Una tendencia natural es crear un mundo imaginario, donde todo será como deseamos, pero es un mundo que tarde o temprano colapsa.
A lo largo de millones de años la evolución ha ido realizando infinidad de ajustes para que la vida se siga sosteniendo y desarrollando en un proceso impersonal (sin favoritismos), va quitando y poniendo ingredientes, extinguiendo especies, creando nuevas, reajustando el cosmos momento a momento.
En todo este intrincado e infinitamente complejo proceso de transformación surgió el ser humano, como una especie más, con sus fortalezas y sus debilidades como toda especie existente, sometidos a las mismas leyes que todo lo que tiene animación o vida como le llamamos nosotros.
Este increíble proceso de transformación eterna se representa en la tradición de la India con la imagen Shiva Nataraja o Shiva Danzante, se trata de Dios representado como un bailarín, donde su baile eterno, crea y destruye el universo.
Esta representación de Dios data según historiadores del siglo IX y desde entonces fue creciendo la devoción en esta imagen y es considerada por la ciencia occidental, sobre todo la física cuántica como una extremadamente avanzada forma de representar la naturaleza en la que se comporta el cosmos.
Y la danza sigue y seguirá eternamente, según esta tradición india, mientras Shiva siga danzando, la manifestación se seguirá transformando para dar lugar a nuevas formas a partir de la disolución de otras, hasta que Shiva pare de danzar, toda la creación colapsará, generando el Big Crunch, y al volver a iniciar su danza la creación generando otro Big Bang. Una forma poética de explicar lo que la ciencia describe.
Sin embargo, los seres humanos nos empeñamos en que las cosas (incluyéndonos a nosotros) no terminen, en que, lo que nos guste, siempre siga. En esconder, maquillar, sublimar, racionalizar o incluso negar los procesos naturales de la transformación y finitud y nos encerramos (o queremos encerrar a nuestros seres queridos).
En una burbuja donde no haya preocupación, ni miedo, donde por todos los medios se prologue lo que nos guste, y no se presente lo que nos disguste, para desarrollar una desgastante e inútil carrera, donde finalmente todo lo construido se derrumba, cuál debe ser.
Así que mi propuesta es abrazar los cambios con asombro y gratitud y seguir creciendo y aprendiendo de cada experiencia que nos toque vivir, conscientes de que, con nosotros o sin nosotros, la danza de Shiva continua tan hermosa y completa como siempre. Hasta el siguiente momento presente.