de México en ese entonces? Precisamente, ese; ir a la escuela y aprender, punto. Estábamos saliendo de nuestra “Revolución Mexicana”, el desastre nacional era inmenso: más de un millón de muertes y las condiciones económicas de la república eran más que imperantes por una reorganización política y hacendaria.

El campo requería de urgente atención y de orden jurídico. La Constitución de 1917 debió de inspirarse y ajustarse en las necesidades inmediatas para proteger a nuestros antepasados campesinos y étnicos. Ir a la escuela, dijo José Vasconcelos, era el principio de una verdadera revolución; pero científica. Los empresarios mexicanos y extranjeros se aplicaron e “hicieron la tarea”. Tal es el caso de Monterrey (repito), Guadalajara y la hoy CDMX.

Las grandes factorías empiezan a producir en serie “y en serio”; rápidamente se ocupó una enorme millada de mano de obra. Se convirtieron en grandes metrópolis. Vasconcelos consideró, y muy bien, que se necesitaban maestros para “educar” a la niñez a la voz de ya. 

Nacen así los maestros empíricos. Es decir, aquellos que le “entraron al hecho educativo” solo con el ánimo de coadyuvar a la educación de los niños mexicanos sin haber terminado la Normal Básica.

México estaba “en pañales” en esta materia. Motivar y apostarle a la educación fue toda una apoteosis. Sin embargo, la construcción de nuevos planteles fue todo un reto que se enfrentó a paso de tortuga. Las escuelas hoy antiguas, nuevas en ese tiempo, eran todas espectaculares. 

Aquí tenemos algunos ejemplos: “La Calles” de la calzada Madero y la otrora “Revolución” de Bernardo Reyes. No obstante, fueron demasiado pocas para cubrir la ya pujante demanda.  

¿Hay alguna similitud después de cien años de distancia? La ciudadanía nuevoleonesa se da cuenta plena de “los bellos paisajes de Monterrey y su área metropolitana”. Así como el “caminito” de Buenos Aires. Paralelamente hablando basta con viajar en auto a cualquier ciudad del país para darse cuenta “del caminito mexicano”.

Se constatará que a las carreteras de la nación les urge una reconstrucción total. Y para el colmo, se cobra cuota de peaje. La Universidad Autónoma de Nuevo León ya inició sus cursos propedéuticos previos al nuevo ingreso. Una semana presencial y la otra en línea y, aunque juran y perjuran que no es obligatoria, a los asistentes, previo pago, les otorgarán 5 puntos en “donde los necesiten”. O sea, de que hay que ir; hay que ir.

En estos días de “poco tráfico” los regios nos damos por enterados de los “bellos paisajes de Monterrey y sus alrededores”: la otrora bella y emblemática Alameda Mariano Escobedo, llenísima de puesteros por doquier. Colosio le apostó a este sector que, según él, le traería jugosos dividendos electorales.

Al dejar a su “criatura” en la prepa si se atreve a ir tempranito, a surtir fruta y verdura al “mesón” tradicional regiomontano, solo aguante la enorme impresión de las deplorables condiciones en las que se encuentra. Lo insalubre, el desorden y la falta de estacionamiento serán una constante. 

Ya para qué le digo sobre las calles y avenidas del primer cuadro de la ciudad. En su “caminito”, para rematar, se encontrará un gran desajuste del tejido social del siglo XXI: los inmigrantes extranjeros.

Estos seres humanos anhelan ir al vecino país del norte a construir “ el sueño americano”; esto es, al igual que casi 40 millones de mexicanos que habitan esta nación.  

El 26 de agosto está muy cercano ya, en ese día usted difícilmente podrá observar “su caminito de la escuela”. Se topará con tráfico que le alterará su homeostasis. Será presa de los nervios por dejar a su crío muy temprano porque usted deberá llegar a su empleo. No tendrá tiempo “de ver la realidad”. Ahora bien, un buen curso de yoga y de alta concentración mental no le caería nada mal para sopesar lo que le espera. Disfrutemos los días que restan para ese entonces y “busquemos mejores caminitos” para llevar a nuestros hijos a la escuela. ¿Estamos de acuerdo?

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