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Opinión

Entre la corrupción y los derechos humanos: Reflexiones de fin de año

Fortaleza Ciudadana

Esta semana ha tenido fechas muy significativas en las actividades ciudadanas: la celebración del Día Internacional de la Lucha contra la Corrupción.

Este flagelo social que está presente en todas partes donde hay carencia de valores, que está muy a la mano de quienes no gustan de hacer las cosas bien y a tiempo, o se quedan con lo que no es suyo, o dejan de hacer una función de autoridad para enmendar o corregir lo que está mal. 

Hay múltiples formas de actuar de manera corrupta, como aceptar cargos para los que no se está capacitado, o presentarse con  credenciales que no le corresponden, o piratear tesis. Estas conductas llegan hasta los más altos niveles de las jerarquías y, obviamente, dañan el buen funcionamiento de las instituciones. Como discurso, ha posicionado muy bien a muchos políticos, pero, en la vida real, no han hecho prácticamente nada para combatirla. Antes, parece que lo promueven, cuando se eliminan las instituciones que pueden dar transparencia al trabajo de los gobiernos, lo que permite ver lo que no está bien, independientemente de partidos, ideologías o nacionalidades.

No tenemos mucho que celebrar, pero sí mucho en que trabajar: en la prevención, en la cultura de la legalidad y en hacer las cosas bien con honestidad. 

El 10 de diciembre celebramos los derechos humanos. Muchas veces he dicho que debemos tener instituciones que procuren y defiendan los derechos humanos de todas las personas. Insisto en que, a menudo, los gobiernos y sus actores vulneran los derechos de las personas en diversas materias y formas. Frecuentemente vemos temas de vulneración de derechos en la salud, en procedimientos policiales, en investigaciones o en casos judicializados mal llevados, sin el respeto al debido proceso, que obvio afecta esa esfera jurídica a la que todos los ciudadanos deben tener acceso. 

Hay múltiples ejemplos a lo largo y ancho del país. Particularmente en Nuevo León, toca que se renueve la presidencia, hoy a cargo de Susana Méndez Arellano, a quien respeto y me cae bien. Sin embargo, al vencer su periodo, el Congreso estatal debe iniciar procedimiento para convocar a las personas con capacidad para ejercer un cargo de esa naturaleza. La actual presidenta puede volver a inscribirse y, eventualmente, ser considerada entre los aspirantes, pero no es una renovación automática. 

El H. Congreso del Estado debe respetar la intención de que este organismo esté ciudadanizado.

Esto quiere decir que deben sacar las manos los partidos y que no sea un tema de cuotas, como por años malamente, repartiéndose entre PRI y PAN un periodo para cada grupo. Aquí deben considerar a las organizaciones de la sociedad civil, a la academia y, como ya lo mencioné, no debe ser una posición de partido, ni pedirle a los empleados que cooperen para mantener causas políticas, como lo han venido haciendo. Aunque estoy seguro de que lo van a negar, aquí hay un acto de corrupción que afecta los derechos de los trabajadores a quienes se les pide una parte de su salario para apoyar campañas. 

El día 12 de diciembre celebramos a nuestra madre del cielo en su manifestación ante los indios que habitan nuestro territorio, y que se venera como la Virgen Morena de Guadalupe. Nuestro pueblo guadalupano, con muy bellas tradiciones, debe adaptarse a los tiempos de la modernidad y a las complicaciones que tiene nuestra metrópoli, de manera que las manifestaciones de fe conserven el fervor, pero se adapten, quizá, a recorridos más cortos en las peregrinaciones, y estén debidamente vigiladas y apoyadas por elementos de seguridad pública y vial. 

En ese entendimiento, las manifestaciones de agradecimiento y rogatorias en la fe no pueden realizarse afectando a terceros. Me quiero referir, en este caso, a cuando los grupos de danza son acompañados de cueteros. Estos estruendos alteran la salud de las personas mayores o que están enfermas. También afectan a las mascotas, que, por los ruidos, se convierten en miedos, se desorientan o se lastiman, y muchos resultan seriamente afectados. La otra parte que es vital, y donde hay que pedir congruencia, es que en muchas manifestaciones de fe piden por la salud.

Para ello, la recomendación es no arrojar objetos que dañen la calidad del aire, ya que esto también afecta la propia salud de los que acuden en estos tradicionales actos y manifestaciones de alegría y fe.

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