Tan turbio y manoseado es el caso de la suspendida pensión de viudez a María Amparo Casar, como el del supuesto secuestro exprés del obispo emérito de Chilpancingo-Chilapa, Salvador Rangel Mendoza. Hay diversos factores que vinculan ambos asuntos; el primero es la premura en darle curso a unas investigaciones que a primera vista requieren mucha paciencia, inteligencia y calicatencia. Por otro lado, los dos protagonistas caminan por un frágil equilibrio con el gobierno de Lopitos.
El fin de semana pasado desapareció en Cuernavaca monseñor Rangel Mendoza. Se habló primero de un secuestro exprés, a consecuencia del cual se había sustraído dinero usando sus tarjetas bancarias. Súbitamente, el cura aparece en un hospital público en Cuernavaca, inconsciente, aparentemente drogado con cocaína y por tanto incapaz de rendir declaración alguna.
Más tardó el sacerdote en ser trasladado a otro sitio, hospital privado o su casa, que en surgir una versión torva y extraña: el cura habría entrado a un motel acompañado de una persona del mismo sexo, que después (?) se retiró. Por causas no explicadas, una ambulancia trasladó el cuerpo desnudo del sacerdote al hospital; en la habitación recogieron, dicen, estuches de condones, uno abierto, diversos medicamentos, entre los que destacan las píldoras de sidenafil mejor conocidas como Viagra. Todo esto fue difundido por la autoridad del estado de Morelos, mientras su procuraduría insiste en el secuestro exprés.
El caso de María Amparo Casar es más confuso aún, puesto que la señora es presidenta de la entidad llamada Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad, abiertamente odiada y diariamente combatida por el presidente López en sus peroratas. Además, el organismo ha denunciado documentadamente casos de evidente corrupción y pillerías del régimen.
Resulta que hace 20 (20) años, el esposo de la señora Casar, a la sazón empleado de alto rango, de confianza, de la dirección de Pemex murió. Un día cayó desde el piso 12 de la torre insignia de la empresa y falleció. Su jefe inmediato dijo entonces que el hombre solía acercarse a la ventana para poder fumar y que probablemente cayó al vacío. La tesis de la muerte accidental fue entonces aceptada; de otra manera no le hubiera pagado Pemex durante 20 (20) años a la señora Casar y sus hijos las pensiones de viudez y orfandad que hoy de repente el director de la empresa pretende le sean restituidos. Según la nueva versión oficial, se trató de un suicidio.
Yo no creo que ni el obispo Rangel ni doña Amparo necesiten de mi voz en su defensa, poniendo a salvo la vida íntima del prelado o la integridad de la señora Casar. Don Ramón Castro, obispo de Cuernavaca y secretario general del Congreso Episcopal Mexicano acusó indirectamente a Lopitos de propiciar una guerra en contra de la Iglesia con su aparato de “bots” en las redes sociales donde ahora se dirimen los conflictos. Una pléyade nutrida de personas respetadas y prestigiadas publicó un manifiesto en favor de la señora Casar y cuestionando el ataque frontal de Lopitos en su contra.
Yo sólo quiero anotar dos peculiaridades que vinculan a ambos personajes, porque estoy cierto de que en política –y esto es política– no hay casualidades.
Muy recientemente, el obispo emérito de Chilpancingo-Chilapa inició motu proprio contactos con los líderes de los cárteles del crimen en Guerrero en aras de una paz; no fue bien visto en Palacio. María Amparo Casar acaba de presentar un libro titulado Los puntos sobre las íes que señala pecadillos y pecadones del presidente López y su pandilla. Desde luego que el libro de Casar ha provocado la ira presidencial. No es necesario subrayar que esta es de las iras mayúsculas en su venganza.
Sabremos más, pronto.
PARA LA MAÑANERA (porque no me dejan entrar sin tapabocas): Le regalo de pilón, Lopitos –ahora que ya debe estar empacando–, la solución al problema de la inseguridad en todo el país. Dividamos la población en tres partes. Un tercio nos postulamos de candidatos para cualquier cosa, convertidos así en objetos en peligro de muerte, merecedores de protección policiaca; la otra tercera parte va a tener que ser contratada para cuidarnos a todos nosotros, creando nuevos empleos y plazas del ISSSTE, que tanto le gusta presumir a usted. Y a ver cómo le va al resto.
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