Con esta guerra comercial, Donald Trump usa los aranceles como moneda de cambio para conseguir un objetivo: restaurar la producción “made in USA” y dejar de vivir únicamente de la fuerza de su dólar.
Parecerían medidas “locas” las del Presidente estadounidense, pero para muchos analistas, son realmente cuerdas —si bien arriesgadas y en exceso “audaces”—, porque Estados Unidos enfrenta un déficit comercial sin precedentes en su historia moderna.
¿Qué quiere decir eso? Tiene dinero para comprarle a todos, pero ahora produce mucho menos y por eso ya le compran mucho menos.
Si sigue por ese camino, va directo a su extinción como superpotencia internacional: China le está, literal y figurativamente, “comiendo el mandado”.
Que lo logre o no, eso no lo sabemos. Hay quien piensa que China ya lo desbancó por completo, y es sólo cuestión de tiempo para que lo sustituya como la más grande potencia en todo lo demás.
Sin embargo, en medio de este maremagnum confuso de gigantescos cambios y eventos “singulares”, sólo una cosa parece ser cierta: México es el aliado que Estados Unidos más necesita en todo sentido.
Por eso lo quiere “ordenado” y alineado; por eso le es tan importante el control hemisférico de la seguridad y de sus fronteras: porque lo necesita como el socio más fiable. Veamos por qué.
Si bien es cierto que hay mucha retórica “anti-mexicana” en el discurso de Trump, en especial en temas como migración, la frontera y el narcotráfico, y que se trata de una retórica destinada a decirle lo que quieren escuchar las masas enojadas de EUA, ha llamado la atención que las medidas más benévolas son las que ha aplicado con México.
Particularmente, es de notarse la deferencia que Trump tiene con Claudia Sheinbaum, tanto cuando se refiere a ella como cuando habla con ella.
Tan sólo este fin de semana, Trump publicó el spot elaborado por el gobierno mexicano —con doblaje al inglés— para la campaña contra el uso del fentanilo.
Al final del video, Trump deja que se escuche que es un spot “del gobierno de México”, y hasta pareciera que lo presume.
Claro, quizá quiere hacer parecer que es el resultado de SUS gestiones.
Pero más allá de eso, lo presenta de manera completamente positiva.
Es aquí donde hablamos de la oportunidad para México.
Por más que Estados Unidos luche en recuperar su capacidad productiva, se va a topar con varias realidades ineludibles.
Una, que los estadunidenses ya no quieren hacer los trabajos “rudos”, ni tampoco quieren trabajar “de más”.
Y dos, que producir en EUA siempre será más caro que en lugares como China o el resto de Asia, África o Sudamérica.
La única solución de fondo y duradera para EUA es fortalecer la región “norteamericana”, donde las empresas estadounidenses puedan aprovechar la mano de obra profesional, de calidad, pero menos cara, que está en México.
Ya ni siquiera hablamos de la canadiense, sino de la mexicana por excelencia.
Cierto, Trump deberá encargarse, a como dé lugar, de que China y otros países —pero particularmente China— no se aproveche del T-MEC para “colar” sus productos a EUA desde México.
Sin embargo, será inevitable que una cantidad importante de insumos pueda ser fabricada en México y comprada por EUA para seguir haciendo competitiva su industria.
No es de extrañar que el gobernador de Nuevo León, Samuel García, haya tenido tan buena recepción en Europa para seguir atrayendo inversión: un lugar con frontera con EUA e incomparable infraestructura industrial como la de este estado lo convierte en el lugar ideal para establecerse y producir.
Hoy somos importantes para el mundo, y somos claves para EUA.
Por eso, nuestra posición como país es inmejorable.
Para aprovecharla, habrá que ser inteligentes y disciplinados, con un México seguro y ordenado.
Y habrá que estar unidos, “remando para el mismo lado”, en un México que debe saber reinventarse para ser grande.